China presta a la Argentina 10 mil millones de dólares para la central nuclear que nos va a vender

Sin anuncios, en forma sigilosa y con mucho hermetismo, el Gobierno argentino firmó esta semana con China la Carta de Intención que dará forma al acuerdo bilateral para la construcción de la cuarta central nuclear en la Argentina. Contempla un préstamo de la administración de Xi Jinping de USD 7.900 millones a 20 años y un adicional de UDS 2.500 millones para la realización de esta obra con tecnología exclusivamente china.

Hubo una reunión a puertas cerradas en el despacho del ministro de Hacienda Nicolás Dujovne y con la presencia del secretario de Energía Gustavo Lopetegui; el subsecretario de Energía, Julián Gadano; el embajador argentino en China Diego Guelar; Xiao Zongweig de la estatal China National Nuclear Corporation (CNNC), y Zhang Jianhua, director general adjunto de China National Nuclear Corporation. En ella se firmó finalmente la Carta de Intención que en 45 días derivará en el contrato de Argentina y China para avanzar en este ambicioso proyecto.

Se ratifica así la decisión de avanzar con la construcción de una central nuclear que tuvo fuertes cuestionamientos de la comunidad científica y que hasta el año pasado había sido postergada por el presidente Mauricio Macri por «razones presupuestarias». También -esto no lo dice la primicia de Infobae- es vista con desagrado por la embajada estadounidense y sus superiores en Washington a quienes les preocupa la presencia china en América del Sur, en especial en emprendimientos de alta tecnología.

La nueva central nuclear con capital y tecnología de China estará ubicada en Lima, el polo bonaerense de Campana. El préstamo chino será del 85% del total de la obra y el aporte local será de un 15%. A su vez, la tasa de interés que pagará la Argentina a China será de aproximadamente el 5,5% y el Gobierno logrará un adicional de USD 2.500 millones con una financiación blanda para que el Tesoro Nacional tenga libre disponibilidad de esos fondos. Todos estos préstamos son a 20 años y empezarán a pagarse recién en el 2021, con lo cual el Gobierno cree que la actual coyuntura económica no se verá afectada por estos desembolsos.

La firma se logró tras una misión de la empresa China National Nuclear Corporation (CNNC) y del gobierno de Xi Jinping que estuvo en nuestro país para monitorear con los funcionarios de Energía, de Cancillería y de la estatal CAMMESA los detalles finos del acuerdo, como informó AgendAR el 16 de marzo.

«El gobierno chino mantuvo su interés en profundizar la asociación nuclear con Argentina y tiene una visión flexible para acordar un esquema compatible con las restricciones financieras actuales del país«, admitió un encumbrado funcionario del Gobierno que participó de los debates internos de la Casa Rosada y en el desplante que temporalmente le hizo la Argentina al gobierno chino el año pasado, cuando decidió -o dijo que decidió- frenar la iniciativa conjunta ante la crisis económica.

Desde el Ministerio de Hacienda mantuvieron en estricta reserva la firma, al punto que Dujovne pidió que no haya comunicado de prensa. Al parecer, el hermetismo en que se manejó este tema tiene que ver con las críticas que podría recibir de los economistas que no ven conveniente que la Argentina siga endeudándose, y, por otra parte, ante los cuestionamientos que algunos científicos hacen al proyecto por tratarse de una central que tendrá tecnología exclusivamente china. Como era de esperar, Infobae agrega una referencia a la estación espacial en Neuquén donde, «EE.UU. y países europeos» objetan el eventual uso militar de esa base con posibilidades de espiar o interferir el funcionamiento de satélites de terceros.

El fondo del recipiente de presión -minúsculo, para un aparato de 1140 MW- bajando para su encastre en el edificio de contención, en el complejo nuclear de Fuqing. Esa central ahora ya está poniéndose crítica

En todo caso, hasta aquí la información. Nuestro experto en temas nucleares, Daniel Arias, tiene una evaluación muy negativa del asunto y la expresa:

«Esto que se acaba de firmar casi a escondidas es muy inferior a la propuesta inicial acordada entre China y Argentina en 2014, a la de Aranguren en 2017 y a la del susodicho cacique petrolero en mayo de 2018, y a todas las que siguieron. Va a ser difícil empeorarla.

De intereses nomás, ahora los chinos se fueron del 4% al 5,5% anual. De una financiación regalada, que la China National Nuclear Company nos daba para «primerear» a la rusa ROSATOM en Sudamérica, nos estamos yendo a una bastante más de mercado. Bíblicamente, es la primogenitura por un plato de lentejas.

La Hwalong-1 se compra con una participación argentina del 15%. Lo lógico es el 50%, más o menos lo que vale la obra civil (pozos y hormigón, al menos un 40%) más todo lo que se logre negociar de componentes electromecánicos y electrónicos de industria nacional. Atucha I se compró con un 31% de participación argentina asegurada y eso en 1967: era nuestra primera central.

Jamás el Programa Nuclear Argentino hizo una compra tan «llave en mano» como ésta de la Hwalong-1. No es una vuelta a los ’60 sino a los ’50, cuando la CNEA era una entidad académica.

Y hay una «rebaja china» de U$ 1000 M sobre el precio total que se compensa con una partida extra de financiación de U$ 2500 M, a disposición no de NA-SA sino del Tesoro Nacional. Esto en Argentina significa «caja política», especialmente en tiempos electorales. Esos U$ 2500 millones, estimadas y estimados y timados, sirvieron para aceitar la compra y pueden darlos por desaparecidos. Hasta nuevo aporte chino, de aquí a unos años.

Y lo habrá, o los habrá, porque está en el interés propagandístico chino que la central llegue a entrar en línea y mostrarla. Nuevos préstamos en su momento serán negociados en especies, por ejemplo con más núcleos «made in China» y menos núcleos argentinos. Y la plata vendrá desde Beijing, porque también es de interés chino: una Hwalong-1 con núcleos exclusivamente chinos termina costando, al fin de su vida útil, el equivalente de 3 Hwalong-1. Bíblicamente, empieza el milagro de la multiplicación de los panes (para los chinos) y de los peces (sólo que los pescados somos nosotros).

Peor aún, con las 230 cesantías que hubo en 2018 en la Unidad de Gestión de NA-SA (su grupo de arquitectura nuclear) y el nuevo directorio a cuyo frente está el sociólogo Julián Gadano, a cargo de ir desmontando el Programa Nuclear desde que asumió, queda cantada otra cosa. El papel de la constructora estatal argentina de centrales de ahora en más será el de mirón durante la obra. Es más, en cuanto la misma esté funcionando, si el gobierno nacional es éste o alguna metástasis de éste a futuro, se intentará privatizar la gestión de la Hwalong-1 en alguna «utility patriótica».

NA-SA, después de todo, terminó saliendo buena e incluso muy buena tras haber nacido por los motivos erróneos. La inventó Menem, tras cerrar las dos unidades de diseño y construcción de centrales de la CNEA. Eran ENACE, copropiedad CNEA 75% y SIEMENS 25%, y la Dirección de Centrales Nucleares (DCN) de la casa.

NA-SA fue creada para privatizar el parque nuclear existente (Atucha I y Embalse), pero ningún «capitán de industria» -como los llamaban edulcoradamente Clarín y La Nación- levantó la mano ni hizo ofertas. Y es que las dos  centrales en línea ya promediaban la mitad y un tercio de su vida operativa respectivamente. Peor aún, por ser un prototipo, Atucha I, inaugurada en 1974, había necesitado de una reparación integral no prevista entre 1988 y 1989. Vista la oferta, dijeron los capitanes, era mejor negocio cobrar peajes en las rutas, o vaciar los trenes.

Peor aún, cuando se inventó NA-SA para privatizarla, estaba incluido aquel  molesto compromiso contractual de terminar Atucha II. Bueno, hombre, lo que es prometer, sale gratis, trató de tentar Menem a los capitanes. Pero ojo. ¿Y si a futuro salía elegido algún gobierno loco que se tomara ese inciso al pie de la letra y tratara realmente de aplicarlo? Son imponderables, pero unos años más tarde, es lo que le pasó a don Franco Macri con el Correo Argentino, en épocas de Néstor Kirchner. Expropiado por incumplimiento grave de inversiones fijadas en contratos…

Los gobiernos locos están en nuestro ADN, carraspean, nerviosos, los capitanes. Quienes no se hicieron billonarios firmando cheques.

Otra cosa es si el día de mañana algún Julián Gadano o similar te ofrecen operar la Hwalong-1 nuevecita, joya nunca taxi, sin compromiso de terminar o iniciar nada que lleve el adjetivo «nuclear». En tal caso los tiempos dan bien: las 4 Hwalong-1 chinas y al menos 2 pakistaníes hoy en obra ya van a estar operativas, y habrán acumulado entre todas algunas miles de horas en funcionamiento como para saber si esta máquina nueva es pato o gallareta. Mientras eso no suceda, la operación no es privatizable, como la de ningún prototipo, y menos con una vida útil planificada de 60 años.

Con este contrato NA-SA planifica su futura autodestrucción. Su presencia en obra de la Hwalong-1 será casi simbólica, y su existencia ulterior, si la central entra en línea y resultó buena, se volverá redundante. Se autoeliminará de la ecuación, o alguien usará en ello su daga de misericordia. No sólo desde hace unas semanas NA-SA tiene un nuevo directorio al uso, sino que desde 2018 a hoy pasó de 3400 profesionales, técnicos y operarios especializados a 2800. Y descontando…

Terminada la obra, la electricidad de la Hwalong-1, es previsible, no la venderá NA-SA. Nadie se asuste si ésta vez entre los que levanten la mano con un Rólex en la muñeca pidiendo operarla aparezcan algunos nombres nuevos, ajenos a nuestra añeja patria contratista. Corresponderán a señores nacidos en las poderosas ciudades-puerto chinas. Nadie se asuste si el kilovatio/hora pagado por el consumidor final sale un poco caro. Nadie se asuste si a partir de entonces el estado nacional queda efectivamente desligado de todo otro proyecto nucleoeléctrico, y la CNEA residual es canibalizada, destripada de laboratorios y relegada a asesorar obras de medicina nuclear y purgar una macilenta vida académica.

Entre tanto, ¿en qué quedan las 130 empresas privadas argentinas que terminaron Atucha II y las 100 que retubaron Embalse? Pintadas en la pared. Mirando nomás esa cifra ridícula, 15% de participación nacional, que en 1967 habría sido rechazada en términos rugientes por las cámaras industriales argentinas, resulta obvio que esta Hwalong-1 vendrá, al parecer, no sólo con ingenieros sino con técnicos y tal vez incluso obreros chinos, y no está descartado que operadores chinos, y que los argentinos «la miraremos pasar».

Suponiendo -es sólo un decir- que los U$ 2500 «a disposición del Tesoro» terminen en la obra de la Hwalong, la presunta rebaja que nos hacen los chinos deja la central en más o menos U$ 8.800 el kw instalado. Es un precio aparentemente mejor en U$ 1000 por kw instalado que el de la oferta de 2014 por una CANDU de 740 y la Hwalong. Pero en el camino, la Argentina perdió:

* 51 años de investigación, desarrollo e inversión industrial en uranio natural

* El cierre del ciclo de combustibles

* Los 740 MW de Atucha III CANDU en un predio ya licenciado para su instalación, y la dirección de su obra,

* La mayor planta de agua pesada del mundo, la PIAP de Neuquén, que ahora cierra justo cuando se abre la demanda de la India

* 130 empresas metalmecánicas, electromecánicas y metalúrgicas que se transformaron en proveedoras nucleares calificadas entre 2006 y 1018* El aprovechamiento en nuevas obras de los 400 ingenieros nucleares nuevos creados por la terminación de Atucha II y el retubamiento de Embalse

* Probablemente, en los hechos también la dirección de obra de la Hwalong-1, ya que literalmente los de la CNNC «la bajarán de un helicóptero»

* Probablemente, la operación estatal de la Hwalong-1

* Una financiación del 4%, ahora recargada con un 1,5% adicional

¿Cómo llegamos de una oferta ya acordada entre China y Argentina de 2 centrales y enorme participación nacional a esta porquería de una sola central, y que usa un combustible que no nos interesa mayormente, y para peor «llave en mano»? El toque M, que viene a ser como el del rey Midas, pero al revés.

Y sin embargo, hay que decirlo, la opción y hasta nuevo y menos descerebrado gobierno, es puro vacuno fiambre, es decir Vaca Muerta. El lado positivo de este nuevo acuerdo por la Hwalong-1 es que la CNEA y NA-SA todavía no se mueren. La Secretaría de Energía (petroleros) se apropió del Programa Nuclear Argentino cuando estaba razonablemente saludable y creciendo, y lo hizo ingresar al hospital. Ahora con esta firma lo  pasa a Intensiva, pero todavía no oficialmente a la Chacarita. Va en esa dirección, pero faltan unos años.

El sociólogo Julián Gadano, a cargo de la Subsecretaría de Energía Nuclear, ya embistió el témpano -en cumplimiento de órdenes- con ese bello Titanic que pusieron a su cargo, barco que quizás tendría sus problemas, pero no estaba mal. Ahora las opciones para los miles de profesionales y técnicos nucleares argentinos empiezan a ser un bote, o un salvavidas, o bracear hasta la hipotermia.

Y no obstante, también hay que decirlo, parte del establishment mediático y diplomático que ladra lo que manda La Embajada está furioso con tanta intromisión china en el patio trasero natural de los erróneamente autodenominados americanos.

Es una lástima para los ladrantes que los EEUU desde 1981 no logren venderse una central nuclear ni a ellos mismos: hasta que logren licenciar el NuScale -copiado de nuestro CAREM- y construirlo, las máquinas que hacen son demasiado caras o complicadas o ambas cosas en el mercado actual.

VIAInfobae