«Más agachada que tero de quinta», “tomar mate con cuero”, “picar llanta” y “tomar hasta el agua de los poios”. Las frases forman parte del acervo autóctono que investigadores de la Facultad de Lenguas de la UNC relevaron con el propósito de capturar las variantes que adquiere el habla en seis localidades del interior provincial.
Una “ñoña”, un “nativo”, un “mezclado”, un “sodeao”, un “tetra”, un “totín”, un “toro”, una “cajita”, o un “tintillo”. En Córdoba, el repertorio de vocablos disponibles para referirse al vino tinto parece inconmensurable. Tanto como la variedad de refranes, dichos y tonadas que resumen la idiosincrasia local y los modismos que adopta el uso del lenguaje en el interior provincial.
Para trazar una radiografía de la heterogeneidad de las hablas en la geografía mediterránea, su interacción, y las relaciones de dominio y poder que llevan implícitas, más de 80 investigadores de la Facultad de Lenguas realizaron un estudio lingüístico cuali-cuantitativo en seis localidades: Villa de Tulumba, Marcos Juárez, Villa Cura Brochero, Villa del Rosario, Huinca Renancó y la ciudad de Córdoba. El proyecto se llama “Las hablas de Córdoba. Registro, conflictos y proyecciones”, y cuenta con financiamiento del Ministerio de Ciencia y Tecnología de Córdoba
En ese marco, entrevistaron en profundidad a 96 cordobeses: 12 por cada localidad y 36 por la capital provincial. Se trata de un trabajo de campo que se extendió varios meses, ya que las personas fueron indagadas en sus lugares de origen. En cada encuentro -que fue registrado en video y formará parte de un corpus digital para estudios posteriores-, los especialistas recolectaron los dichos y refranes, el vocabulario, las formas verbales y las variables fonéticas autóctonas.
De allí surgió, por ejemplo, la frase “tomar mate con cuero”, una dicho con matiz humorístico propio de Cura Brochero, que alude a la costumbre de tomar mate en compañía de otras personas mientras se critica a un tercero ausente. En realidad, se trata de una reelaboración de “sacar el cuero” (hablar mal de alguien), muy extendido en Córdoba capital.
En Marcos Juárez, una de las frases más populares es “más perdido que Chechi en la soja”. En rigor, Chechi fue un personaje real de la zona que se extravió en un campo de soja y cuyo cuerpo fue encontrado sin vida durante la cosecha.
También estudiaron las peculiaridades en el uso de formas verbales para expresar el futuro y el pasado, así como las terminaciones de diminutivo o aumentativo.
Sobre este último punto, rescataron que en Villa del Rosario se verifica una particularidad distintiva: la mayoría de los entrevistados usa diminutivos que indican “reducción del tamaño” o “acentuación de esa disminución”. Por ejemplo, “una pequeña siestita”, “una localidad chiquita, chiquita; un pueblito acá cerquita de la zona”. En Córdoba, en cambio, prevalecen los aumentativos: “el asado salió ricazo”, “hace un friazononón”.
Tonadas con legado histórico
Una de las líneas de análisis del proyecto se enfocó en la fonética. En este campo, el trabajo concluye que en la provincia de Córdoba convergen distintas tonadas gestadas en tiempo de la conquista, colonización y aluviones migratorios. De todos modos, el “cantito” tan típico y singular por el que se reconoce a los cordobeses es el que se deja oír en la capital de la provincia y sus alrededores.
Esta entonación se caracteriza por el alargamiento de la vocal de la sílaba pretónica (la anterior a la tónica) y de las vocales de la sílaba tónica en palabras esdrújulas de tres sílabas. Un ejemplo: “En realidad, somos un familión (famiiilión), porque mi marido tiene varios hermanos, y nosotros somos diez hermanos, así que, que cuando nos juntamos somos un montón (mooontón)…”
Se sabe que la tonada capitalina es de acción de sustrato indoamericano y resulta del contacto del español que trajeron los conquistadores con las etnias de los alrededores. Pero hasta el momento no se ha logrado dilucidar si tiene influencia del sustrato de los indios sanavirones o de los comechingones (grupo kâmiâre).