El Banco Central de la República Argentina anunció ayer el fin de la «zona de no intervención», la estrategia que se había acordado con el FMI en octubre. Desde ahora, venderá dólares aún cuando la moneda estadounidense cotice por debajo de $51,45, el «techo» estipulado.
El gobierno de Macri y su Banco Central han probado con el tipo de cambio flotante -criterio muy elogiado en su momento por Marcos Peña-, con las metas de inflación -Sturzenegger quedó asociado a ese experimento- y con las bandas de no intervención -idea de los técnicos del FMI, quienes razonablemente rechazan los tipos de cambio fijos.
Ahora, con un comunicado deliberadamente ambiguo. «Dado el aumento de la volatilidad cambiaria observado en los últimos días, el Copom (Comité de Política Monetaria) considera que el BCRA debe reforzar el sesgo contractivo de la política monetaria interviniendo en el mercado cambiario para reducir más agresivamente la cantidad de pesos y de esta manera contribuir al adecuado funcionamiento de dicho mercado«, dice el texto. Y señala que puede vender 150 millones de dólares, o 250, o los que considere necesarios según la «volatibilidad». Hemos entrado entonces en un régimen de flotación administrada del tipo de cambio.
La «previsibilidad» y las «reglas claras» que este gobierno prometió han sido tiradas por la ventana, con la ilusión que, si se detiene como sea la escalada del dólar, la caída en las encuestas y el desastre electoral que prometen se aleje, o al menos se aminore.
Hay una ironía en el hecho que, desde una política más industrialista y menos abierta a importar chucherías, como la que AgendAR favorece, la flotación administrada puede ser una herramienta razonable. En otras circunstancias y con otra política.
«Quemar» las reservas -el crédito que el Fondo otorgó- para tratar de mantener bajo control el precio del dólar, es, desde los intereses del país, es una medida imprudente. Y, en el mediano plazo, ineficaz. Porque cuando se acaben las reservas, el dólar va a explotar. Y los exportadores, y los especuladores -inversores no hay, en este marco-, lo tienen claro.
A. B. F.