Juan Schiaretti (Hacemos por Córdoba) 54,71%
Mario Negri (Córdoba Cambia) 17,78%
Ramón Mestre (Unión Cívica Radical) 10,97%
Sobre estas cifras provisorias, todos los medios nacionales ya escriben y hablan en radio y TV. Para no abrumar a los lectores de AgendAR, gente ocupada, vamos a ser breves y tratar de no repetir lo que ya se dice.
Empezamos por marcar que el resultado de esta elección tiene dos caras. Como en una moneda, inseparables pero distintas. Una es la derrota de Cambiemos, y es la más fácil de prever posibles consecuencias. La otra cara, es la victoria del gobernador Schiaretti y el peronismo cordobés.
La derrota de la coalición oficialista en Córdoba es muy dura, pero lo más grave es que puede verse como la última, hasta ahora, de una serie en las elecciones de este año. En desorden y sin distinguir entre PASO, internas, a gobernador: Entre Ríos, La Pampa, Chubut, San Juan, Neuquén, Río Negro, Santa Fe y ahora Córdoba. Son provincias y comicios diferentes, pero el conjunto da un mensaje que parece muy claro: la coalición oficialista Cambiemos ha perdido viabilidad electoral, a lo largo y a lo ancho del país. Sus posibilidades de triunfo en octubre son bajas. No hay un dirigente político en la Argentina, de cualquier ideología, que no esté sacando conclusiones a partir de ese hecho (también el gobernador Schiaretti, por supuesto).
Tengamos en cuenta la circunstancia, no menor, que la derrota en Córdoba es un golpe muy fuerte, más que cualquier otro hasta ahora. Es la segunda provincia, en población y en industria. Y ha sido históricamente el bastión de la Unión Cívica Radical, la estructura política nacional en torno a la cual se armó Cambiemos (aunque los votos eran a Macri, y la campaña la pensaba Durán Barba, los fiscales, los comités, los locales en casi todo el país eran radicales). Y ayer perdió hasta Córdoba Capital, que seguía siendo radical aunque el gobernador fuera peronista.
Otros dos puntos a tomar en cuenta: la UCR fue dividida -ninguno de los dos sectores se identificó en la campaña con el gobierno nacional, dicho sea de paso- y la suma de los dos quedó bien abajo de los votos de Schiaretti. Pero, el sector «cambiemita» sacó más que los radicales «puros». Sólo puede preverse confusión y amargura cuando el 27 de mayo se reúna la Convención Nacional de la U.C.R. No parece probable que acuerden una estrategia única.
Por otro lado, en el gobierno nacional ya han decidido una estrategia: El candidato es Macri, y su campaña tendrá -tiene ya- una única consigna: vótennos para evitar el retorno al pasado, que es Cristina Kirchner, que es Maduro con faldas. Cualquier otro mensaje se ve como una peligrosa desviación. ¿Podrán sostenerla, después de esta sucesión de derrotas, y de previsibles tormentas económicas?
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El triunfo de Juan Schiaretti a la cabeza del peronismo cordobés es impresionante: desde 1983 que ningún candidato conseguía en la provincia un porcentaje de votos parecido. Irónicamente, en ese año lo obtuvo el radical Eduardo Angeloz, que tuvo el arrastre de la marea radical que produjo la candidatura de Raúl Alfonsín. En este caso, Schiaretti no contó con ningún arrastre nacional a favor (Puede decirse que lo favoreció el «arrastre» negativo de Cambiemos).
Nunca un gobernador dejó tan atrás en la votación al segundo. El récord era del mismo Angeloz en aquella elección del ´83, con 16.58% frente al peronismo. Ahora, la ventaja sería de un 30%.
Y nunca un peronista había ganado la capital de la provincia, cuya intendencia ahora ocupará Martín Llaryora.
Es la sexta victoria consecutiva del peronismo cordobés: tres veces el recordado José Manuel De la Sota y tres veces el «Gringo» Schiaretti. Después de este triunfo, su figura en el escenario nacional -que ya tenía peso- se agranda. Y las miradas de políticos y politizados en todo el país se vuelven hacia él.
En una columna que subimos ayer sobre este tema decíamos: «esos votantes (cordobeses) distinguen entre elecciones provinciales y nacionales. Que en Córdoba han estado separadas desde hace largo. … En todas las elecciones recientes para cargos nacionales, en las presidenciales y en las legislativas, el oficialismo local fue superado por otras propuestas alineadas con las opciones nacionales: en la primera vuelta presidencial de 2015, aún cuando de la Sota fue el principal aliado de Massa, no logró que este sacara en Córdoba más del 20% de los votos, apenas por encima de Scioli y más de treinta puntos atrás de Macri; en 2011 de la Sota ya se había visto obligado a retirar su lista para diputados nacionales, para evitar una derrota aplastante ante la de Cristina (lo que ahora hizo CFK con su lista de candidatos locales); en 2017, Unión por Córdoba recibió solo 30% de las adhesiones, casi veinte puntos menos que Cambiemos«.
«Es probable que Juan Schiaretti -que conoce muy de cerca estos números- se maneje con mucha prudencia en el escenario nacional. Después de todo, el gobernador de Córdoba, respaldado por una nítida mayoría, será un interlocutor inevitable, y de peso, de cualquiera que sea el futuro presidente«.
Seguimos pensando lo mismo. Pero también se debe tener en cuenta que, ante la ausencia de opciones políticas aceptables para algunos sectores de la sociedad, haya presiones y tentaciones para que el reelecto gobernador de Córdoba haga valer su influencia. Un griego decía hace 2500 años que la naturaleza tiene horror al vacío. Y la naturaleza política, no les digo nada.
A. B. F.