El Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVM) sufrió una caída de 28,2% en términos reales desde noviembre del 2015. Perdió así más de un cuarto de su poder adquisitivo, a pesar del adelanto decretado por el Gobierno para la suba que correspondía a junio y que lo dejó en $12.500.
Hoy el Indec debe publicar el informe con los nuevos datos de las canastas básicas de abril, que evidenciará una realidad complicada: a diferencia de lo que ocurría hace tres años, dos salarios mínimos ya no alcanzan para que una familia tipo quede por encima de la línea de pobreza.
La última Canasta Básica Total (CBT) publicada por el Indec fue la de marzo e indicó que una familia tipo, formada por cuatro integrantes, necesitaba $28.750 para no ser considera dentro de las estadísticas de pobreza (eso no incluye costos de alquiler y da por hecho que es propietaria). Los números muestran entonces que si los dos jefes de esa familia están empleados y perciben un salario mínimo, no llegan siquiera a acercarse a esa línea de pobreza oficial, ya que totalizan un ingreso familiar de $25.000. Están, de hecho, casi un tercio de un virtual tercer salario mínimo por debajo de ese nivel.