Tecnoferencia: la enfermedad del abuso del celular. Y hay diferencias de género

Menos horas de sueño cada noche, disminución de la productividad laboral, más riesgo de accidentes al conducir y un aumento de dolores de cuello y espalda: cuatro elementos cada vez más comunes que los expertos asocian en forma directa con el creciente uso de los smartphones.

El fenómeno se conoce como “tecnoferencia”, un término que surge de la unión de las palabras “tecnología” e “interferencia”, y que está comenzando a ser usado por especialistas de la salud para referirse a los efectos del mal uso y abuso de la tecnología.

Un problema que se ha incrementado en la última década, según revela una investigación realizada en Australia entre 700 usuarios de telefonía móvil de todas las edades. “Nuestra encuesta concluyó que el 24% de las mujeres y el 15% de los varones ya entran en la categoría de ‘usuarios problemáticos’. El fenómeno no solo se registra en casi todos los países sino que también está en aumento”, dijo el doctor Oscar Oviedo-Trespalacios, investigador en la Queensland University of Technology, y coordinador del estudio publicada en la revista Frontiers in Psychiatry.

El trabajo reveló que el 12,6% de los hombres y el 14% de las mujeres había notado una disminución en su productividad laboral como resultado directo del tiempo que pasan en su celular. “Cuando hablamos del creciente fenómeno de la ‘tecnoferencia’ nos referimos a que constatamos cada vez mayor cantidad de intrusiones e interrupciones de las actividades cotidianas a causa del uso o consulta de celulares inteligentes”, explicó el experto nacido en Colombia.

En Argentina la situación es similar. “El teléfono es excelente para resolver muchas cosas desde cualquier parte. Pero puede volverse un arma de doble filo, ya que tenerlo activo en todo momento puede generarle al usuario dispersión mental y una disminución de la concentración, atención y memoria”, detalló la psicóloga Gabriela Martínez Castro, directora del Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad (Ceeta). Y agregó que estos efectos se potencian en las personas con mucha ansiedad: “No debemos olvidar que Argentina figura entre los países top con mayores índices de ansiedad del planeta”.

Roxana Morduchowicz, doctora en Comunicación y especialista en cultura juvenil, viene estudiando desde hace años las formas del uso de la tecnología entre los adolescentes. “En ese grupo el celular no solo es la pantalla más importante de su entorno sino que se está volviendo la única”. Y agregó que en sus investigaciones encontraron que el 70% de los chicos permanece conectado las 24 horas. Eso implica que la mayoría de los adolescentes tienen su celular en su habitación y “duermen” con él, algo que puede explicar la menor calidad y cantidad de horas de sueño de los chicos.

Según la autora del libro Ruidos en la Web, “no tenemos aún evidencias unívocas que demuestren un menor rendimiento por el uso de la tecnología. Sí se ve una correlación, pero no podemos asegurar que haya una relación causa-efecto lineal ya que en cada caso hay muchas variables”. Sin embargo, es posible pensar que, si se duerme mal, también se encuentre alguna disminución en el rendimiento.

Martínez Castro contó que a la consulta llegan muchos pacientes manifestando problemas de sueño. “Sabemos que el promedio de descanso diario de los argentinos ronda las seis horas, mientras que la OMS sugiere que lo saludable son ocho horas. Y también se sabe desde hace mucho que la deprivación del sueño trae problemas de atención, concentración y memoria. Por tanto se ve reducida la eficacia de la persona ya sea en el trabajo o en sus estudios”.

Según Oviedo-Trespalacios, además, la “tecnoferencia” también se expresa en una mayor cantidad de accidentes de tránsito, laborales e, incluso, entre peatones. En la encuesta una de cada cuatro mujeres y uno de cada seis varones reconocieron usar su dispositivo como medio para “evitar” enfrentar problemas más complejos.

Martínez Castro detalló que a ningún ser humano le gusta sufrir y eso explica que mucha gente recurra a conductas “evitativas” de conflictos, como el uso de la tecnología. ¿Y porqué la diferencia de género?

“Suele ocurrir que ellas deban afrontar y coordinar más roles que los varones: trabajo, casa, hijos, familia, vida amorosa y todo mediado por el celular. Además, también influyen los ciclos hormonales que oscilan y generan una propensión a elevar más la ansiedad que en el varón”, concluyó.

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