Un análisis crítico de los números de Vaca Muerta

El yacimiento de petróleo y gas de esquistos de Vaca Muerta despierta expectativas optimistas en los que están ahora en el gobierno y en los que esperan estar. Una debilidad común a los argentinos -y no sólo a nosotros- es creer que existen en nuestro extenso territorio recursos extraordinarios que nos harán prósperos sin esfuerzo.

Como sea, hasta ahora las críticas que se escuchan versan sobre los costos ambientales y los peligros del «fracking». Una respuesta es que en Estados Unidos se ha desarrollado ese tipo de explotación con intensidad -una revolución geopolítica: en menos de una década han dejado de ser importadores de petróleo!- y aunque ahí también hay muchas críticas ambientalistas… Trump no parece preocuparse. Y tampoco sus votantes.

Pero Carlos Aga, respetado analista del negocio de la energía desde la década del ’80, nos dice que el costado económico y financiero de la explotación en Vaca Muerta sería mucho menos brillante de lo que se promete. Desarrolla el tema en una comunicación privada que nos ha autorizado a reproducir.

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«Vaca Muerta ahora está como argumento central en las ideas políticas de los partidos (en ambos lados de «la grieta» y en la «no grieta» también). Nuestros políticos siempre tan afectos a no estudiar los problemas y a enamorarse de soluciones «mágicas», que hacen ricos siempre a los mismos y pobres a todos los demás. Lo único seguro es que si esta es la «gran solución» en la que confían hay que apostar, vamos a un colapso inevitablemente. Esa es mi opinión.

1) Para desarrollar estos yacimientos hacen falta gigantescos recursos financieros. EEUU empleó más de 500.000 millones de dólares, casi todos aportados por las pequeñas petroleras (considerando que los «superficiarios», los dueños de los terrenos, son en EEUU los dueños del recurso). Cuando los hidrocarburos comenzaron a explotarse, bajaron los precios y las pequeñas petroleras y los propios superficiarios quebraron, perdiendo los campos y todo lo que habían invertido. en favor de las grandes petroleras que se quedaron con el negocio comprando deuda a los bancos acreedores.

Acá, en Argentina en cambio, el aportante es el sector público argentino -ya sea como inversor a través de YPF o por vía de sobreprecios y subsidios cuando es el estado. Hasta ahora, aportó el 65% del total invertido. No es financieramente creíble que el sector público pueda sustentar ese esfuerzo en la situación actual.

La primera etapa (la más riesgosa y costosa) recae en el Estado o en YPF. Si hay resultados, recién se comprometerán los privados que evaluarán la conveniencia del desarrollo. Con lo que ya se gastó en Vaca Muerta se podrían haber construido 6 o 7 centrales nucleares, Garabí, o 10.000 MW de renovables.

Como mínimo, desde que se comenzó con esto, se transfirió una cifra similar a todo el préstamo contraido con el FMI.

Sólo con ese brutal nivel de inversión el «recurso» podría pasar a «reserva» real y a tener valor contable. Y todavía faltan hacer los caminos, la infraestructura energética, los acueductos, los gasoductos y oleductos, el tren para llevar las arenas y productos químicos, las obras de almacenamiento, etc. etc. que recaen todas sobre el estado y que no están hechos ni licitados. Lo mismo que el saneamiento y remediación posterior de la contaminación remanente en la zona. Esto ni siquiera se calcula en el costo del desarrollo de Vaca Muerta.

Circula entre las petroleras de Wall Street un «paper» titulado «Riesgos financieros opacan el desarrollo de reservas de petróleo y gas en Vaca Muerta» donde se dice “el plan de extracción de Vaca Muerta promete subsidios que son inasequibles, depende de un equipo empresarial argentino financieramente débil y espera atraer compañías globales de petróleo y gas cuando hay oportunidades mucho mejores en otros lugares”.

Durante los últimos seis años, los inversionistas extranjeros han firmado acuerdos con los nombres más importantes en el negocio de petróleo y gas, pero el progreso es lento, los compromisos son escasos y los planes futuros no son realistas» (sic).

El informe señala que el progreso del desarrollo de Vaca Muerta ha sido escaso en comparación con la cuenca Permian en Texas, a la cual se compara con frecuencia dada las características similares de la formación geológica. En los primeros seis años de desarrollo de Permian, los productores completaron 3.021 pozos, en comparación con sólo 342 pozos durante los primeros seis años de desarrollo en Vaca Muerta.

El declive y la moderación mostrados por los socios extranjeros apuntan a que no se cumplirán los objetivos de producción e inversión”, señala el informe.

2) La producción de Vaca Muerta no compensa la declinación de la producción de hidrocarburos en el país, y la producción total sigue bajando de forma continua. Con todo lo invertido, apenas si logramos un 7% del gas que consumimos y 2,1% del petróleo. Sin embargo, a los efectos de propaganda política se exportaron a Bahamas 489.000 barriles por  casi US$ 29 millones (con pérdida para el estado de acuerdo a lo que se subsidió la extracción). La empresa de Galluccio, ex presidente de YPF durante el gobierno anterior y ahora con contratos con el actual, es la que se benefició.

3) Hay otros escenarios sobre los que los petroleros internacionales están posando su mirada. Se trata de Guyana, uno de los países sudamericanos más pobres, de fácil control para las grandes potencias, donde se acaban de confirmar unas reservas convencionales de petróleo de 5.500 millones de barriles. El embajador estadounidense Perry Holloway dijo “muchas personas aún no entienden lo grande que es esto” (…) “En 2025, el PIB aumentará entre un 300% y un 1.000%. Esto es gigantesco. Será el país más rico del hemisferio y, potencialmente, el país más rico del mundo». ¿Quien va a invertir en un no convencional como Vaca Muerta, teniendo este petróleo de bajo costo y sin complicaciones al alcance de su mano?

4) El 2 de enero de este año se publicó un informe  elaborado por Rystad Energy y confirmado por otras firmas consultoras en EEUU, revelando que «miles de pozos de shale perforados en los últimos cinco años están produciendo menos petróleo y gas de lo que las empresas pronosticaron para los inversores, lo que plantea dudas sobre la fortaleza y la rentabilidad del shale«. Estas conclusiones se hicieron a partir del análisis de unos 16 mil pozos operados por los 29 productores más importantes de shale oil en EE.UU. La conclusión es que una cantidad importante de los recursos proyectados para los próximos años podrían no producirse ya que, como muestra una investigación de la empresa Schlumberger, la productividad de los pozos baja hasta un 30% cuando se perforan pozos secundarios, fuera de los «sweet spots». Así está ocurriendo en Permian, la formación más productiva de EE.UU., ubicada en el oeste de Texas y que se usa de referencia para Vaca Muerta!!!

Ese informe señaló también que «las 29 compañías estudiadas gastaron USD 112 mil millones más de lo que generaron en sus operaciones de los últimos diez años. En el mismo sentido, otros estudios mostraron que sólo un tercio de las empresas que operan en Permian tuvieron cash flow positivo«, es decir, los otros dos tercios pierden dinero.

5) Todo esto es al margen de lo que significa para el mercado petrolero el avance de las nuevas tecnologías en materia de energía tanto en renovables como nuclear, para reemplazar al petróleo en eficiencia y ahorro, las políticas de lucha contra el cambio climático y las modificaciones hacia una economía descarbonizada. Esto se hace sentir en el bajo precio del barril y del gas, lo que traba financieramente inclusive la explotación off shore (por ejemplo del pre-sal en Brasil). Ni pensar en desarrollar los recursos no convencionales, todavía más costosos que los marítimos».

Carlos José Aga

Presidente de la Fundación «Consejo para el Proyecto Argentino»