La economía de las plataformas en Argentina

Este es un fenómeno sobre el que hemos informado varias veces en AgendAR. Y lo seguiremos haciendo. Las plataformas digitales están cambiando la fisonomía del trabajo local. Lo están precarizando, ayudadas por la crisis, el desempleo y hasta por la inmigración venezolana, en su mayoría joven y dispuesta a trabajar en cualquier condición, hasta hacer pie en su nuevo país.

Pero esto va más allá de las circunstancias locales. Se extiende por muchos países, y enfrenta a nuevos problemas a las sociedades modernas. Pero estamos obligados a saber lo que está pasando en la nuestra, y que tal vez sea irreversible. Reproducimos este valioso trabajo publicado en el blog eduFORS.

El empleo, tal como se lo conoce tradicionalmente, está sufriendo una transformación, y en ese cambio las plataformas jugarán un rol central. Algunos expertos en el tema vaticinan que las empresas dejarán de requerir trabajadores en relación de dependencia y pasarán a ocupar un rol parecido al de director de orquesta, administrando la contratación de talentos para trabajos puntuales, y en función de sus necesidades.

Para las empresas, la relación costo beneficio entre internalizar su plantilla y contratarla como un recurso externo, inclinará la balanza por la segunda modalidad, dando lugar a una “plataformización del trabajo”, donde la relación entre empleado y empleador será definida por los términos y condiciones de la plataforma. Así lo explicó Albert Cañigueral, connector OuiShare para España y América latina, y agregó que los trabajadores que no puedan ofrecer sus capacidades a través de plataformas digitales, tendrán una desventaja en relación al resto. Las tareas serán asignadas por un algoritmo en función de la reputación del empleado y su performance. “Venimos de un mundo laboral donde el encuentro de la oferta y la demanda ha sido muy analógica, y empieza a emerger este escenario donde el encuentro entre demandantes de talento y la gente que ofrece ese talento, van a ir encontrándose a través de estas plataformas. En algunos casos de manera muy sencilla y muy precaria, como repartir paquetes, y en otras, con tareas más complejas como las de un diseñador o un analista. Estamos ante un cambio importante del mercado laboral”, enfatizó Cañigueral.

Entonces, el modelo se define básicamente por la cualidad de la flexibilidad. Empresarios pueden requerir trabajadores cuando la demanda de sus productos y servicios aumentan, estableciendo acuerdos laborales por un tiempo limitado, y deshacer esa relación cuando ya no los necesitan. Para los trabajadores, por su parte, esa misma flexibilidad se traducirá en la posibilidad de tomar varios empleos y manejar sus horarios sin atarse a una relación laboral de exclusividad. Sin embargo, la relación entre ambos no parece equilibrada. En este sentido, Cañigueral, advierte que en el caso de Uber, por ejemplo, los choferes están en condición de debilidad frente a la plataforma, “pero también existen trabajadores de ámbitos más creativos o calificados, como programadores, diseñadores, traductores,  que están en una mejor posición. El punto es que venimos de un sistema pensado para un esquema laboral tradicional y esta modalidad está generando disrupciones”.

En este sentido, Juan Manuel Ottaviano, abogado y asesor legal de la Asociación de Personal de Plataformas (APP), opinó que existen nuevas formas de empleo impulsadas por la economía digital en general, y por la economía de plataformas en particular, a consecuencia de la incorporación de los algoritmos y de la tecnología digital para la organización de la producción y del trabajo. “El modelo que se está desarrollando genera muchos empleos de características precarias. De acuerdo al planteo de la economía colaborativa, estas funcionan como meras intermediarias entre agentes del mercado (usuarios consumidores y usuarios prestadores) pero en realidad se trata de un modelo que niega, entre otras cosas, la responsabilidad de las plataformas como empleadoras y, por lo tanto, eluden regulaciones laborales y tributarias».

Para el abogado entonces, la incorporación de este modelo tecnológico de organización de la producción, está reforzando desigualdades existentes en el mercado del trabajo y en el interior de las relaciones laborales. “Se sub clasifican relaciones de trabajo señalando como relaciones autónomas, relaciones que, en verdad, son de trabajo dependiente y asalariado» indicó.

Sin embargo, advirtió que sería injusto endilgarle a la tecnología el desarrollo de relaciones laborales precarizadas, en tanto la tecnología está permitiendo eficientizar procesos de producción y organización del trabajo, que se traducen más allá del tipo de contrato que proponga la plataforma: “No creo que sea algo que hay que desestimar, sino poner el foco en que, mientras se garanticen los derechos de los trabajadores, puede ser un esquema provechoso para todos”.

El estudio “Impacto de la Economía de Plataformas en el mercado laboral: un análisis detallado del contexto argentino” de CIPPEC, FOMIN-Lab y Organización Internacional del Trabajo (OIT), plantea las claves para entender las características de estos trabajadores y la dimensión de un fenómeno, que lejos de ser fácil de clasificar, se presenta como un escenario heterogéneo y complejo. Allí señalan que el empleo temporal, trabajo a tiempo parcial, relaciones de trabajo multipartitas, empleo por cuenta propia económicamente dependiente, constituyen las formas comunes de contratación de la economía de plataformas. Sin embargo, no existen estadísticas oficiales vinculadas a esta modalidad, lo que contribuye a dificultar, aún más, la capacidad de medir su alcance.

No obstante, a partir de un relevamiento con gestores de plataformas y usuarios-proveedores, realizado en los últimos seis meses determinaron que existen más de 640.000 usuarios registrados en Argentina.

Según explicó Javier Madariaga, economista y coordinador del programa de Ciudades de CIPPEC, “en 12 de las 15 plataformas relevadas se ofrece trabajo físico de baja calificación (también conocido como gig economy o economía de la changa: Rappi, Glovo, Iguanafix, HomeSolutions, Uber, etc.). Algunas de estas empresas prestan el servicio de ayuda para mover, recoger o entregar muebles, limpieza de hogares, servicios de delivery, cuidado de mascotas, o transporte de pasajeros. Dentro de este grupo, encontramos más de 120.000 usuarios-proveedores registrados”, más del 20% de los trabajadores de plataformas relevados son inmigrantes, y el colectivo más numeroso es de nacionalidad venezolana.

Además, en Iguanafix y HomeSolutions se ofrece trabajo físico de calificación media-alta, como los de técnicos electricistas, gasistas matriculados, profesores particulares o cuidadores de personas dependientes. Dentro de este grupo se estimaron cerca de 5.000 usuarios-proveedores. Por último, en plataformas como Freelancer, Workana y UpWork, se ofrecen servicios virtuales de calificación alta (conocidas también como cloudwork, global work o web basedwork), donde priman las tareas de diseño gráfico y multimedia, programación y traducciones. Allí se registran más de 500.000 usuarios-proveedores registrados, de los cuales menos de un 5% ha recibido ingresos durante el último año.

El nivel de ingreso de estos trabajadores es heterogéneo y varía en función de la tarea realizada. Sin embargo, el estudio determinó que para la mayoría de las personas encuestadas (61,3%), el ingreso percibido a través de la plataforma es su principal fuente de ingresos y es determinante para poder sostener sus gastos habituales. Estos trabajadores ofrecen, en su mayoría, servicios de baja calificación como delivery, servicios de limpieza y transporte de pasajeros.

En esta línea, Madariaga advirtió que la economía de la changa es un fenómeno anticíclico: “si el país está en crisis, las plataformas entran en auge y el ritmo de incorporación de trabajadores es abrumador. Este fenómeno está cumpliendo una función social de contención frente al desempleo, pero eso no justifica seguir avanzando en condiciones de trabajo precarias”. En este sentido, aclaró que esto no está ocurriendo en todos los casos, ya que algunas plataformas como Zolvers (agencia de personal doméstico) contribuyen a la formalización del trabajo.

Los derechos de los trabajadores en el centro del debate

¿Es necesario pensar regulación específica para arbitrar la relación que se establece entre las plataformas y los trabajadores y, sobre todo, garantizar los derechos de estos últimos? ¿Es posible garantizar esos derechos con la regulación que se aplica en las relaciones laborales tradicionales? Son algunas de las preguntas que alimentan el debate.

Cañigueral explicó que las plataformas estarían dispuestas a garantizar algunos derechos, como la provisión de un seguro o un lugar de descanso, pero temen correr el riesgo de que, ante una demanda, un Juez reconozca la laboralización de esa relación. “Particularmente abogo por la protección de las personas trabajadoras en su conjunto, entendiendo que en un futuro habrá cada vez más gente con contratos no tradicionales. Pensar una solución específica para un subsector puede ser un parche que no resuelve el problema. Lo ideal sería garantizar una serie de beneficios a todas las personas trabajadoras, independientemente de la relación laboral que tengan, sin necesidad de laboralizar la relación».

En esta línea, Madariaga agregó que “son muy pocos los beneficios adicionales que reciben los trabajadores en las plataformas. Algunas manifiestan tener a disposición una batería de servicios adicionales, tales como seguro contra accidentes o financiamiento para inversiones en activos, pero estos beneficios no son puestos a disposición de los trabajadores (o lo están, pero no se les informan) por temor a que sean tomados como un criterio para rechazar el carácter autónomo del trabajo y se lo considere dependiente”.

Para Ottaviano por su parte, si el modelo no soporta el cumplimiento de derechos fundamentales de los trabajadores, habrá que adaptarlo, pero resulta inconcebible que las discusiones giren en torno a “si se deben cumplir o no derechos conquistados en Argentina a principios del siglo XX. Si no podemos resolver esto, entonces que no exista el modelo de negocios”.

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