El Brexit, las Malvinas y la pesca en el Atlántico Sur

Este texto de hace algunas semanas de Roberto García Moritán, ex vicecanciller de 2005 a 2008, fue cuestionado en la redacción de AgendAR porque «ahí habla del Mar Argentino como si fuera un observador curioso de algún país lejano. No diagnostica nada, no propone nada». La respuesta es que, lamentablemente, esa actitud se encuentra a veces en algunos de nuestros diplomáticos… y no sólo entre ellos. Como si sintieran algo vergonzoso en la defensa apasionada de los intereses nacionales. No es por cierto una actitud que cultiven los diplomáticos de los países centrales, que por eso han llegado a serlo.

Como sea, la información que brinda aquí es válida y útil. Al final, agregamos algunas sugerencias ya publicadas en AgendAR, pero el velar por nuestros intereses es una responsabilidad de todos los argentinos.

ooooo

«La pesca es un ejemplo de cambios estratégicos británicos tras el Brexit. El sector pesquero del Reino Unido (que representa el 0,2% del PBI), disgustado con las políticas comunitarias de cuotas, ha sido uno de los más entusiastas de la desvinculación. El 92% votó por el Brexit impulsando la campaña «Fishing for Leave«.

Ese respaldo se va materializando en la orientación de políticas pesqueras futuras que ha incluido el retiro británico de la Convención de Pesca de Londres de 1964. El secretario Michael Gove, acuñando el término Green Brexit, ha señalado que Londres desarrollará una política que asegure sustentabilidad, ampliando las áreas marítimas protegidas y reasumiendo la decisión de quienes pueden acceder a la pesca en aguas jurisdiccionales. También anunció que fletará un escuadrón para el control de la pesca.

Asimismo, ha indicado que con la salida de la Unión Europea actuarán con la misma libertad de criterio que emplean Noruega o las islas Feroe. La modalidad sería la de negociar país por país la concesión de licencias para operar tanto en Gran Sol como en Malvinas. Esas referencias han despertado inquietud en las islas Malvinas al interpretar que Londres centralizaría el gerenciamiento de la pesquería, pudiendo restar autonomía en la venta de las aproximadamente 230 licencias pesqueras principalmente a barcos españoles, coreanos, chinos y con bandera de Taiwán.

El énfasis del secretario Gove resulta concordante con manifestaciones del ex canciller Boris Johnson (probable futuro Primer Ministro de Gran Bretaña. N. de la R.) al acordar seis contratos de pesca en el Atlántico Sur, por un período de cuatro años, con empresas de Chile, Nueva Zelandia y Noruega. Según el Daily Mail, el Director Ejecutivo de South Georgia Fisheries consideró a la decisión como una de política exterior al promover vínculos con países fuera de la Unión Europea con miras a un proceso comercial más amplio al concluir el Brexit, incluso en detrimento de empresas isleñas. El Sun informó que Londres había rechazado en los caladeros de Georgias del Sur la solicitud de dos empresas radicadas en Malvinas.

La recuperación de autonomía del Reino Unido en materia de pesca puede ser de interés para los países pesqueros no europeos, en particular de aquellos que enfrentan el avance de asiáticos sobre los recursos de la pesca. Una mayor diversificación de actores relevantes podría contribuir a establecer mejores marcos de negociación ante la intensificación de la competencia de la industria pesquera global, incluso en la creación de nuevas organizaciones regionales de pesca. Cinco países acaparan el 85% de la pesca en alta mar.

En las últimas décadas, la demanda por el producto se ha duplicado. De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en la década del 60 el mundo consumía un poco menos de 10 kilos per cápita al año mientras que en el 2016 aumento a 23,5 kilos. Es previsible que la demanda se estabilice en los 30 kilos en los próximos años.

Desafortunadamente, la dinámica de la industria pesquera, como ha ocurrido con otros recursos naturales, es ideal para poner en entredicho la estabilidad de las relaciones internacionales. La historia muestra muchos ejemplos en ese sentido, incluso de incidentes armados entre aliados estratégicos relevantes. Es de esperar que no sea el caso. Sin embargo, es importante tomar nota de que se avecinan tiempos de creciente complejidad y drástica competencia en todas las pesquerías principales. El Atlántico Sur, que ya enfrenta notorias distorsiones, no tiene por qué ser una excepción».

ooooo

El Atlántico no será una excepción. No lo es actualmente, donde los recursos pesqueros argentinos están siendo depredados por flotas pesqueras -en muchos casos con licencias otorgadas por los ocupantes en Malvinas- pero que también incursionan en nuestra Zona Económica Exclusiva.

La pesca es sólo parte del problema. En noviembre del año pasado dijimos en AgendAR que debemos desarrollar los instrumentos para la investigación y el control de todos los recursos de nuestro millón de km2 de Zona Económica Exclusiva, amén del 1,7 millón adicional que nos otorgó Naciones Unidas, a través de CONVEMAR, en 2016.

De esa extensión tenemos derecho indiscutido sobre sólo 0,3 millones de km2. El resto se superpone con reclamos de otros países, fundamentalmente el Reino Unido. Desde 2012, la inminencia de la decisión de CONVEMAR a favor de nuestro mapa de reclamos aceleró la decisión por parte de Gran Bretaña de construir el “Sir David Attenbourough”, un barco polar oceanográfico del British Antarctic Survey, de inmensas capacidades científicas (y de paso, por sus dos helicópteros, con aptitud para la lucha antisubmarina).

Claramente los británicos quieren tener lo más rápido posible un mapa actualizado de los recursos energéticos y minerales de los fondos sobre los que la Argentina ya reclamaba soberanía. Pero sobre todo, de aquellos nuevos sobre los que, tarde o temprano, tendrá que reclamar. Será el mayor desafío territorial de la Argentina en este siglo.

Pero el problema inmediato es la pesca ilegal en nuestro mar. Sobre ese tema hemos publicado mucho material. Tal vez el resumen más completo esta en la nota Argentina envuelta en redes españolas. Y chinas, aquí y aquí. El Brexit simplemente añade complejidad, en el plano de la política exterior, a este problema.

VIAClarín