Boris Johnson, periodista y político ambicioso, será el próximo Primer Ministro de Gran Bretaña. Ayer martes 23 venció en forma clara a su último competidor por la jefatura del Partido Conservador, Jeremy Hunt. El ex alcalde de Londres y ex canciller logró el 66% de los votos, 92.153, frente a los 46.656 de su rival, en una elección interna que tuvo un 87,4% de participación. Conforme a los usos de la política británica, la actual Primer Ministro, presentará su renuncia a la reina y «recomendará» a Johnson como su sucesor.
En un discurso para los miembros del partido que acababan de votarlo, dijo ¿en broma? que algunos «se estarán preguntando qué acaban de hacer». Y confirmó para cuando pretende que Gran Bretaña salga de la Unión Europea: no después del 31 de octubre próximo.
El Brexit ha sido el tema que provocó la grieta que dominó la política del Reino Unido desde el referendum de hace 3 años, 23 de junio de 2016. Ya se «cargó» a dos primeros ministros conservadores: David Cameron y Theresa May. Y sus consecuencias van a definir el lugar que la historia de su país reserve para B. J.
Remarcamos esto porque los medios locales están llenos de las excentricidades, y unos cuantos papelones, que acumuló el nuevo Primer Ministro en su trayectoria anterior. No se engañen, como a Trump, al que se parece en lo físico y en el estilo, los votantes lo juzgarán por los resultados.
Cuáles serán, es difícil anticiparlo. Hay una diferencia fundamental entre la isla y los EE.UU.: el tamaño de su mercado interno. A Johnson no le sería posible ofrecer una reindustrialización parcial. Ni ha insinuado la mínima intención de repudias el legado desindustrializador de Margaret Thatcher. O acepta una reforma apenas cosmética de las condiciones que Theresa May negoció con Bruselas, o «patea la mesa» y se va sin acuerdo. Muchos diputados de su partido han jurado que no lo permitirán, pero hasta ahora la élite del Partido Conservador ha retrocedido ante Boris y, sobre todo, ante la furia anti U.E. de una parte considerable de los ingleses.
En cualquier caso, la política del nuevo gobierno inglés tendrá que ser la búsqueda de aperturas comerciales, para tratar de sustituir el mercado europeo. Un tratado de libre comercio con los EE.UU., y con cualquier otro interlocutor que pueda aceptarlo. Algunos medios ya han recordado que él fue el primer canciller británico que rindió homenaje ante el monumento en Buenos Aires a los soldados argentinos caídos en Malvinas.
Es cierto que los «kelpers» están preocupados. Ellos sí temen la pérdida del mercado comunitario, y de la condición de territorios de ultramar de la Unión Europea. Hay algo seguro: el actual gobierno argentino no está para evaluar ni diseñar políticas para el escenario geopolítico que se abre, en medio de una campaña electoral. Pero el nuevo gobierno a partir de diciembre tendrá que hacerlo.
A partir de ahora, la política exterior del Reino Unido será más dinámica e imprevisible en la superficie, al estilo Trump. Pero en lo fundamental seguirá los lineamientos que tracen los EE.UU. No tendrá otro remedio. Y el general De Gaulle sonreirá desde donde esté. La unidad europea se irá afirmando sin, en el futuro inmediato, la influencia del Reino Unido (los partidos «soberanistas» de los otros países de la Unión ya no son tan «eurófobos», desde que piensan que pueden ir ganando peso en las instituciones europeas.
Y para los geopolíticos apresurados, se aclara que entre los primeros gobiernos en felicitar a Boris Johnson por su nuevo cargo, estuvieron los de Estados Unidos … y de Irán. El presidente Donald Trump dice «Congratulaciones a Boris Johnson por ser el nuevo Primer Ministro del Reino Unido. ¡Él será grande!». El canciller Javad Zarif se extiende un poco más «La captura de un petrolero iraní por el gobierno de (Theresa) May por cuenta de los EE.UU. fue piratería, pura y simple. Congratulo a mi anterior colega @BorisJohnson por ser el nuevo Primer Ministro del Reino Unido. Irán no busca el enfrentamiento. Pero tenemos 1500 millas del Golfo Pérsico. Esas son nuestras aguas y las protegeremos».
Y como una advertencia sobre las reacciones que despiertan en muchísimos votantes -no sólo en Gran Bretaña- las organizaciones supranacionales dirigidas por burocracias que toman en cuenta la corrección política progresista y más aún los intereses de los bancos, acercamos al final de esta nota un expresivo video «17 Million F*ck Offs – A Song About Brexit».