Por su trayectoria histórica y por sus posibilidades futuras, el Programa Nuclear Argentino es clave para el desarrollo autónomo de la tecnología nacional. Así, AgendAR siempre le dedicó espacio y atención.
Pero debemos reconocer que no es frecuente que en sólo 6 horas hayamos publicado 3 artículos distintos -e importantes- sobre el tema. La entrevista a Carlos Araoz, un historico de la Comisión Nacional de Energía Atómica, el diagnóstico del Sistema Nuclear Argentino a agosto 2019 que elaboraron referentes del sector, y este apasionado texto de nuestro Daniel Arias. Es que son días decisivos.
La pelea es ahora. Sólo nos queda agregar una sugerencia para un futuro gobierno con mayor visión que el actual: la CNEA debe salir de la órbita de la Secretaría de Energía -inevitablemente hegemonizada por petroleros- y volver a su status fundacional de dependencia directa del Poder Ejecutivo Nacional. Son demasiados los aspectos, en el campo de la energía, de la ciencia, de la tecnología de punta y de las relaciones internacionales que tienen que ver con su tarea.
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En lo que queda de aquí al 10 de Diciembre, el subsecretario de Energía Nuclear, Julián Gadano, inexplicable sociólogo a cargo del mayor elenco de expertos nucleares del Hemisferio Sur se podría ir volviendo un fantasma con termo. Éste sería útil para que los ordenanzas no le traigan frío el café, si le llega.
Sin embargo, Gadano todavía tendrá firma hasta la fecha citada. Se autodenominó presidente de Nucleoeléctrica Argentina SA (NA-SA) y desde allí puede volver irreversibles los daños que desde 2016 él y sus sucesivos jefes (Juan J. Aranguren, Javier Iguacel, Gustavo Lopetegui) infligieron al Programa Nuclear Argentino. Por eso sugerimos:
- que en materia de contratos atómicos, especialmente sobre combustibles, y especialmente con China, rija un “no innovar” hasta que asuma un nuevo gobierno nacional,
- que ninguna empresa pública o privada del Programa Nuclear Argentino sustituya a la CNEA en su rol de representante del conjunto del mismo,
- que las asociaciones profesionales y gremiales de la CNEA respondan con juicios de amparo todo intento de forzar el cierre de instalaciones estratégicas existentes, como la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP) de Arroyito, Neuquén, o el Centro Tecnológico Pilcaniyeu (Pilca), en Río Negro, con su planta piloto de enriquecimiento de uranio,
- que el Poder Legislativo bloquee todo intento de la Cancillería de capitalizar dichos cierres eventuales con la firma del llamado “protocolo adicional” al Tratado de No Proliferación.
A continuación, nuestras razones
No innovar con China
Hasta 2015, en una solución de compromiso, a la China National Nuclear Corporation (CNNC) le íbamos a comprar 2 centrales nucleoeléctricas casi regaladas, una CANDU y una Hwalong-1. Respectivamente y en resumen, eran la que queríamos construir nosotros y la que querían vendernos ellos.
El 18 de mayo de 2018, casi al toque del primer acuerdo con el FMI, este gobierno eliminó la primera central y se quedó con la segunda. La CNNC no hizo comentarios: si el pez salta solo del agua a la sartén, ¿para qué gastar en anzuelos y carnada?
Las razones que dio Gadano a partir del 18 de mayo de 2018 van en contra de todo lo que decía desde 2016. Declaró que la tecnología CANDU, con uranio natural moderado y refrigerado con agua pesada, está en extinción.
Mientras se escribe esto, sobre un total de 10 pedidas formalmente en 2015 por su gobierno a la Nuclear Power Corporation of India, Ltd (NPCIL) hay 4 centrales tipo CANDU en obra en territorio indio: Kakrapar 3 y 4 en Gujarat, y Rajastán 7 y 8 en el estado homónimo. La orden se completará con 6 unidades repartidas en Gorakhpur, en Haryana Faterabad, Chutka y Bhimpur en Madhya Pradesh, Kaiga en Karnakata, así como Mahi Banawara también en Rajastán.
Estas centrales remisas a extinguirse pese a Gadano son todas unidades de 700 MW por pieza, copias no autorizadas de la tecnología canadiense CANDU. En suma, hay 2800 MW en construcción y 4200 MW más encargados. Esto sucede en el 2do. estado-nación más poblado del planeta.
Mientras tanto, en el 1er. estado-nación más poblado del planeta (obviamente, China), sobre el cambio de siglo el gobierno compró a Canadá 2 unidades CANDU de 740 MW, idénticas a la que Gadano rechazó para Atucha III. Anduvieron joya, típico de las CANDU. En 2016 las autoridades regulatorias nucleares chinas licenciaron la tecnología de otras 2 CANDU de potencia mayor (1000 MW). Éstas, del nuevo modelo ACR, son capaces de quemar distintos combustibles, además de uranio natural, y llevan una menor carga inicial de agua pesada (un insumo caro). Los muertos que mata Gadano gozan de buena salud. Si hasta evolucionan.
La mayor motivación de China para haberse tentado con “esta vía muerta” que son las CANDU, según Gadano, es que una ACR de 1000 MW puede funcionar perfectamente con los combustibles nucleares gastados por 5000 MW de plantas de uranio enriquecido. Y China tiene una flota de 47 centrales de este tipo y 15 más en obra. Lo que no le sobra en su territorio nacional es un gramo de uranio…
Canadá, la India, Argentina, Corea, Pakistán y Rumania adoptaron en los años ’60 el uranio natural como combustible nuclear nacional para no sufrir extorsiones del “cártel del enriquecido”, formado entonces por la URSS (hoy Rusia), EEUU, Inglaterra, Francia, Bélgica, Holanda y China. ¿Qué extorsiones? Desabastecimiento de enriquecido por no alinearse diplomáticamente, ante todo. “Obedecé o te apago la luz”.
Las presiones de EEUU contra esta tecnología canadiense fueron intensas pero tolerables hasta el 21 de mayo de 1974, cuando India detonó su primera bomba atómica. EEUU aprovechó para culpar al toque a Canadá de haber colaborado involuntariamente.
Según el State Department, el plutonio del arma se había “cocinado” en la primera central CANDU en territorio indio. Sería una imbecilidad técnica extraer el isótopo militarmente útil del plutonio (el 239), de una central nucleoeléctrica: por exceso de irradiación con neutrones saldría contaminado de 240 y 241, hiperreractivos e imposibles de manejar. En realidad, hasta la India admite que el plutonio 239 de su bomba “Smiling Buddha” salió (a mayor pureza y menor precio) de un poco vigilado reactorcito plutonígeno al que contribuyó EEUU, llamado para mayor inri CIRUS, acrónimo de Canada- India Reactor-United States.
Luego del bombazo indio, entre la diplomacia estadounidense y la soviética -luego la rusa- extorsionaron durante décadas a la lista de posibles estados compradores de la Atomic Energy Commission of Canada, Ltd. (AECL) para que desistieran de las CANDU. A la AECL Washington la obligó a exigirle a sus clientes prospectivos la firma del TNP, o Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, redactado originalmente en… Washington. La larga fila ante la puerta de la firma de Ontario se desbandó como atacada a palos por matones, salvo por China, obviamente demasiado grande y ajena para ser patoteada.
La India, ya jugada, copió la ingeniería canadiense con relativa facilidad, y “su ruta”. Por eso el prémier Narendra Modi encargó a la NPCIL 7000 MW de nuevas plantas “CANDU-like”, que se sumarán a la flota de 21 unidades de potencias menores operativas desde hace décadas. Los compradores por derecha pero fieles (Canadá ante todo, Pakistán, Argentina, Corea, Rumania) valoran y conservan sus flotas. Incluso invierten en extender sus vidas útiles a 30 años adicionales, pero –con el panorama diplomático complicado- desistieron de nuevas adquisiciones.
Argentina, puesta contra la pared por AECL en 1974 en medio de la obra de Embalse, tuvo que terminar la central sin los canadienses y “reinventar” en la Gerencia de Combustibles de CNEA los elementos combustibles CANDU. ¿Por qué? Porque las filiales “canuck” de GE y Westinghouse se negaron a suministrar la tecnología.
Lejos de desistir del uranio natural, la Argentina se dotó de la hoy mayor planta industrial de agua pesada del mundo, la PIAP de Arroyito, Neuquén, y continuó su programa de centrales de uranio natural con la tecnología alemana de KWU Siemens de las Atuchas I y II, un 50% más cara. La República Federal Alemana era también demasiado grande como para ser chantajeada por EEUU.
AECL, demasiado vecina y sin nuevos pedidos, amén de perseguida por una campaña mediática organizada en su propio país (vaya a saber por quién) quebró oficialmente en 2011. Pero es obvio que su tecnología, aunque en otras manos, sigue viva y tentadora: tanto como para que China la usara de carnada para vendernos su Hwalong-1, urgida por los avances de su competidora nuclear rusa ROSATOM en América Latina (acuerdos con Chile, Ecuador, Venezuela, Cuba y Paraguay, y ya un reactor vendido a Bolivia en 2017).
Hay dos razones más para que la ingeniería CANDU siga viva: la seguridad operativa y la relativa simplicidad. Lo primero: ningún accidente superior a un INES 2 (por fugas de refrigerante) en las CANDU o sus imitaciones indias, que suman 47 centrales operativas desde los ‘60. Lo segundo: estas plantas carecen de recipiente de presión, una pieza de acero de centenares o miles de toneladas, sólo forjable por la siderurgia de Japón, China, Francia y Rusia. Al reemplazar esta pieza descomunal de cara por centenares de tubos de presión, cualquier central CANDU resulta más barata, y su extensión de vida de 30 a 60 años un trabajo de entre 2 y 3 años. Para una central, es el equivalente de un «transplante de corazón» (y del resto del árbol circulatorio). Y aquí NA-SA lo hizo sola.
«Retubar» a nuevo una CANDU vieja es más difícil que construir una nueva. Pero Argentina lo acaba de hacer y es una prueba viviente de que los distintos tubos y también los complejos mazos de túbulos llamados “Elementos Combustibles” están al alcance de un país mediano, pero con una industria metalúrgica experta en aleaciones especiales como el incoloy, el inconel y el circaloy.
Es el caso de CONUAR, empresa mixta de la CNEA y el grupo Pérez Companc. Con décadas de I&D de la Gerencia de Combustibles de la CNEA y matricería de INVAP, desde 1986 CONUAR nos hizo autónomos en los combustibles de las Atuchas 1 y 2, así como de Embalse. Además, ya exportó componentes a otros países del COG, como la India.
El Dr. Carlos Aráoz, quien en 1958 desarrolló con Jorge Sabato las placas de combustibles del primer reactor nuclear argentino, el RA-1, y luego le vendió la tecnología a Alemania, subraya que toda vez que compró una central, la CNEA jamás pagó por una licencia tecnológica. Primero, porque habría sido pagar dos veces lo mismo, segundo porque vienen con cláusulas restrictivas para la exportación. La historia contada por Aráoz, aquí.
Los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner hicieron una apuesta fuerte a lo nuclear. Pese a haberse formateado en energía gobernando una provincia petrolera, como Santa Cruz, tuvieron la audacia de terminar Atucha II, que había estado 27 años parada. No podían no hacerlo. Con la economía creciendo al casi 8% anual desde 2003 hasta 2011 y la generación eléctrica dominada por los últimos borborigmos de gas de Loma de la Lata (vaciada por REPSOL, Menem y la Alianza), no tenían otra salida que la audacia. Atucha II o apagones en CABA y el AMBA, así de sencillo.
Justamente por petroleros, el difunto Néstor y su viuda tuvieron claro que 1000 MW nucleares te eximen de quemar 1.600 millones de metros cúbicos/año de gas natural. En ese enigmático o problemático sustituto de Loma de la Lata que trata de ser Vaca Muerta, los nuevos 1880 MW chinos podrían liberar más de 3000 millones de metros cúbicos/año para exportación.
Si en 2014 el gobierno de CFK negoció “doblete” con la China National Nuclear Corporation (“Uds. nos regalan una CANDU y nosotros les hacemos el favor de comprarles una Hwalong-1”), en esa decisión no había ninguna voluntad de discontinuar la línea de uranio natural, mantenida a rajatabla a lo largo de medio siglo. Sí había la intención de cobrarle cara a la CNNC la desesperación por meter su central “de bandera” en el único país de la región con una historia nuclear mundialmente prestigiosa, pero donde Chile, Ecuador, Venezuela, Cuba y Paraguay firmaron acuerdos con la rival rusa, ROSATOM, y Bolivia fue más lejos y le compró un reactor de investigación. Si tenés el único trampolín para zambullirte en la pileta el mercado nuclear sudamericano, que empieza a calentarse… le ponés boletería.
En los términos pactados hasta fines de 2015, la CANDU se compraba e iniciaba obra 2 años antes que la Hwalong-1: ya debería estar con un avance de obra del 60%, y la Hwalong, del 40%. Había un 75% de financiación china para todo el paquete, un 4% de interés anual a 20 años con 8 de gracia desde la terminación de cada obra. En suma, ambas plantas se pagaban solas.
La diferencia interesante es que con la dirección de obra a cargo de NA-SA y la participación masiva de más de 130 empresas metalúrgicas, electromecánicas y electrónicas argentinas en la CANDU (70% de componentes nacionales), del costo acordado de U$ 5.672 millones, 2978 millones quedaban aquí, en el país. En comparación, la Hwalong-1 costaba U$ 8.042 millones, pero siendo tecnología muy nueva para nosotros podía tener hasta un 15% de fierros nacionales, lo que dejaba en casa sólo U$ 905 millones, es decir unos U$ 2.000 millones menos que la CANDU. Esto se ve en una propuesta de los doctores Gabriel Barceló y Andrés Kreiner (CNEA), Francisco Spano (ARN) y Fernando Lisse (Comisión de Energía de Diputados) accesible aquí.
Cómo el macrismo logró emputecer una negociación tan favorable para la Argentina es milagroso. No alcanza con ser propetrolero, porque los megavatios chinos serían un negoción gasífero: nos eximirían de importar 2190 millones de metros cúbicos de gas boliviano, y todavía nos quedarían 810 millones a favor para expandir el mercado interno o exportar a países fronterizos. Incluso al precio basura al que la Secretaría de Energía le gusta vender gas a Chile, Vaca Muerta dejaría de ser un lastre y se volvería Vaca Voladora.
La supresión de la CANDU china vino con cola:
- Dejó colgadas a las 130 empresas que terminaron Atucha II y a las 100 que trabajaron para la extensión de vida de Embalse, con una pérdida sumada de por lo menos 10.000 puestos de trabajo calificado,
- Como recompensa por haberle dado al país 2 centrales nuevas que suman más de 1330 ME eléctricos, obligó a NA-SA al despido de los 300 profesionales y técnicos a cargo de ambas tareas (su Unidad de Gestión),
- Le dio al gobierno la justificación para el cierre de la PIAP, la Planta Industrial de Agua Pesada de Neuquén, producto que podríamos estar exportando ya a la India por U$ 700.000 la tonelada, pero del que nos hacen falta 300 toneladas “en stock” para que los 1680 MW que suman ambas Atuchas y Embalse no se paren, y cuya carencia nos obligará a importar a precios ridículos por la escasa oferta mundial,
- Pero ya que estaba, el gobierno dejó también al borde del cierre la instalación de enriquecimiento de uranio de Pilcaniyeu, Río Negro, cuya existencia es la única causa por la cual Argentina consigue el uranio enriquecido al 20% de los reactores exportados a Perú, Argelia, Egipto, Australia, Holanda y Arabia Saudita. Sin Pilca los dueños de la pelota no nos venden más enriquecido. Lo hacen sólo para que no la ampliemos. Y sin enriquecido no sólo no volvemos a exportar un reactor, sino que se para el CAREM, proyecto por el que la CNEA e INVAP trabajaron desde 1984.
- El gobierno también paralizó también la construcción del reactor RA-10 de Ezeiza, capaz de copar entre el 20 y el 40% del mercado mundial de radioisótopos medicinales.
- Y paralizó además la construcción de la futura planta de dióxido de uranio de Formosa, mientras va cerrando la existente en Córdoba Capital, lo que nos deja a merced de sólo tres abastecedores externos.
- Y le quitó a NA-SA la dirección de obra de la central compacta CAREM, para cedérsela a Techint, y le asignó “presupuesto cero” al proyecto en 2019. El CAREM es el “programa de bandera” de la CNEA, la posibilidad para Argentina de exportar no sólo reactores sino centrales de potencia, y por cierto una mucho más moderna conceptualmente que la Hwalong-1. Sin un peso, los contratos de ingeniería de detalle del CAREM fueron cancelados, de los 12 integrantes de su oficina de ingeniería 6 renunciaron o “los” renunciaron, y el ingeniero estrella emigró a Finlandia. 80 operarios y técnicos de la obra, que avanzaba cansinamente, fueron echados.
- Y dejó a la Gerencia de Combustibles de la CNEA fuera de la negociación con la CNNC “para no irritar a los chinos”. Los «combustibleros» de la CNEA son el grupo formado por Jorge Sabato y el mencionado Carlos Aráoz en 1958, y luego Roberto Cirimello. Esa gerencia es la garantía de poder fabricar los elementos combustibles de la Hwalong-1 en Argentina, sin pagar licencia alguna. También es la garantía de no tener cortapisas legales para exportarlos a futuros compradores de estas centrales chinas, si tales clientes quieren algún reaseguro contra apagones en caso de encontronazo diplomático con China. Esa idea la propuso para transformar una crisis en una oportunidad el invenciblemente pragmático Aráoz, sin ser siquiera escuchado. Es que la negociación por combustibles con CNNC ahora la conduce NA-SA. Que ya no es más la formidable NA-SA que retubó Embalse en 2018. Ahora fue lobotomizada por despidos e intimidación a estado de una “utility” boba, es decir ya no es una constructora con ingeniería propia sino una simple operadora de centrales.
La suma de todo sobrepasa cualquier alineación antinuclear del gobierno con las multinacionales petroleras. Es otra cosa. Constituye una genuflexión ilimitada ante la embajada de un país que, como los EEUU, a fuerza de complicar y encarecer la ingeniería hace 40 años que no se vende una central nuclear ni a sí mismo, pero rabia por volver al negocio.
Como dicen Barceló, Kreiner, Spano y Lisse, en caso de ser reelegido el macrismo, le tomaría unos 6 meses destruir definitivamente el Programa Nuclear Argentino. Con chatarrear la PIAP, cerrar “Pilca”, declarar al país sin capacidad de fabricar agua pesada o enriquecer uranio y firmar un Protocolo Adicional al TNP, está hecho. Todo intento de volver a a ser lo que éramos en 2015 hará que los EEUU nos declaren un “rogue country” y nos trate como a Irán: bloqueo comercial.
Pero todo esto, dicen los nombrados, se puede hacer mucho antes y a decretazos, o incluso sin ellos, de prepo, baipaseando al Poder Legislativo y antes de las elecciones presidenciales. ¿Cuándo este gobierno trató de ser prolijo?
Lo evidente, aunque no inevitable, es que el próximo gobierno no será macrista, pero Fernández & Fernández no la tendrán fácil. Debería retrotraer las negociaciones con China, por ahora limitadas a cartas de intención, a su estado de 2015: dos centrales, no una, y nos gusta el uranio natural, y aquella financiación, no ésta, y el combustible de ambas se hace aquí, y punto. Los chinos no estarán contentos: ahora el macrismo les dio acceso gratis al trampolín argentino sin tener que endulzarnos con una CANDU “made in Argentina” por argentinos. Posibilidad que además de mantener viva en Occidente una tecnología que le pisa el poncho a EEUU, Europa y Japón, le haría rechinar los dientes al FMI, con el cual tenemos una deuda a corto plazo y en dólares que cancela… justamente entre 2020 y 2024.
Por todo lo cual, queremos que mientras dure el interregno hasta el 10 de diciembre de 2019, Gadano no pueda firmar lo que se dice nada. Salvo su renuncia.
Daniel E. Arias