Un desarrollo argentino en anteojos inteligentes

Lucas Sala, un empresario argentino al frente de Caecus Lab, desarrolló una solución que ayuda a las personas con discapacidad visual.

Empezó como un proyecto de tesis y terminó creando una empresa, que todavía es pyme. La historia de Caecus Lab, que desarrolla dispositivos tecnológicos inclusivos, se remonta a 2016, cuando a Lucas Sala, entonces estudiante de Ingeniería en Sistemas en la UTN, en la sede de Córdoba, se le ocurrió armar anteojos que ayudaran a personas con discapacidad visual (PDV) a desenvolverse en la vía pública.

No es un tema menor dado que, en la Argentina hay unas 2 millones de PDV y el 4% de la población de América latina es no vidente. A través de lentes inteligentes, Caecus Lab brinda asistencia en los recorridos diarios y en la detección de obstáculos, mediante el uso de aplicaciones móviles, web y tecnologías de soporte. Los dispositivos, que se vinculan con el celular de uso habitual de la PDV, tienen un reconocedor de voz, que activa dos aplicaciones móviles.

«Una persona ciega va a poder identificar un local comercial, un museo, un semáforo. Si ingresa al museo, va a poder identificar sus obras de arte», se enorgullece Sala.

Pensar en el prójimo es parte del ejemplo que el emprendedor recibió de chico. «Mis padres tienen una ONG a través de la cual capacitan a las personas en oficios para darles una herramienta de inserción laboral. De niño aprendí a ayudar a las personas con cierto grado de vulnerabilidad», recuerda. Y esa sensibilidad se entremezcló con su capacidad de inventiva y la pasión por armar, desarmar y aprovechar todo aquello que ya no servía para darle una nueva funcionalidad.

La tesis fue tomando forma cuando Sala y sus compañeros Juan Panzetta, Rodolfo Juárez y Gonzalo Morales pusieron manos a la obra. Para armar un equipo multidisciplinario, sumaron a un psicólogo y a una profesora en orientación y movilidad, y se pusieron en contacto con varias fundaciones.

Al momento de hacer el primer prototipo no contaban con presupuesto. «Hicimos una lista de los dispositivos que nos hacían falta y muchos de ellos estaban en los celulares. Empecé a desarmar todos los equipos que estaban en mi casa. Saqué baterías, parlantes y compramos sensores.

También, unos anteojos de soldar y empecé a pegarle todo lo que recuperé de tecnología obsoleta», comparte Sala. Cuatro meses más tarde, estaban haciendo las primeras pruebas con PDV en la Plaza de la Intendencia, en la capital cordobesa.

Los resultados fueron sorprendentes y el boca a boca hizo lo suyo. «Había gente que nos decía que quería anteojos pero ya no me quedaban celulares en casa. Empezamos a pedir a nuestros familiares que nos donaran sus teléfonos viejos».

El año pasado, Caecus Lab pudo terminar el proceso de incubación en diferentes instituciones. «Recibimos un fondo semilla de Córdoba, programa Emprendium, por $ 200.000; este año, una inversión de u$s 50.000 de un fondo privado, y luego una coinversión de la provincia de Córdoba a través del programa Más empresas. También aplicamos al fondo semilla nacional y recibimos la mitad del primer lanzamiento del Fontec de Córdoba por $ 180.000. Y estamos firmando el contrato de desembolso del Fonso por $ 650.000, que está en proceso», enumera.
Y los logros no se acaban. Caecus Lab fue preseleccionado para participar de los premios everis este año y ganó en la categoría Impulso del premio Makers del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires junto a Lagash, una compañía dedicada al desarrollo de soware. «Recibimos una inyección de $ 100.000, capacitaciones en digital house y mentorías», agrega.

El interés por los lentes cruzó la frontera. «En Chile quieren replicar el proceso. Estamos recibiendo del gobierno de ese país u$s 40.000 más». Para el año que viene, la firma proyecta su desembarco en México y en 2022 la idea es entrar al mercado estadounidense.

La empresa tiene una producción on demand. Desde febrero, cuando empezó a comercializar el producto, lleva unos 100 anteojos entregados.

VIACronista