Desde Japón, donde acudió este martes a la ceremonia de ascensión al trono del emperador Naruhito, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, amenazó con impulsar sanciones a la Argentina en caso de una victoria de Alberto Fernández. El capitán retirado dijo que propondrá dentro del Mercosur algún tipo de penalización hacia el país, como se hizo años atrás con Paraguay cuando el mandatario Fernando Lugo fue destituido. Afirmó que su objetivo es evitar “una gran patria boliviariana y abrir el mercado para el comercio con el mundo».
El mandatario advirtió que pediría sanciones contra Argentina en caso que el gobierno de Alberto Fernández se niegue a la rebaja de tarifas y la flexibilización comercial del bloque, integrado también por Uruguay y Paraguay.
«Podemos reunirnos con Paraguay y Uruguay y tomar una decisión semejante a la que se ha tomado (contra los paraguayos) en 2012», dijo a periodistas. Y agregó: «Sabemos que el regreso del grupo del Foro de San Pablo de la mano de Cristina Kirchner puede poner en riesgo a todo el Mercosur. Y tenemos que tener una alternativa a mano», afirmó Bolsonaro.
De cara a la cumbre del Mercosur que se realizará en diciembre en la ciudad de Bento Gonçalves, estado de Río de Grande do Sul, Brasil presentó un plan de reducción de tarifas de importación y la modificación del Arancel Externo Común que rige en el bloque sudamericano.
El gobierno brasileño presentó a sus socios del Mercosur una tabla de reducción de impuestos de importación inédita. La industria sería la más afectada ya que la iniciativa indica que el impuesto de importación para el sector caerá del 13,4 al 6,4%. Fabricantes de micros y de calzados ya protestaron por la propuesta porque consideran que eso beneficiará el ingreso de productos de China, principal socio comercial de Brasil desde 2009.
En AgendAR creemos que estas afirmaciones de Bolsonaro pueden considerarse una payasada, una imitación de su admirado Trump. Sin el realismo que caracteriza al original, y sin tomar en cuenta las diferencias entre el poder de Washington y el del Planalto. En particular, es dudoso que Uruguay y Paraguay, más sectores importantes de la economía brasileña, se embarquen en la cruzada que propone.
Pero aquí hay, además de una intervención grosera en la política interna de otro país -en estos tiempos de política de gritos no es tan inusual- el intento de dictarle una política económica. Eso ya es más original.
Las entidades empresarias y gremiales argentinas deberían tomar posición. Y nuestra Cancillería, cuando tengamos una nuevamente.