Los números de este cuadro no son exactos. Seguramente, el escrutinio definitivo, en unas semanas, los modificará. Pero, también es cierto que los porcentajes que corresponden a las dos fórmulas mayoritarias no variarán por más de un 1%, si llega a eso.
Alcanzan, eso sí, para dejar claro que las PASO del 11 de agosto funcionaron como una primera vuelta electoral, porque resultaron en un claro ganador, la fórmula Fernández-Fernández, por una diferencia de 16 puntos.
La campaña de Juntos por el Cambio se dirigió entonces a sumar a todos los votantes que rechazaban o desconfiaban de quienes habían ganado en las PASO. Consiguió casi un 90% de los votantes que no habían participado en esas primarias y de los que abandonaron a las otras fuerzas. Mientras que el Frente de Todos sólo sumó poco más de un 10% de ese caudal para la elección general.
Esto no le alcanzó a Macri para ganar, pero reunió un porcentaje considerable de los votos, algo más del 40%, muy por encima de las expectativas previas.
En un plano más general, corresponde afirmar algo que por otro lado es obvio: en una sociedad polarizada como la argentina, la competencia presidencial tiende a ser un balotaje entre dos fuerzas principales. Las elecciones legislativas dan más espacio para la diversidad de opciones.
(El siguiente tweet, que se refiere a la transferencia de votos en las elecciones para gobernador en junio y la general en la provincia de Santa Fe, da una idea del fenómeno a que se refiere esta nota).
(Perotti fue el candidato a gobernador apoyado por los distintos sectores del peronismo, que triunfó en esas elecciones de junio. Bonfatti fue el candidato del Partido Socialista, que en las presidenciales prometió apoyar a Lavagna. Corral era el candidato a gobernador de Juntos por el Cambio).