Qué pasa con el presidente brasileño es un asunto importante para los argentinos, nos gusten o no sus políticas o su persona. Brasil es el principal socio comercial de la Argentina, y su principal mercado de manufacturas. Como nosotros lo somos para las manufacturas de ellos.
Además, Jair Bolsonaro ha decidido extender sus enfrentamientos internos contra Lula, Dilma Rousseff y el Partido Trabalhista. Los lleva al escenario de la América del Sur -por lo menos de palabra-, y, por ejemplo, ataca a Alberto Fernández y Cristina Kirchner, a los que ve como amigos de sus enemigos. En realidad, pretende que se lo vea como el azote de la izquierda y el progresismo en general -su canciller dice que son las «fuerzas del mal»- y se plantea ser el mejor amigo de los EE.UU. en la región.
Tal vez lo sea pero los EE.UU., salvo algunos gestos amables de parte de Trump, no parecen valorar mucho su amistad, especialmente después que John Bolton, el ideólogo de la nueva derecha militante, fue despedido.
El hecho es que en la política interna -el factor decisivo, salvo cuando está en juego la seguridad de las Grandes Potencias- Bolsonaro empieza a tener problemas. A pesar de su éxito en la reforma jubilatoria -pieza clave del ajuste en las finanzas estatales- sectores importantes del empresariado brasileño están en contra de sus políticas de «flexibilización» del Mercosur. En realidad, están en contra de la apertura irrestricta que quiere llevar adelante.
Y ahora se está peleando con la Red Globo. Que es, para los que no la conocen tengan una idea aproximada, un grupo empresario más grande en relación a Brasil que el Grupo Clarín en relación a Argentina.
El motivo -o el incidente que hace visible el conflicto- es una acusación muy grave: O Globo publicó un testimonio que vincula a Jair Bolsonaro con los asesinos de la concejal Marielle Franco, una socióloga que se destacaba por su defensa de las minorías sexuales y sus denuncias contra la violencia policial en los barrios pobres. (Pueden acceder a la crónica cliqueando aquí).
El crimen ocurrió en marzo del año pasado, y ya hubo acusaciones que tocaban al presidente. Uno de los parapoliciales acusados habría sido custodio en algún momento de uno de sus hijos. Y este testimonio que apareció el lunes también fue publicado por The Guardian, el Washington Post, Rio Times, y otros medios. Pero lo que lo afectó anímicamente al presidente, parece, fue TV Globo. En este breve (menos de 2 minutos) y bastante objetivo video de AFP se puede ver su reacción. (Si no se reproduce, puede acceder a él en Youtube aquí)
Y hace pocas horas el Financial Times publica una nota donde dice que esta diatriba nocturna (casi 24 minutos, en la noche del lunes 29; puede verse entera aquí) ha provocado dudas sobre el estado mental del presidente brasileño…
A. B. F.