Orlando Ferreres, de Orlando J. Ferreres & Asociados, es un economista ortodoxo y uno de los consultores favoritos de las grandes empresas. Ha sido un duro crítico en el pasado de las políticas del gobierno kirchnerista. Por eso, su opinión, que publicó la semana pasada en La Nación, puede sorprender:
«Sí, hay margen para crecer pues el PIB efectivo ha estado estancado desde el 2011 hasta el 2019, con sus oscilaciones y ahora es más bajo que en aquel año. Esto otorga alguna posibilidad al gobierno de Alberto Fernandez de enderezar el crecimiento, a pesar de lo difícil que es la situación inicial, con control de cambios, reprogramación parcial de la deuda pública y congelamiento de precios «pisados», caída del salario real y pobreza del 35,4 %.
Si tomamos en cuenta el PIB según la Frontera Posible de Producción ( FPP), es decir, el nivel máximo de PIB que podríamos obtener con los recursos naturales, capital y mano de obra acumulados, en el año 2002 había un margen de 30, 4 % de posible crecimiento técnico, dado que el PIB efectivo tenía esa diferencia con el PIB potencial.
¿A cuánto llega la diferencia actual en 2019, es decir, cuanto puede crecer el PIB efectivo respecto del potencial máximo (FPP), sin nuevas inversiones? Esta diferencia es de 10,1 %, o sea se puede intentar crecer pues la inversión bruta interna fija fue positiva aunque baja en la época de Mauricio Macri, aunque en los últimos años apenas creció el PIB potencial, pero bajó el PIB efectivo.
El PIB potencial también se estancó entre 1999 y 2003, pero después empezó a crecer dicho producto, por ejemplo, por los buenos precios de las commodities y por el aumento del mercado interno. Cuando la economía empezó a crecer, del 2003 hasta el 2008, lo hizo a un ritmo de 8,0 % anual o sea, se aprovechó bien la ventaja de la inversión efectuada previamente, en la convertibilidad.
Este crecimiento fue con bajo gasto público y un fuerte superávit fiscal que, sumado al de las provincias, fue en algunos años del 6 % del PIB. Esto se cambió con Cristina Fernandez de Kirchner, que llegó a un fuerte déficit fiscal superior al 6 % del PIB y que complicó la evolución de la economía de allí para adelante. Con Macri no mejoró el gasto público, sino que aumentó y eso complicó más la evolución macroeconómica, atrasándose el tipo de cambio sobre lo que correspondería, es decir, con respecto al cálculo de la Paridad Teórica de Equilibrio (PTE).
Esta evolución macroeconómica se ajustó en el último año y medio pero ya la deuda era muy grande y hubo que pedir rescate al FMI por dos veces. Como el salario real y la pobreza no mejoraron, si bien se llegó a un 41 % de los votos en las elecciones del 27/10, igual se perdió dichas elecciones en esa primera vuelta.
El otro cálculo que podríamos usar para este análisis es el «PIB nairu» que en inglés quiere decir «PIB en el punto de «Non-Accelerating Inflation Rate of Unemployment», que sería «ocupación en el punto de no aceleración de la inflación», un nivel de PIB de equilibrio de largo plazo. Este mecanismo se usa mucho por la Reserva Federal de EE UU para ver donde fijar la tasa de interés del Banco Central americano (FED). Este número del «PIB nairu», que relaciona la inflación y el empleo por medio de la curva de Phillips, puede dar casos cuyo nivel puede superar al máximo efectivo, por lo cual usamos la otra clasificación de FPP o «PIB potencial», que es el máximo lograble. Aunque los dos son teóricamente posibles, mucho más simple es el de PIB máximo lograble.
¿Cuándo hubo un 10 % de posibilidad de incremento del PIB efectivo? Esto ocurrió en el año 2000, donde el PIB potencial era de unos 540 mil millones de pesos de 2004 y el PIB efectivo era de 490 mil millones de pesos de 2004, por lo que la diferencia era de 10 %. Igual se recayó en la crisis del 2002 y allí la recesión fue mayor, lo que permitía teóricamente una recuperación del PIB cercano al 30 %, que efectivamente ocurrió en varios años.
La situación ahora es más difícil, pero también se puede intentar con un plan de Alberto Fernandez que trate de organizar la producción para el consumo interno y la exportación, que serían los factores que pueden crecer en el corto plazo. Se requiere también pensar en inversiones en shale gas y shale oil, lo que es clave para no tener que importar gas durante el año, como ocurrió en algunos periodos del pasado. Lo mismo se requiere mantener la rentabilidad del campo y de otros sectores, pues son proveedores de dólares, lo que el país necesita. Además, hay que tener en cuenta el aspecto fiscal, pues hay que reorganizar la deuda en su reprogramación en el tiempo, como ocurrió en el Uruguay, pero con ajuste fiscal, que no puede ser dejado de lado.
Como conclusión, es posible un crecimiento del PIB, aunque esto tiene que estar muy acompañado por las demás variables macro y microeconómicas en un sentido de que todas tienen que tener una evolución coherente».