El pragmatismo chino es infinito. Apenas una semana después de la carta enviada por Xi Jinping a Alberto Fernández para felicitarlo por su victoria electoral, el gobierno del gigante asiático avanzó con un acercamiento concreto para profundizar la relación bilateral y acelerar los proyectos chinos en la Argentina.
El embajador chino en Buenos Aires, Zou Xiaoli, se reunió con Fernández en las oficinas que inauguró en Puerto Madero para explicar qué relaciones diplomáticas desea Beijing con Buenos Aires cuando el gobierno peronista suceda a la administración de Cambiemos.
“Fue una reunión muy cordial, con una muy buena predisposición de China y una imperiosa necesidad de trabajar juntos”, comentó a Infobae un dirigente del Frente de Todos que trabaja en las oficinas de Puerto Madero.
Junto a Fernández y Zou estuvieron Santiago Cafiero, probable jefe de Gabinete, y Matías Kulfas, que aparece como posible ministro de Economía.
La reunión sirvió para hacer un repaso de todos los proyectos que China quiere desplegar en la Argentina como parte de la “alianza estratégica integral”, y también para hacer un balance de las relaciones entre el gobierno chino y la presidencia de Macri. En este contexto, revelaron desde el Frente de Todos a Infobae, se observó cierta molestia de China con la administración de Mauricio Macri por no haber cumplido con algunos acuerdos pactados con Xi.
El caso paradigmático, acorde a la perspectiva de Beijing, fue el contrato trunco por la construcción de dos centrales nucleares con tecnología china en Campana. La primera, una CANDU de de uranio natural de 740 MW, era la que le interesaba a la Argentina, ya que es idéntica a la de la central de Embalse, Córdoba. Conoce perfectamente la tecnología desde 1974, tiene proveedores argentinos para cada componente, también la mayor fábrica de agua pesada del mundo (sin ella, el uranio natural no entra en reacción), y aportaba, entre horas de trabajo y piezas, el el 75% de la central en valor. Esa planta iba a parar al predio de las Atuchas I y II, también de uranio natural, hoy debería estar terminándose, y en ese pico de construcción, generando 7000 puestos de trabajo directos y muchos miles más indirectos.
La segunda central es la que le interesaba plantar a China en esta región donde no hay ningún equipo nuclear de ese origen: es de uranio enriquecido y se llama Hwalong-1, literalmente, «Dragón Chino». Para el gobierno de Xi Jingping devino en un aparato «de bandera», un símbolo de su dominio tecnológico de la ingeniería atómica y de su capacidad exportadora. El Programa Nuclear Argentino, sin mayor interés en uranio enriquecido desde 1967, no sólo no tiene capacidad propia de suministrar el enriquecido en las cantidades que este aparato devoraría, sino tampoco un lugar adecuado en Atucha o en Embalse para poner esta máquina de 1140 MW.
La Hwalong-1 sería obviamente una adquisición «llave en mano», en la que Argentina a lo sumo contribuiría con la obra civil (hormigón y construcciones), y con su industria metalúrgica, metalmecánica, electromecánica, electrónica y de montajes más bien «en plan mirón», agarrando a lo sumo pequeños trabajos. Para cualquier CANDU, Argentina fabrica el combustible desde 1984. Para una Hwalong, en cambio, tendría que abrirse una compleja negociación para que la CNNC (China National Nuclear Corporation) le transfiriera la tecnología a nuestra fábrica, CONUAR, dentro del paquete global de compra, sin cobrarla aparte. No iba a ser fácil, pero no era imposible: ya lo hizo 3 veces con otros proveedores.
Pero durante el gobierno de CFK, y con un pragmatismo casi chino, nuestro gobierno acordó comprar ambas centrales a cambio de un financiamiento de lujo por la parte oferente: 85% para ambas operaciones, con 8 años de gracia para empezar a pagar, 20 años de plazo para hacerlo y un 4% de interés anual. Con un ritmo de construcción decente, cada central entraba «en línea» al 5to o 6to año del inicio de obra, de modo que cada central terminaba pagándose sola con la electricidad vendida, y dado que ambas están diseñadas para un primer ciclo de vida de 60 años, todavía les quedaban 32 años de trabajo. Desconfiada del poco amor que tiene la Argentina por el uranio enriquecido, la CNNC (China National Nuclear Corporation) exigió que se empezaran ambas obras al mismo tiempo. El gobierno argentino pidió 2 años «de descalce»: iniciar primero la CANDU en Atucha I, y 2 años más tarde la Hwalong ya se vería en qué provincia (otra compleja negociación).
El gobierno de Macri atrasó primero 2 años la compra de la CANDU, la que interesaba a la Argentina. Luego en 2018 la canceló «para siempre», dado que estaba demasiado endeudado (¿por quién?). Se quedó únicamente con la Hwalong-1, que quería sí o sí vendernos China, lo que obviamente no despeinó mucho a Beijing: se evitaba pagar la carnada, el pez prefería el anzuelo pelado. Pero luego tres veces Macri renegó de esta versión destripada en favor chino del convenio original, alegando “falta de presupuesto”, algo incomprensible porque el 85% venía desde Beijing.
En este camino de idas y vueltas, en 2017, Macri y el gobernador Weretilnek avisaron (y desde China) que la Hwalong-1 se construiría en Río Negro, lo que desató una pueblada en la capital, Viedma, que sólo se aplacó cuando el parlamento provincial aprobó una ley que rechazaba «ad aeternum» toda central nucleoeléctrica… salvo que fuera obra de la empresa nuclear provincial, INVAP. El último acto de rechazo de Macri hacia la Hwalong-1 sucedió en medio del dispendioso fasto de la reunión de la OCDE (Organización para el Comercio y el Desarrollo Económico) en Buenos Aires. La OCDE es un club de ricos al cual Argentina pertenece sólo por su dominio de la tecnología nuclear. No podía haber una ocasión más pública y agraviante hacia los chinos «para bajarse» del proyecto: Xi Jinping se iría 2 días después de terminada la extravaganza, porque quería quedarse a limar los últimos detalles de la operación Hwalong-1 con China. También agraviante hacia la Argentina, porque fue un acto de sumisión explícito al garante oficioso del re-endeudamiento de Macri con el FMI, en este casi el presidente Donald Trump. Xi Jinping, muy chino, sonrió y no dijo ni «mu». Seguramente a Macri ya lo veía «de salida», pero además China no sólo es garante de deuda, por swaps, sino nuestra mayor compradora de soja y de carnes.
Pocos días después de que Fernández ganase las elecciones, el embajador Zou entregó en mano a Felipe Solá una carta del presidente Xi para Fernández en la que destacó: “Argentina es un buen amigo y socio”. Y Guneg Shuang, portavoz de Ministerio de Relaciones Exteriores, expresó en una declaración pública que “China felicita al Sr. Alberto Fernández por su elección como el próximo presidente de Argentina. Creemos que bajo su liderazgo, Argentina obtendrá nuevos logros en su desarrollo nacional”.
El embajador asiático reiteró ante Fernández la idea de que “China concede gran importancia a su relación con Argentina y está lista a trabajar con Argentina para avanzar en el desarrollo sólido y estable de nuestra asociación estratégica integral para brindar mayores beneficios a los dos pueblos”.
Estos son los proyectos que China tiene mucho interés en desplegar en la Argentina:
1-La central nuclear. Se trata de un proyecto para instalar una central nuclear en Lima, es decir en el predio de las Atuchas, «con tecnología estrictamente china», como dice Infobae. Obviamente, a CNNC ya no le importa vendernos otra cosa que la Hwalong-1. El proyecto por ambas centrales en tiempos de Cristina Kirchner era de U$ 12.000 millones, y hoy los chinos hablan de U$ 9.000 millones.
Obviamente, China no piensa en la CANDU, pero la mayor parte de los profesionales históricos de la CNEA, de NA-SA (Nucleoeléctrica Argentina SA), de Dioxitek y del sector privado nuclear, entre ellos Pérez Companc, Pescarmona y Techint sí, y ni hablar de las 130 otras firmas argentinas que en 2014 terminaron Atucha II, y de las 100 que en 2018 «retubaron a nuevo» Embalse, y le consiguieron 30 años más de vida. Quieren trabajar, construir y cobrar, no mirar cómo se instala la Hwalong-1 por televisión. Después del fracaso de las negociaciones con el gobierno de Macri, en la administración china esperan avanzar de una vez por todas con este proyecto clave para Beijing. También lo es para Buenos Aires, pero no es imposible que la nueva administración quiera volver al acuerdo anterior, el de una CANDU y una Hwalong-1.
Xi Jinping no logró cerrar un acuerdo con Macri para la construcción de una central nuclear en Argentina
2-La hidrovía. El gobierno chino confía en ganar una licitación en el 2020 para las obras de dragado y balizamiento de la hidrovía del río Paraná-Paraguay. Hasta ahora, esta vía está en manos de la empresa argentina Hidrovías SA. Según pudo saber Infobae de fuentes diplomáticas, la empresa china Cofco está dispuesta a ofrecer hasta un 30% menos del costo global de las obras. También está la gigante Shangai Dredging Company (SDC), que ya en el 2016 ofrecía un peaje de USD 2,25 la tonelada de registro neto frente a los USD 3,05 que cobra Hidrovía SA.
3-Polo logístico. Esto sí que es una novedad. En su reciente visita a la Argentina el ministro de Defensa chino, el general Wei Fenghe, resaltó el interés de empresas estatales de ese país por participar en las licitaciones para construir un Polo Logístico Antártico en Ushuaia. La idea es armar allí un centro de operaciones vinculado a la potencialidad de los recursos naturales para el traslado de mercaderías y la explotación de recursos de ultramar. Se trata de un proyecto chino con una inversión inicial de USD 50 millones de dólares. Sobre este tema hablaron Fernández y el embajador Zou, quien la semana pesada recibió por este tema al gobernador electo de Tierra del Fuego, el peronista Gustavo Mellela.
Habrá que escuchar con oídos despiertos: Ushuaia controla algo de la navegación por el Canal del Beagle entre el Atlántico y el Pacífico. Es un tránsito más bien escaso, porque el pasaje comercial interoceánico lo domina el Canal de Panamá, y en mucha menor medida el del Estrecho de Drake, pasando por el sur de la isla chilena de Cabo de Hornos. Fuera de proyección de poder geopolítico, por ahora no se entiende mucho el interés chino por Ushuaia, pero no es el único lugar que podría ponerse de moda: muy cerca y en la orilla sur del canal está Puerto Williams, capital chilena de la isla Navarino, con calidad comparable (calado profundo, relativa protección ante vientos y oleaje). Lo de que el polo propuesto se llame «Antártico» también es sugerente: Argentina y Chile son los países más cercanos al único lugar del perímetro del Continente Blanco, hoy en rápída deglaciación, donde se embarca y desembarca fácil: la Península Antártica.
4-El polémico 5G. Entre los otros temas que hay en carpeta, pero que no está claro si se habló ayer en la reunión de Alberto Fernández con el embajador Zou, figura el interés de China por desembarcar con Huawei en la Argentina para el desarrollo de tecnología 5G en las telecomunicaciones. Este es un tema polémico, ya que Estados Unidos pone reparos en todo el mundo ante el avance chino en este campo porque entiende que esto hace peligrar la seguridad nacional de los países que podrían ser espiados por la inteligencia de Beijing. Pero los 35.000 km. de fibra óptica subterránea de nuestro país, de los que 31.000 km. se tendieron durante el gobierno de CFK, están hechos con cables ópticos chinos, así como también buena parte de la electrónica de conexiones. Es la llamada Red Federal de Fibra Óptica (REFEFO), y el «backbone» físico invisible de todos las comunicaciones visibles: la telefonía inalámbrica actual, la TV, la radio y obviamente los servicios brindados por Internet, desde Waze hasta Tweeter, desde el e-mail hasta WhatsApp. EEUU no parece preocupado por nuestra seguridad, sino por haber llegado tal vez un poco tarde a la parte estructural y profunda de nuestro mercado de telecomunicaciones.
5-Litio, Vaca Muerta y represas. También se habló en la reunión con Alberto Fernández de potenciar los proyectos para que empresas chinas puedan desplegar inversiones inminentes en el norte argentino para la explotación de litio. Y se mencionaron los potenciales de inversión en Vaca Muerta al mismo tiempo que el avance de las obras para las represas Cepernic y Kirchner en Santa Cruz.
Todo esto forma parte del nuevo vínculo que China quiere establecer con el gobierno de Fernández y que prevé también el giro de swaps con yuanes para el financiamiento de la Argentina en caso de alguna crisis económica. ¿Los chinos se referirán también a la actual?