Rafael Kohanoff, 94 años, a cargo de diseñar en el INTI ayudas para adultos mayores

Rafael Kohanoff es fácil de encontrar. Todos los días pasa varias horas trabajando en su atiborrada oficina del parque tecnológico del INTI: mantiene reuniones con ingenieros electrónicos, técnicos en plástico o empresarios PyME. También viaja con frecuencia a visitar escuelas técnicas de las provincias, para hablar con profesores y alumnos. O para dar charlas y hacer preguntas en centros de jubilados. Nada fuera de lo común para un empleado estatal. Claro que lo particular de este ingeniero químico, que nació en 1925 en Santiago del Estero, es que a los 94 años es el encargado de concretar y difundir los diferentes proyectos que idean desde el Centro de Tecnologías para la Salud y Discapacidad (CTSD) que funciona en el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI).

«La idea que nos guía es simple: diseñar soluciones adecuadas para cubrir las necesidades de personas con alguna discapacidad. Hay que pensar que alrededor del 11% de la población argentina tiene algún tipo de discapacidad, ya sea motriz, visual o cognitiva», contó Kohanoff. «Y muchas veces son cosas simples que no necesitan ni de electrónica sofisticada ni tienen un alto costo».

Justamente, una de las ideas más simples que popularizaron es algo que cualquier persona puede hacer en su casa: «se trata de un apoyo para que cuando alguien coloca su bastón contra una mesa éste no se «patine» y caiga al piso. Basta con unos centímetros de goma-eva y una tijera. Incluso se puede hacer usando un pedazo de goma de auto».

Claro, hacerlo no es el problema sino que la idea llegue a las miles de personas que usan bastón. Y como no es un gran negocio, es algo que no le interesa a las empresas. «Por eso pensamos que podrían hacerlo chicos de primer año de las secundarias técnicas, como parte de un trabajo práctico. Y así publicamos todos los instructivos necesarios en nuestra web, para que -inclusive- lo fabriquen los cuidadores domiciliarios de ancianos».

En ese mismo plano de tecnología simple pero adecuada pensaron la cartilla autoimprimible para ayudar a detectar problemas visuales. «Son afiches de diagnóstico que suelen estar en consultorios oftalmológicos. Pero allí concurren los que saben que tienen un problema de visión. Y muchas veces tardan años en llegar a la consulta. Esta cartilla con su instructivo puede ser usada por cualquiera, sin tener entrenamiento médico: una maestra o una mamá. Y, si detecta un problema, puede llevar al chico a un oftalmólogo en forma prematura».

Otros desarrollos tecnológicos consistieron en perfeccionar ideas simples: «recurriendo al velcro, alambres, caños de plástico, palos de escoba, platos de madera, un pedazo de goma-eva, tornillos e ingenio, diseñamos elementos que pueden ayudar a las personas de la tercera edad a tener una vida cotidiana autónoma». Así pusieron a punto dispositivos que facilitan a las personas con diferentes discapacidades el vestirse, prenderse los botones, colocarse medias y zapatos, levantarse de la cama o entrar y salir de un vehículo. Todas cosas que facilitan la vida cotidiana de los mayores, y también de sus cuidadores y familiares.

«Todo esto es clave ya que hace décadas que viene aumentando la expectativa de vida y cada vez más gente necesita llevar una vida autónoma el máximo tiempo posible», explicó Kohanoff. Y desde su Centro diseñadores textiles prepararon moldes para hacer camisas y pantalones que pueden ser usados por personas postradas, en silla de ruedas o con sondas urinarias y bolsas de colostomía.

«Son ocho dispositivos simples. Todos tienen los planos y especificaciones en la web, con instructivos completos, los materiales necesarios y como fabricarlos.

Complejidad. Claro que también desarrollaron tecnologías más complejas. Un ejemplo de los productos salido del trabajo de los equipos técnicos de este Centro es un dispositivo diseñado para hacer rehabilitación neurológica, pensado para aquellas personas que tienen que realizar ejercicios físicos en forma sistemática para recuperarse, por ejemplo, tras haber sufrido un ACV. «Con la suma del trabajo de expertos de diferentes centros del INTI, pusimos a punto un prototipo de un equipo de rehabilitación sofisticado. Ahora está siendo homologado. Pero lo importantes es que podrá ser utilizado por cualquier centro médico ya que ofrece todas las funciones básicas la rehabilitación». Lo interesante, destacó Kohanoff, es que fabricarlo nos cuesta alrededor de US$ 20 mil. Y sirve para reemplazar equipos importados, con tienen prestaciones similares, pero que cuestan unos 500 mil euros».

En esa línea, Mario Aguilar, ingeniero electrónico del equipo de desarrollo del CTSD, explicó que hicieron otro aporte a la rehabilitación con equipos dedicados al «analisis» de la marcha que permite mejorar estos tratamiento. «Los que se consiguen importados usan sofisticadas cámaras digitales y un software especial. Y su precio no baja de los US$ 60 mil. El que diseñamos nosotros es equivalente, pero como usa cámaras web comunes y desarrollamos nuestros propio software, el costo del prototipo no supera los $ 25 mil».

Exoesqueleto para rehabilitación
Uno de los problemas de salud más comunes que deben resolver los expertos en rehabilitación es mejorar la calidad de vida de personas que sufren patologías neurológicas que afectan las movilidad de rodillas y tobillos. «Cuando supimos de esa problemática, hace ya un lustro, junto a expertos de otros países, se armó la Red Iberoamericana de Exoesqueletos Robotizados de Bajo Costo. Expertos en robótica de esta red pusieron a punto varios prototipos. Están pensados como una herramienta de tratamiento para ser utilizados en las clínicas de rehabilitación de manera de asistir y reeducar la marcha de los pacientes que sufren este tipo de problemas».
Pero estos exoesqueletos robotizados tienen la posibilidad de ser mejorados y también poder ser empleados en cuidados de salud de pacientes con otras patologías: «por ejemplo, personas que padecieron poliomelitis o botulismo. Y algunos de estos prototipos de exoesqueletos serán evaluados y homologados en forma conjunta por expertos del INTI y médicos especialistas en rehabilitación del hospital Nestor Lencinas, en Mendoza antes de que termine el 2019», contó Kohanoff.

Cifras:

  • Entre el 11 y el 15 % de la población argentina padece alguna discapacidad.
  • Se calcula que hay cerca de 5 millones de personas discapacitadas.
  • De esa cifra, las discapacidades motrices rondan el 50 %.
  • Los problemas visuales son el 20 %.
  • Los déficit auditivos son el 20 %.
  • El resto son discapacidades cognitivas.

VIAPerfil - Enrique Garabetyan