Hace dos días informamos en AgendAR de la Resolución 1854/2019: Macri autoriza otro proveedor satelital a 2 semanas de irse. Ahora, Daniel Arias detalla brevemente el asunto:
A pocas semanas de su probable disolución, la Secretaría de Modernización acaba de habilitar el satélite extranjero de telecomunicaciones número 26 de la gestión macrista. Es la misma presidencia que en 2016 canceló la construcción de los ARSAT 3, 4, 5, 6, 7 y 8, decidida por ley 27.208/15.
Con esa resolución, cuyo texto se adjunta aquí, Argentina volvió a ceder a cambio de nada su mercado propio de telecomunicaciones satelitales. Desde 2016, las beneficiadas en perjuicio del estado argentino, representado por ARSAT SA, son las siguientes multinacionales: Eutelsat, Hispasat, SES, Intelsat y Telesat o de sus subsidiarias en la región (Hispamar, Eutelsat Américas).
La introducción justificatoria de la resolución que acaba de habilitar el HISPASAT 74W-1 está escrita en el “leguleyés” impenetrable de práctica en estos casos. No obstante, se discierne que llama “brasileña” a Hispamar. Lectoras, lectores: esta no es una gauchada a Brasil, nuestro socio continental. Hispamar es tan brasileña como el toreo, las castañuelas y el cantejondo. El retintín ibérico del nombre se debe a que es una sucursal de Hispasat, empresa española cuyos funcionarios/socios integraron nutridamente el extinto Ministerio de Telecomunicaciones que dirigió Oscar Aguad. Desde Modernización, muestran ser buenos soldados del “rey querido”: siguen operando hasta el final.
Con este tipo de recursos administrativos de bajas calorías legales, Macri no sólo incumple 26 veces en 4 años una ley nacional. Logra irse dejando acorralada en una parte ínfima del mercado satelital argentino a la empresa nacional ARSAT SA. La cancelación de sus 6 satélites todavía en diseño dejó a firma nuclear y aeroespacial barilochense INVAP a punto de quebrar. Probablemente era el objetivo de máxima de esta movida: dos pájaros de un tiro. Un pájaro sobrevivió gracias a un reactor nuclear que compró Holanda en 2018. ARSAT, en cambio, quedó bajo administración de Modernización, que la sostiene como la cuerda al ahorcado.
En 2014 y 2015, con sus satélites 1 y 2, ARSAT hizo de Argentina uno de los dos países americanos capaces de diseñar y operar estos aparatos monstruosos. No son satélites comunes de órbita baja. Son GEOs, más espacionaves que satélites. Tras “apearse” del cohete lanzador, que los deja a unos 2000 km. de altura, deben llegar autopropulsados a su posición fija sobre la vertical de un punto ecuatorial, a 35.876 km. de altura sobre la Tierra.
Allí “se anclan” con sus sistemas de “stationkeeping”, inmóviles como torres retransmisoras invisibles, en la zona más hostil y peligrosa de nuestro espacio orbital: el cinturón geoestacionario. Allí, resistiendo la agresión del “viento solar” y la de los complejos tirones gravitatorios del Sol y la Luna, deben durar 15 años. Y dando servicios las 24 horas.
El otro país del continente capaz de esta ingeniería es EEUU.
Daniel E. Arias