Brasil acaba con el desarrollismo: el Estado se abre a proveedores extranjeros

El ministro de Economía de Brasil, Paulo Guedes, anunció en Davos la apertura para empresas extranjeras en licitaciones públicas de infraestructura y servicios. Dijo que el llamado ‘compre nacional’ ha generado corrupción.

Guedes hizo el anuncio al confirmar que Brasil adherirá al Acuerdo de Compras Gubernamentales (Government Procurement Agreement) como parte de su política de desregulación de la economía brasileña. «A partir de ahora podemos hacer todas las compras gubernamentales de proveedores extranjeros«, dijo Guedes, en el marco de su participación en el Foro Económico Mundial, en Davos, en representación del presidente Jair Bolsonaro.

«El presidente hizo campaña diciendo que iba a combatir la corrupción y esta medida apunta a eso. Estamos en la primera división de las mejores prácticas mundiales«, dijo sobre el GPA. Guedes puso como ejemplo el megaescándalo de corrupción de la Operación Lava Jato, en la cual más de una decena de empresa de ingeniería contratistas del Estado aparecen pagando sobornos y cobrando sobreprecios de la obra pública. «Hay que preguntarse si queremos seguir siendo 200 millones de tontos sirviendo a 6 constructoras y seis bancos«, argumentó Guedes.

El Ministerio de Economía informó que en 2017 el sector público en general de todo Brasil contrató 78.000 millones de reales (unos 20.000 millones de dólares) en bienes y servicios.

Al ser preguntado cómo afectará esta decisión a la industria nacional y sus cadenas de valor. Guedes respondió que «Brasil no puede ser una fábrica de billonarios a costa de la explotación de los consumidores«.

En 2012 la entonces presidenta Dilma Roussef lanzó un programa que reforzaba las preferencias a la industria nacional en licitaciones del área de defensa, medicamentos, maquinarias y textiles, incluso con un margen de 25% por sobre competidores extranjeros.

AgendAR recuerda a sus lectores un viejo refrán que empieza «Cuando las barbas de tu vecino veas afeitar…» Después del fracaso del «gradualismo» en el gobierno de Macri, si a su vez no consigue afirmarse con estabilidad y un modesto bienestar una propuesta industrialista, en Argentina volverá a ensayarse el aperturismo total, como en las décadas del ´70 y del ´90. Es un planteo permanente, que privilegia los intereses de inversores y consumidores sobre los de empresarios y trabajadores. Sin preguntar de dónde saldrán los recursos para consumir.

El beneficio final, por supuesto, es de empresarios y trabajadores de otros países menos tontos.

VIATélam