Hoy, viernes 31 de enero, a las 23 hs. (en Gran Bretaña; en Argentina, a las 20) entra en vigor el Brexit. ¿Qué cambia? en lo inmediato, nada. Se abre un período de negociación que durará al menos 11 meses. Pero así sucede siempre; los cambios importantes en la Historia no suceden en un momento determinado. Los habitantes de Europa no se fueron a dormir un día bajo la Pax Romana y se levantaron al día siguiente en la Edad Media. Pero eso no hace que esos cambios sean menos reales.
En este caso, el hecho fundamental es que el vigor del proceso de unificación europea — que estimuló otros muy diferentes en otros lugares del mundo también distintos; que armó la zona económica más importante del globo, más que los EE.UU., más que China; que llevó a Gran Bretaña -a la que nunca le entusiasmó la idea; prefería una zona de libre comercio- a sumarse en enero de 1973 — ese vigor decayó. Gran Bretaña se va porque lo decidió una elección hace 3 años y medio, en junio de 2016, en la que el Brexit ganó 51,8% a 48,1%, pero ese resultado mínimo se convirtió en el centro de la política británica y europea. Y llevó a la victoria aplastante de Boris Johnson (un converso tardío al Brexit, dicho sea de paso) y la separación que hoy se formaliza.
Porque la pertenencia a la UE implica para los países miembros aceptar la libre circulación entre ellos de trabajadores, de mercancías, de servicios y de capitales. El principal argumento de la campaña a favor del Brexit fue que los británicos iban a «recuperar el control» sobre sus propios asuntos, en particular un mejor control de la inmigración. Y ese reclamo se escucha cada vez más en más naciones europeas…
En mi falible opinión, sería un error creer que hay una corriente incontenible hacia la desintegración de la UE. Como fue un error pensar que la unidad era un proceso irreversible. Lo definitivo son los hechos -esta separación, por ejemplo, y sus consecuencias.
Porque quizás Escocia quiera quedarse; hasta es posible que en un futuro no muy cercano, Inglaterra regrese; después de todo, entre los ingleses jóvenes el voto por el Remain fue mayoría (también de paso: ¿notaron que muchos jóvenes argentinos de clase media asumen con tranquilidad la posibilidad de trabajar en el exterior?). No importa. Ni la Unión ni Gran Bretaña serán las mismas después de esto.
Ángela Merkel, frau Europa, se retira; Macron, está siendo cuestionado todos los días en las calles de París; la Iglesia Católica, que dio forma a la cultura europea un milenio atrás, está mirando a otras regiones del globo… Si Europa no encuentra un principio unificador, y liderazgos que lo acompañen, como hicieron hace 70 años Adenauer, De Gaulle y De Gásperi, será una zona de libre comercio cada vez más desintegrada. Ya Toynbee había advertido que en la historia humana, las confederaciones laxas no duran; se integran en uniones más sólidas, o se disuelven.
¿Y Gran Bretaña, Inglaterra? ¿Se convertirá, como algunos sospechan y otros esperan, en una gigantesca Singapur? Un centro financiero y comercial global, que a la vez sea un paraíso fiscal para inversores y especuladores de todo el mundo?
La base para eso ya está en las reformas de Thatcher de los ´70, pero no fueron suficientes para mantenerse fuera de la UE. ¿Por qué alcanzarían ahora? Singapur es parte de la diáspora china y funcional a China. La City de Londres ya lo es, y podría serlo aún más, pero eso fastidiaría a Trump y a sus sucesores.
Sobre todo, veo la dificultad principal en una cuestión de tamaño. Lo que puede ser viable en una ciudad como Singapur no lo sería en un país importante, con alguna pretensión a continuar siendo una de las Grandes Potencias (bien después de las dos Más Grandes y de Rusia). En concreto, los países europeos no le permitirían el acceso a sus mercados si se plantea como lo que eran Hong Kong o Macao antes que China recuperara poder.
Como siempre, hay más preguntas que respuestas. Pero más allá de las especulaciones geopolíticas que como buen argentino me gusta hacer, el trabajo que debemos plantearnos ahora es analizar las consecuencias para nosotros.
En lo inmediato, las posibilidades de colocar nuestras exportaciones tradicionales mejoran. El tratado Mercosur-Unión Europea tiene cláusulas que les permiten a ellos rechazar cualquier embarque nuestro con pretextos «sanitarios» según su criterio, mientras que no existe el equivalente para nuestro lado. Una Inglaterra no atada a la política agrícola de la UE sería un mejor cliente.
Pero ese es el plano comercial. Gran Bretaña se verá forzada a justificar para sí misma su «independencia» de Europa asumiendo su rol global. Cuidemos nuestro Atlántico Sur, donde Argentina y Gran Bretaña tienen, es inevitable y va más allá de las intenciones, una «hipótesis de conflicto». Y, dentro o fuera de la UE, ellos no dejarán de tenerla presente.
A. B. F.