El nuevo satélite de la nueva ARSAT

Posible aspecto del SG-1 visto desde abajo: más esbelto que los 1 y 2, y con antenas más complejas. La Tierra, 35.786 km. más abajo, se refleja en un panel solar. Render del socio TAI.

Hace 8 días anunciamos -estuvimos entre los primeros- ¡El ARSAT-3 está en marcha!. Pero no nos imaginamos cómo venía. Aquí Daniel Arias nos lo cuenta. Y vale la pena saberlo. El Arsat-3 y la nueva ARSAT vienen reforzados.

Ahora que la nueva ARSAT S.A. comunicó que vuelve a su mision inicial, hacer satélites geoestacionarios de telecomunicaciones, ¿cómo van a ser? Agendar le preguntó esto al físico Pablo Tognetti, fundador de la empresa y hoy de regreso en su dirección.

Confesamos que nuestra expectativa era que se continuaría con la plataforma de servicios 3K, planificada para los tres primeros ARSAT hasta 2015. En los 1° y 2° funciona “joya” desde 2014 y 2015, el proveedor INVAP ya la sabe hacer con los ojos cerrados, es sencilla, robusta, y se termina rápido. Un “tuerca” la compararía con un Land Rover militar: ni lindo ni potente, ni liviano ni innovador, pero hace lo suyo. Y andá a romperlo.

Después de todo, pese al modesto ancho de banda de los satélites 1 y 2, hechos con la plataforma 3K, igual levantan plata con la pala: venden servicios por U$ 65 millones/año. Mantuvieron a ARSAT desde 2015 hasta hoy.

Tognetti nos sorprendió:  “Propulsión eléctrica y payload flexible, desarrollados en el país. Mayor prestación, menor costo. Entramos esta vez en el momento de crecimiento de estas tecnologías emergentes”, respondió, sucinto. Traduzco al automotriz: “Olvídense de los Land Rover, vamos por un Tesla S”.

Una clave de la decisión es de diplomacia: ARSAT SA ya no es una primeriza. No está obligada a demostrar que los ARSAT no se rompen ante un planeta escéptico, donde sólo 20 firmas de 7 otros países se atreven a construir GEOs, satélites geoestacionarios. De hecho, de puro robustos, los ARSAT 1 y 2 pagaron los seguros más bajos del mercado mundial a fecha de lanzamiento. ARSAT S.A. ahora puede asumir una ingeniería menos paranoica y tomar riesgos técnicos. Eso mejora la correlación ancho de banda vs. peso. Y por ende, los ingresos: ahí arriba, a 35.786 km. de altura, lo que uno vende es ancho de banda.

Pero eso sería la mitad de la verdad. ARSAT está obligada a cambiar de caballo porque también lo está INVAP S.E., su proveedora de satélites. Y es culpa del éxito: los 2 ARSAT que usaron la plataforma 3K anduvieron tan bien que INVAP consiguió un socio tecnológico turco con menos kilometraje espacial pero bolsillos más profundos, Turkish Aerospace Industries (TAI) para desarrollos más audaces.

La delegación turca de TAI se fotografía con la de INVAP en Bariloche, en septiembre de 2019.

Ambas empresas crearon una firma ad-hoc, GSATCOM, para hacer una familia de GEOs con entre 45 y 47 gigabites/segundo de velocidad en su carga útil, apoyada por una plataforma de servicios con propulsión eléctrica y de apenas 1,5 toneladas de masa. Como referencia, los ARSAT 1 y 2 pesan 3 toneladas por gorra… “Y el ancho de banda promedio de la flota GEO actual está en los 10 gigabite/segundo”, añade el ing. Gabriel Absi, hoy a cargo del área satelital de INVAP.

INVAP podría tal vez haber seguido su ruta satelital sin socios si el gobierno de Mauricio Macri no hubiera liquidado “in limine”, en 2015, la construcción del ARSAT 3 (y de 5 aparatos más). Macri lo hizo para regalarle unilateralmente el cielo argentino a 26 satélites de todo origen, con palpable presencia española, para alegría de HISPASAT.

Este regalo probablemente no dañó las finanzas de algunos funcionarios vinculados a TESACOM, operadora local de la firma ibérica, nombrados en su cartera por el Ministro de Telecomunicaciones de 2015, Oscar Aguad. Pero ésas son mezquindades: el objetivo de la movida fue eliminar a ARSAT SA como jugador minúsculo pero emergente en un poker de millonarios: en 2015, la construcción satelital era un negocio global de U$ 5.400 millones, y la venta de servicios satelitales (comunicaciones a la cabeza), de U$ 127.000 millones. Y ARSAT jugaba chirolas, pero en ambas mesas.

Y hay más. Discapacitar a ARSAT como empresa espacial escondía un tiro por elevación contra INVAP. Porque la barilochense es una piedra en el zapato de varias cancillerías.

Esta SE (Sociedad del Estado) rionegrina es de base nuclear, pero tecnológicamente multiforme: una ameba. Desde 1987 destruyó repetidamente a las ofertas estadounidenses, soviéticas, rusas, francesas, canadienses, japonesas y coreanas en toda licitación limpia de reactores nucleares. Ganó en Perú, Argelia, Egipto, Australia, Holanda (2 veces) y Arabia Saudita. En reactores INVAP es la número 1 mundial, y no es imposible que, si se asocia bien, la barilochense copie ese recorrido en otro mercado inmensamente mayor, el de las centrales nucleares compactas “de potencia”.

INVAP radarizó los aeropuertos y rutas aéreas del país con tecnología propia (negocio que la estadounidense Raytheon y la francesa Thompson creían propio), pero también puso radares en barcos y aeronaves de la Armada y la Fuerza Aérea (ceños fruncidos en Londres), y refundó con aparatos propios el SINARAME (Sistema Nacional de Radares Meteorológicos). Con su experiencia en satélites y radares, animales muy autónomos, desplegó los primeros “drones” argentinos de observación realmente robóticos. Y tiene en su foja 5 satélites notables de observación terrestre (en poco tiempo más, 6), y ahora, 2 de comunicaciones.

Mirado desde la sustitución de importaciones, ya el ARSAT 1 supuso evitar desembolsos de U$ 25 millones/año. Mirado desde el equilibrio fiscal, la dupla ARSAT 1 y 2 ganan U$ 65 millones/año y pagan todos los gastos de ARSAT SA. Mirado desde las exportaciones no tradicionales, con el ARSAT 2 la Argentina empezó a vender servicios satelitales a EEUU (el mundo al revés). INVAP es demasiadas piedritas en demasiados zapatos. Sobrevivió a intentos de quebrarla de ya 3 gobiernos.

INVAP se asoció formalmente con TAI el 4 de ese septiembre de 2019, pero venían “en chamuyos” desde 2018. Con la suspensión de los satélites y los radares, al costo de violar olímpicamente la ley 27.208 de Desarrollo de la Industria Satelital (y otras), aquel año Macri había logrado bajar la facturación de INVAP en un 93% respecto de la de 2017, y todavía les debía 700 millones de pesos (pendientes de épocas en que 16 pesos compraban un dólar). Pero en lugar de pagar, mandó a Marcos Peña a Bariloche a impartir “coaching ontológico”: mediten, ábranse el universo, coman pasto y acepten los mercados y la muerte, porque no los va a salvar el estado.

Pero a INVAP vive salvándola el estado desde los ‘80: el peruano, el argelino, el egipcio, el australiano, el holandés (2 veces) y el saudí. ¿No era hora de darle una segunda oportunidad al turco?

TAI tiene su experiencia en aeronáutica. Se inició en 2004 como co-constructora del F-16 Fighting Falcon bajo licencia de Lockheed, pero luego desarrolló otros aviones, drones y helicópteros propios. Son menos complejos que un caza de superioridad aérea de 4ta generación, pero más vendibles. No le va mal: tiene una facturación de alrededor de U$ 1500 millones/año y está entre las 100 mayores del renglón.

En satélites, sin embargo, TAI está como la Argentina en los ’90, antes del satélite SAC-C de la CONAE (Comisión Nacional de Actividadades Espaciales), el “antes y después” tecnológico de la Gerencia Espacial de INVAP. TAI construyó un par de satélites chicos de órbita baja y observación terrestre con la italiana Telespazio, los Götürk 1 y 2, y desde 2014 están trabados con un primer geoestacionario propio de 4 toneladas y con 20 trasponders en banda Ku, el Türksat 6 A, para uso propio. Por la sucinta descripción, se adivina otro Land Rover: pesado y con no mucho ancho de banda.

Pero si tras remarla 6 años todavía no hay foto en la web, uno sabe también que no hay nada mostrable. Y es que el primer GEO suele ser un parto atravesado, algo que sabemos bien aquí. TAI apuntaba evidentemente a 2 GEOs: la denominación 6 A sugiere al menos planes de un 6 B, que tampoco está fotografiable. Bien, por algo sólo 8 países en el mundo sabemos construir estas bestias que deben trabajar 15 años a 35.786 km. de altura. Fuimos el último en entrar a ese club, en 2014.

Ergo, el “affectio societatis” entre INVAP y TAI tiene buenas bases. Turquía no logra terminar con su primer GEO y a la Argentina Macri y Aguad les pararon el tercero.

El acuerdo se hizo por una familia satelital nuevecita y más moderna, un GEO ya no de 1ra o de 2da generación, sino de 3ra, potencialmente competitivo por precio y prestaciones “urbi et orbi”. Con un back-up financiero como el de TAI, la algo experta INVAP se vuelve atrevida.

A la hora de repartir clientes, la cosa está escrita y firmada. INVAP tiene una considerable fama nuclear y fabrica satélites desde 1994, 5 de órbita baja, 2 GEOs, todos impecables.

Pero a no confundirse: los activos turcos comerciales son milenarios. El intercambio entre ciudades estado, y luego entre estados y después entre imperios, e incluso el regalito para desarrugarle el ceño al emperador, todo eso nació hace unos 7000 años en tierras de la Meseta de Anatolia. Y sigue firme ahí.

Con su iniciativa de “La Franja y la Ruta”, Xi Jinping está tratando de recrear la Ruta de la Seda y las Especias. Pero desde tiempos romanos hasta el siglo XVIII, los operadores concretos de esa red vial y naviera, los tipos que trajeron a Occidente esas novedades chinas decisivas, el acero, la pólvora y el papel, eran descendientes o parientes de (va la lista: los hattianos, los urartes, los medos, los persas, los acadios, los asirios, los hititas, los cimerios, los escitas, los frigios, los capadocios, los jónicos, los persas, los corintios y los macedonios), todos nacidos en tierras hoy de Turquía, o al menos con casa central ahí.

Y caída Roma con sus águilas, la Ruta la operaron sucesivamente los bizantinos en Constantinopla, y luego los dos grandes imperios otomanos en Estambul, la misma ciudad con su viejo y su nuevo nombre. Resumiendo: turcos. Con tanta cultura mercantil encima, los bebés de la élite turca nacen (sin saberlo) con contactos comerciales.

Comprobado “de visu”: entre 1988 y 1992 la TAEK, o Comisión Turca de Energía Atómica, quiso comprarle a INVAP la central nuclear compacta modular CAREM a INVAP, entusiasmada por el entonces embajador Adolfo “Chinchín” Saracho. Detalle interesante, con el PBI creciendo sostenidamente al 8% anual, la industria y las ciudades turcas le quedaban grandes al CAREM de entonces (25 MW). Por esa causa, los turcos no lo querían para ellos sino –muy turcamente- para venderlo con nosotros.

“A no menos de 30 países de Medio y Lejano Oriente”, me dijo en 1988 el físico nuclear Erdal Inönü, uno de los jefazos pólíticos del SHP, el partido socialdemócrata, representante parlamentario por Esmirna. “Nos compran de todo. Algunos, desde hace siglos.”, añadió.

Los otros 2 partidos me dijeron lo mismo, incluido el liberal laico de Süleyman Demirel, “Del Verdadero Sendero”, ya en coalición con el SHP, y el islámico del premier actual, Recep Tayipp Erdohan, llamado entonces “Del Bienestar”, a la sazón, minúsculo. El CumHurriet, equivalente turco del Grupo Clarín, lo mismo. Las 3 Fuerzas Armadas, todavía las más poderosas en activos no nucleares de Medio Oriente, lo mismo. Los servicios secretos, otro tanto. El parlamento votó el equivalente actual a U$ 400 millones de fondos para un prototipo CAREM en Turquía si la Argentina hacía lo propio: unanimidad, cero abstenciones.

Argentina ni se enteró. El país ardía en hiperinflaciones, que causan autismo. Llegado Menem, deshizo tranquilamente el negocio en tres tiempos: eliminó a INVAP de la ecuación, demoró a la TAEK 3 años con estupideces y por último exigió una coima exorbitante incluso para sus inventores. No salió en ninguna tapa. Cero escándalo.

Como se ve, los intentos societarios tecnológicos con Turquía vienen de tiempo atrás. Necesitan mucho horario central y primera plana porque, al menos aquí, es fácil asesinarlos entre bambalinas y alejarse silbando bajito. Pero además, con tantos pero tan distintos pergaminos, es esperable que ambos socios de GSATCOM quiera tener algunos clientes en exclusiva.

En septiembre de 2019, cuando era claro que Macri estaba de salida, INVAP y TAI firmaron la constitución de la nueva compañía. Entonces Matías Alonso, de la revista TSS de la Universidad de San Martín, le preguntó a Vicente Campenni, gerente general de INVAP, qué pasaría si ARSAT retomara sus misiones y pidiera un ARSAT 3.

Campenni le contestó: “Cuando la Argentina o Turquía tengan una posición comercial ventajosa para poder acceder a un contrato lo pueden hacer en forma independiente, aunque deberán pagar derechos a la otra parte por el uso de la tecnología desarrollada en forma conjunta”.

La causa principal por la cual la “vieja” plataforma 3K, de 1ra generación, está oficialmente muerta para la nueva ARSAT, sería ésta: si nos estamos tomando el trabajo de desarrollar con los turcos una de 3ra generación, ¿la vamos a desaprovechar? ¿Qué mensaje le estaríamos mandando a nuestros posibles futuros clientes?

Les aclaro que no va a ser TAN fácil llegar de un salto a una plataforma de 3ra generación desde una de 1ra. Mañana les cuento por qué.

(Continuará mañana)

Daniel E. Arias