Hace unas horas el Financial Times, un conocido diario de finanzas inglés, publicó una nota de Benedict Mander desde Buenos Aires y Colby Smith desde Nueva York, que recoge las preocupaciones y advertencias de los bonistas y sus operadores (la mayoría, locales). Acercamos la traducción de El Cronista:
«Mientras Argentina intenta recibir el apoyo del FMI para reestructurar una deuda de u$s 100.000 millones, frente a la belicosidad del gobierno de izquierda (sic), los acreedores temen a un default desordenado.
Las conversaciones formales entre el Fondo y Buenos Aires comenzaron la semana pasada y ya hay indicios sobre lo difícil que puede ser el proceso para los bonistas. El precio de los bonos del gobierno argentino se hundió después de que el ministro de Economía, de 37 años, Martín Guzmán, dijera el miércoles a los legisladores que se necesitaba una «profunda Reestructuración de la deuda» y que el gobierno no intentará equilibrar su presupuesto hasta el año 2023.
Patrick Esteruelas, director de investigación de Emso Asset Management, señaló que la dura postura del gobierno -que insistió en que se negaba a ser «rehén» de los bonistas extranjeros- es un intento de limpiar el»desbarajuste» creado por un reciente enfrentamiento entre la provincia de Buenos Aires y sus acreedores.
El gobierno local trató de postergar hasta mayo un pago de u$s 250 millones que vencía en enero, pero no logró convencer a su mayor acreedor, Fidelity, que posee cerca de una cuarta parte de los bonos bonaerenses que vencen en 2021. Al final, la provincia aceptó pagar y se comprometió a reestructurar el resto de su deuda en moneda extranjera.
Marcos Buscaglia, socio fundador de Alberdi Partners, una consultora económica de Buenos Aires, dijo que el episodio de la provincia de Buenos Aires demostró que las autoridades políticas argentinas «tenían miedo a un default», que desencadenara una nueva corrida contra el peso y elevara aún más la inflación.
Sin embargo, Esteruelas opina que la decisión del gobierno de mostrarse implacable con los tenedores de bonos soberanos demuestra que «internalizó algunas de las lecciones» que les dejó la negociación de la Provincia de Buenos Aires. «Esto recompone el escenario», dijo.
Los inversores insisten ahora en que el gobierno debe presentar un plan económico que explique de manera convincente cómo planea pagarles a los acreedores, si es que quiere una resolución rápida y amistosa del enfrentamiento. Hasta ahora, se ha negado a hacerlo.
«Cuando hay tanta incertidumbre sobre el cumplimiento [de ciertos objetivos económicos], si uno se presenta frente a los inversores con quitas… es difícil que ellos se muestren receptivos», dijo Polina Kurdyavko, directora de mercados emergentes de BlueBay Asset Management.
Es probable que sean pocos los inversores que acepten una quita de hasta 40% o 50%, como implican los planes de gasto de Guzmán. Eso podría dificultar la idea del gobierno de resolver la crisis de la deuda antes del 31 de marzo. «Va a ser una negociación difícil porque el tiempo está del lado de los bonistas», dijo Gustavo Medeiros, subdirector de investigación del Ashmore Group, otro inversor en bonos. «Si vienen y ofrecen una quita de 50% sin pago de cupones [durante unos años], olvídense de ello. No hay trato».