El «experimento nuclear chino» de Infobae

Este miércoles 19 leímos en el portal Infobae «Preocupación por un experimento nuclear chino en pleno corazón de América Latina». Antes que preocuparnos, en la redacción de AgendAR sirvió de motivo para algunas bromas sobre la sensibilidad siempre tan enfocada de ese medio. Pero a nuestro baquiano en temas nucleares y periodista científico de cabecera, Daniel Arias, premio Kónex de la especialidad en 2007, el asunto le picó.

Y sirvió para que escribiese una nota sobre los motivos de preocupación de Infobae en lo nuclear. Que no son los obvios. Rara vez lo son, en casi cualquier área.

PREOCUPACIÓN POR UNA OPERETA “BY INFOBAE”

Beijing en un día claro a la izquierda, y a la derecha, con el smog normal. O por qué los chinos se han tenido que volver el mayor constructor mundial de centrales nucleares

El 19 de febrero, INFOBAE tituló que hay (¿dónde, entre quienes?) “preocupación por un experimento nuclear chino en pleno corazón de América Latina”, con firma de Laureano Pérez Izquierdo. Como de temas nucleares y de armamento en ese diario se suele encargar Martín Dinatale, leí con gran interés a su sustituto. Que dice que la construcción de la central Hualong-1 en Zárate, todavía sin fecha de inicio, nos transforma a la Argentina en un laboratorio de pruebas.

Creemos que INFOBAE va mejorando. Dinatale suele ubicar la futura Hualong-1 en Campana en lugar de Lima, lo que equivale a situar el obelisco de Buenos Aires en el centro de la ciudad de Tigre. Pérez Izquierdo apunta mejor: poner la central china en Zárate (no determina si en el partido o la ciudad). Es como trasladar el obelisco a Tecnópolis. En fin, dos expertos.

Sostiene Pérez Izquierdo que la China National Nuclear Corporation (CNNC) está construyendo 4 unidades de este modelo de central nucleoeléctrica en China y 2 más en Pakistán, pero todavía no hay ninguno funcionando. ¿Eso nos hace el Gran Cobayo Nuclear chino?

Difícil. Si la construcción de la Hualong (¡¡en Lima!!) empezara mañana, tardaría 6 años en completarse con un flujo de fondos modélico. Eso es complicado porque CNNC financia el 85%, pero el 15% restante lo tiene que desembolsar el estado nacional, algo lastrado de deudas por el gobierno saliente. Y tal vez eso retrase la obra. Pero supongamos que se construye en tiempo y forma: en 2026 la máquina está lista para pruebas en frío y luego “en caliente”. Eso toma 8 meses mínimo.

A esto sigue la carga de combustible, y su lenta y cautelosa entrada en criticidad, subiendo la potencia según el manual y registrando cómo se comporta con cada porcentual añadido. Y así pasan meses hasta tener toda la documentación experimental como para llevarla al 100%, que vendría a estar en 1080 MW eléctricos netos.

Entonces acude el presidente de la nación (sea quien sea), aprieta un botón que la pone oficialmente en línea, se leen discursos y corre champagne. Póngale 8 meses más para eso, con toda la furia. Es decir que estamos más bien con la máquina conectada a red a fines de 2027. ¿Entonces nos volvemos la rata de laboratorio nuclear de China?

Difícil, colega Pérez Izquierdo. Porque este año 2020 habrá entrado en línea Fuqing 5, la primera Hualong-1 de la CNNC, que en 2019 estaba cargando combustible, y pocos meses después lo hará Fuqing 6, mismo fabricante, mismo modelo.

Entre tanto, están haciendo pruebas frías y calientes Fangchenggang 3 y 4, otro par de Hualong-1, cuya construcción CNNC empezó respectivamente en 2015 y 2016, con lo que deberían ponerse críticas y entrar en servicio este año y el próximo.

Y como el año pasado empezaron las coladas de hormigón de Zangzhou 1, es probable que ésta –gracias a la experiencia de obra acumulada por las 4 anteriores y a la fabricación a escala de sus componentes- se ponga en línea en 2024. Pero Ud. sea pesimista, y póngale 2025.

Entre tanto, en Pakistán, que pidió 5 Hualong-1 como quien encarga 5 pizzas, tiene fecha de terminación para la primera en 2021 y la 2da en 2022, lo que supone entradas en servicio en 2023 y 2024. Las primeras están en el predio nuclear llamado Kanupp, al lado de una vieja central CANDU canadiense retirada de servicio. Eso es en Paradise Point, Karachi, provincia de Sindh. Cerca de la capital pakistaní, pero ni en Campana ni en Zárate.

En suma que cuando el futuro presidente/a argentino/a apriete el botón en 2027 (en Lima, recuerde), y corra el champagne y él o ella se atribuyan la obra, habrá al menos 7 Hualong-1 en operaciones y la experiencia mundial con esta central en particular sumará algunas decenas de miles de horas.

Podrían ser más, porque Pakistán pidió también Kanupp 4 y 5, y también Chasma, todas Hualong. Y como aquí somos vuelteros y su diario hará todo lo posible porque regrese un gobierno como el anterior y deje la obra sin fondos, no es imposible que alguna de ésas obras pakistaníes avance más rápido, aunque empiece después.

Bueno, ahora ya sabe el número y ubicación geográfica de varias Hualong-1 y sus fechas probables de entrada en línea. Como ve, no somos un cobayo chino. Igual, su gran preocupación por la seguridad es legítima, así que ahora vamos a a eso.

La “curva de la bañadera”

Para su tranquilidad, colega Pérez Izquierdo, le comento que los sistemas complejos y novedosos de ingeniería suelen tener fallas según una curva llamada “de la bañadera”, por su forma de letra “U” estirada horizontalmente: los componentes que se rompen lo hacen generalmente de entrada, en el primer año de servicio, o al final de la vida útil planificada, cuando tienen ya mucho desgaste acumulado. Es de manual y lo saben hasta los estudiantes de secundarios técnicos.

Un exportador serial de centrales nucleares, como pretende serlo la CNNC, probablemente usará la experiencia inicial de Fuqing 1 y 2 para hacer algunos cambios sobre la marcha en las 3 centrales en obra en Fangchenggang y Zangzhou, y las 5 en Kanupp y Chasma, Pakistán, y ya que están, en la de (repita conmigo) LIMA, provincia de Buenos Aires, Argentina. Ni Campana ni Zárate. Li-ma.

Los cambios, si ocurren, serán estudiados atentamente por el Office of Nuclear Regulation (ONR) del Reino Unido, que barrunta acerca del posible licenciamiento de hasta 2 Hualong-1 ofrecidas por China General Nuclear (CGN) para ir al predio nuclear de Bradwell, Essex, muy cerca de Londres.

¿Por qué los estudian? Mire, CGN es una firma nuclear china rival de CNNC. Ambas son estatales, se odian y tienen diseños ligeramente distintos pero derivados de la misma central francesa EDF de 900 MW (la más construida y probada en el planeta, 34 unidades). Así las cosas, fueron obligadas por el gobierno del Partido Comunista a compatibilizar sus ingenierías con la de Fangchenggang 3, a punto de completarse. Eso es lo que estaríamos comprando nosotros a CNNC.

Para no enloquecer al mercado, los chinos, muy en plan exportador, quieren una sola marca “de bandera” con una sola tecnología, la que creen mejor. De ahí ese nombre de gran estrépito: “Hualong-1” significa “Dragón Chino Número Uno”. Si lo prefiere en idioma original:  华龙一号, que suena Huálóng yī hào, por si quiere encargar una también Ud.

La ONR ya está en la 2da etapa del licenciamiento, la más intensiva, lo que haría creer que en caso de aprobación, alrededor de 2030 los chinos ponen dos Hualong-1 no muy lejos del estuario del Támesis y a 570 km. de Londres. Es decir, dedicadas a iluminar la capital del país que inventó la electricidad nuclear con Calder Hall, allá por 1956. Lo digo porque Ud. menciona a un grupo de académicos de Cambridge que asevera, solemne, que la industria nuclear china tiene muchas cosas que mejorar.

Por cierto, menos que la inglesa, la cual si la pifia con la apuesta de Rolls Royce a las centrales modulares, va en vías de desaparecer. Por algo los ingleses están estudiando –entre muchas otras ofertas- la Hualong-1, para bajar sus emisiones de carbono. Como ve, el mundo está al revés. Hoy los chinos, obligados hace no tanto a comprar opio inglés, les quieren vender tecnología muy sofisticada a lo queda del imperio británico. Están más agrandados que alpargata de gordo, los chinos.

Me imagino su artículo en INFOBAE: “Preocupación por un experimento nuclear chino en pleno corazón de Essex”.

Respecto de algunas consideraciones suyas, como la llamativa generosidad de la oferta china (U$ 8000 millones, 85% de financiación, 20 años para pagar, 8 de gracia), mírelo de este modo: son más bien U$ 9000, y tal vez más, porque temo que los astutos orientales tengan toda la intención de vendernos la tecnología para la fabricación del combustible aparte.

Sería una estupidez nuestra aceptar eso. El precio y el interés se han vuelto mayores que el que CNNC había negociado en tiempos de CFK. Creo que los chinos se están vengando de 4 años en que, obedientes a cierta embajada, el ministro JJ Aranguren, el secretario Javier Iguacel y el contador Gustavo Lopetegui los estuvieron ninguneando. ¿Se acuerda de Aranguren cuando en mayo de 2018 se negó a tomar la oferta china por el excesivo endeudamiento del país… provocado por su propio gobierno? ¿Y de Lopetegui, en su reverencia final antes de volver de la administración energética de todo un país a Farmacity, cuando se aplaudió a sí mismo ante el periodismo por haber impedido toda compra nucleoeléctrica?

Y aún así, la oferta china sigue siendo muy buena. ¿Por qué? Porque la Argentina es el país de referencia de Sudamérica en energía nuclear, mucho más que Brasil. Damos lustre y esplendor, mire Ud. Con INVAP, nos hicimos los exportadores de reactores de investigación más prestigiosos del planeta, vendimos plantas en Perú, Argelia, Egipto, Australia, Holanda y Arabia Saudita, donde derrotamos -hicimos polvo, en realidad- las ofertas de EEUU, Rusia, Francia, Corea, China, Canadá, etc, etc, etc. Odio repetirme aunque todo esto para Ud. sea probablemente una novedad, y quizás le resulte poco creíble. O más probablemente, le interese un carajo.

Pero si yo le estuviera batiendo la justa y Ud. fuera el tío Xi Jingping y quisiera vender 10 Dragones Chinos Número Uno a 4 o 5 países sudacas, ¿por cuál empezaría? ¿Por uno sin prestigio nuclear? Y dado que éste no viene gratis, si tuviera que vencer la resistencia de una banda local de científicos, tecnólogos e industriales sabatianos –otro día le explico eso- que desde 1967 abjuraron del uranio enriquecido por razones de soberanía tecnológica –otro día también le explico eso otro- ¿Ud. no trataría de tentarlos?

No sería el primero. En 1967 la Comisión Nacional de Energía Atómica había descartado ofertas yanquis, francesas e inglesas de uranio enriquecido y estaba decidida a comprar la única oferta en materia de máquinas de uranio natural: la entonces novedosa CANDU canadiense de 300 MW. Pero nos tentaron.

Cuando ya estábamos a punto de firmar con AECL (Atomic Energy Commission of Canada, Ltd.), la empresa alemana KWU, brazo nuclear de Siemens, se tiró de palomita, rediseñó un reactor experimental de 47 MW llamado MZFR, y nos lo ofreció en formato central nucleoeléctrica de 320 MW netos por 280 millones de marcos alemanes, (unos U$ 70 millones), de los cuales el 40% correspondía a compras que los alemanes tuvieron que hacer -y chirriando de bronca- a proveedores industriales argentinos, y no sólo de obra civil sino de componentes electromecánicos sofisticados.

Los canadienses se quedaron perplejos: ellos al menos nos ofrecían una central probada en Canadá y otros países. Pero nosotros estábamos comprando un prototipo, protestaron. Y… sí.

Era verdad. No había ninguna otra central nucleoeléctrica de uranio natural y más o menos 300 MW de potencia en el mundo… a semejante precio de regalo. Ni la habría jamás. Éramos una puerta de entrada tan prestigiosa a América Latina que los alemanes se pusieron generosísimos.

Y para ser un prototipo, Atucha I no salió mala: a los 14 años de entrar en línea tuvo una rotura de un canal refrigerante. Sucedió en 1988 y la dejó fuera del ring un año y medio. Problema de disponibilidad, no de seguridad. Pero en 1989 la arregló la CNEA dirigiendo una UTE formada por INVAP y Techint por U$ 17 millones, y hasta hoy anda joya nunca taxi. Aquel año descubrimos que ya sabíamos más de este tipo de centrales que los propios alemanes.

Y estos se quedaron perplejos: habían ofrecido hacer ellos la reparación por U$ 200 millones. Y nosotros la hicimos por el 8,5% de esa cifra, y encima nos felicitó el Organismo Internacional de Energía Atómica por la calidad del trabajo. Como se imagina, los nibelungos pusieron el grito en el cielo y prometieron públicamente un Chernobyl porteño. Jorge Lanata, siempre dispuesto a cabecear un corner contra el arco propio, tituló en tapa: “La arreglamos con un alambre”. Y no pocos se lo creyeron. Ud. caía seguro.

Me lo puedo imaginar:  “Preocupación por un experimento nuclear argentino en pleno corazón de América Latina”.

Pero seguramente Ud. todavía estaba estudiando y el templo de la opereta para el cual trabaja hoy todavía no había sido creado: la Embajada se las tenía que arreglar con el diario “La Prensa”, “Tiempo Nuevo” en Canal 11… en fin, lo que había. Pero funcionaba, ojo. Cuando Atucha I volvió a arrancar, el gabinete uruguayo, por lo que putas pudiere, estuvo algunas semanas sesionando secretamente en Tacuarembó. Más lejos de Atucha 1 ya es Brasil.

(Concluye mañana)

Daniel E. Arias