Las elecciones del candidato presidencial de este año del partido Demócrata en el estado de Nevada arrojan un claro ganador: el senador Bernard Sanders, de 79 años, autodeclarado socialista.
En ese estado, como en Iowa, los delegados de cada candidato que irán al congreso nacional del partido, se eligen por el tradicional sistema de «caucus», asambleas de afiliados. Por eso los resultados -a la hora de cierre de esta nota- son parciales. Pero alcanzan para definir un ganador muy nítido. Y Sanders gana con ésta, las primeras tres primarias: Iowa, New Hampshire y Nevada.
Iowa, blanco y rural; New Hampshire, bastante «anglo», y «liberal»; y Nevada, del Oeste, con fuerte presencia del voto «latino» ¿Alcanza esto para decir que Sanders será el candidato Demócrata en noviembre? No. La dirigencia del partido no lo quiere. Y para muchísimos estadounidenses, está demasiado a la «izquierda».
Menos aún le alcanzaría, entonces para vencer a Trump, a quien la economía le sonríe, por ahora. Pero tampoco puede descartarse. Después de todo, hace cuatro años Donald Trump parecía una apuesta absurda: la dirigencia de ambos partidos, los grandes medios estaban en contra.
El hecho que ya ha sido señalado y debemos tomar en cuenta es que ambos, Trump y Sanders, expresan la irrupción de un fenómeno en la política en este siglo: el «outsider», la figura distinta -en la apariencia o en la realidad- a los políticos tradicionales, que se muestra desafiando a las élites autoelegidas y a la «corrección política» instalada desde los medios. No es sólo en EE.UU. donde está pasando ésto, o miren a Europa.
Entonces, no es posible decir ahora si Bernie Sanders es un aspirante con chances a la Presidencia de los Estados Unidos. Seguro que no antes del «supermartes» de las primarias, el 3 de marzo. Y mucho menos podemos saber si una presidencia suya sería más favorable para los argentinos que la de Trump. Las simpatías ideológicas y los intereses nacionales son dos cosas distintas, y si nosotros no supiéramos distinguirlos, los «anglos» sí.
Pero parece evidente que ha aparecido un discurso distinto en la corriente principal de la política estadounidense. El partido Demócrata de los Clinton y Obama ya no será el mismo, como los Republicanos empezaron a cambiar después que un candidato de la «nueva derecha», Goldwater, compitió y perdió en 1964. 16 años después, en 1980, triunfó Reagan.
Para que se aprecie cuán distinto es, les invitamos a leer aquí un artículo de Sanders de enero 2018, a mitad de camino entre la campaña en que estuvo cerca de derrotar a Hillary Clinton por la candidatura Demócrata, y la actual, en que se postula para enfrentar a Trump. Ahí menciona elogiosamente a un compatriota nuestro, el papa Francisco.
A. B. F.