Jorge Castro es, ya lo hemos dicho otras veces en AgenDAR, un analista informado de la política y la economía global. Pero… también dijimos que sus entusiasmos le hacían, en nuestra opinión, lanzar pronósticos demasiado arriesgados. Es un admirador sin límites de la potencia industrial y tecnológica de los EE.UU., y también de la de China. Y está convencido que ambos gigantes nos llevarán, de común acuerdo (aquí Tucídides sacude la cabeza), hacia un futuro luminoso. Puede ser, pero no tendríamos que dejarnos deslumbrar por la luz.
Aquí anuncia y aplaude un desarrollo que vislumbra en la relación entre Brasil y EE.UU. Este optimismo nos hace recordar a los veteranos el que el mismo Castro sintió ante la política de «relaciones carnales» de Menem-Di Tella-Escudé. Pero eso no es necesariamente relevante; han pasado 30 años y el mundo y EE.UU. cambiaron. Lo q es importante tener en cuenta para los argentinos, vecinos históricos y socios comerciales de Brasil, es que este proyecto puede o no ser tomado en serio en Estados Unidos. Pero hay sectores brasileños, muy influyentes, que se ilusionan.
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«EE.UU. y Brasil firmaron en Miami, Florida, (06/03/2020) el “Acuerdo de Investigación, Desarrollo, Pruebas y Evaluación”(RDT&E) en materia de Defensa, que es la primera consecuencia en la relación entre los dos países tras la designación de Brasil por EE.UU. como “Aliado estratégico extra OTAN”, realizada por la superpotencia norteamericana en marzo de 2019.
El objetivo del pacto es incorporar a la industria de Defensa brasileña – Embraer en primer lugar – al inmenso complejo militar-industrial norteamericano, que es el primero del mundo tanto en potencia financiera e inversora como en capacidad tecnológica (en los últimos 4 años, EE.UUha invertido en sus fuerzas armadas – Ejército, Marina, Fuerza Aérea, Cuerpo de Infantería de Marina y Guardia Costera – U$S 2.5 billones, una cifra superior al gasto de Defensa del resto de los países del sistema global sumados).
La incorporación brasileña a este inmenso complejo productivo, tecnológico y militar tiene su particularidad más relevante en el proceso inversor del sistema, lo que tiene un significado inmediato para Embraer después de que la empresa madre fuera adquirida en U$S4.200 millones por Boeing Corp.
Este año, EE.UU., por decisión del presidente Donald Trump, ha creado la sexta fuerza armada, que es el “Comando Espacial”, previsto para enfrentar la guerra en el espacio.
El gasto de Defensa fijado en el presupuesto 2019/2020 de estadounidense asciende a U$S 741.000 millones, y es de lejos el primero del mundo (el de la República Popular, que es el segundo, alcanza a U$S 280.000 millones).
“El objetivo del RDT&E es que Brasil y EE.UU. realicen en conjunto proyectos de Defensa de alta tecnología”, señaló el Almirante Craig Faller de la Armada norteamericana, actual jefe del Comando Sur, cuyo segundo comandante es el general brasileño en actividad Alcides Faria, ex Jefe de la 5ta Brigada de Caballería Blindada. Brasil se ha convertido en cogarante de la seguridad hemisférica junto con EE.UU.
El RDT&E abre a la industria de Defensa brasileña acceso inmediato al “Fondo del Departamento de Defensa de EE.UU.” de U$S 100.000 millones , destinado al desarrollo de proyectos high tech. La incorporación al RDT&E implica que Brasil ha modificado su status internacional y ha salido del marco regional de América del Sur, tras el acuerdo político/estratégico/militar firmado por Donald Trump y Jair Bolsonaro en Washington.
De esta manera, Brasil retoma la política exterior lanzada por el Barón de Rio Branco (1902/1912), cuando fue el primer estadista sudamericano que advirtió el significado mundial de EE.UU .tras imponerse a España en la guerra de Cuba y Filipinas (1898/1899), y forzar la paz como mediador entre Rusia y Japón en la guerra de Manchuria (1904/1905) en la presidencia de Theodore Roosevelt (1901/1909).
A partir de ese momento, Brasil se convirtió en el principal aliado estratégico de EE.UU. en América del Sur, lo que se reveló como un factor decisivo en la contienda geopolítica con la Argentina, posición que mantuvo hasta la década del ´50 en el siglo XX; y que culminó con la participación de la “Fuerza Expedicionaria Brasileña”(FED) en la Campaña de Italia (1944/1945) contra el Tercer Reich, liderada por los generales Joao Mascarenhas y Zenobio Da Costa, encuadrada en el 5to ejército norteamericano conducido por el general Mark Clark.
Entre otros, la FED luchó en las batallas de Montecastelo, Castelnuovo y Montese, así como en Montecassino contra los paracaidistas del general Kurt Student, consideradas las mejores fuerzas de infantería de la Segunda Guerra Mundial.
Brasil se propone ahora establecer un acuerdo de libre comercio con EE.UU., sólo condicionado a la realización previa de 4 reformas fundamentales: la reforma del sistema de seguridad social, ya sancionada; la reforma impositiva destinada a recortar el “Costo Brasil” que le impone a la producción brasileña un sobreprecio de 40%; la privatización de más de 140 empresas estatales, salvo Petrobras; y la última y decisiva, la apertura de la economía brasileña, la más cerrada del mundo después de Sudán .
El dato central de la inserción de Brasil en la economía global en los últimos 25 años es la nula o negativa productividad de su industria, y por lo tanto, su incapacidad absoluta de competir en el mercado internacional, salvo en el Mercosur, esto es, la Argentina, protegida por el “arancel cero” que caracteriza al acuerdo regional como “zona de libre comercio”, lo que ha sido episódicamente a partir del Tratado de Asunción de 1991/1994.
El RDT&E es un punto de inflexión en la historia de Brasil y de las relaciones de América Latina con EE.UU; y coloca por segunda vez a la nación brasileña – la primera fue cuando Getulio Vargas, antes de enviar a la FED a combatir en Italia, le otorgó a EE.UU. cuatro bases militares en Natal, Pernambuco, Belem y Fernando de Noronha – ante la posibilidad de cumplir su vocación más profunda, y hasta ahora siempre frustrada, de lograr el status de una potencia mundial en las condiciones del siglo XXI.
Barón de Rio Branco/Getulio Vargas/Jair Bolsonaro: Brasil retoma su continuidad histórica.»
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Argentina fue designada “Aliado estratégico extra OTAN” 22 años atrás, en octubre de 1997, siendo los presidentes Clinton y Menem. Y esa condición no ha sido retirada, aunque hoy no se la tome mucho en cuenta. Y es casi seguramente debido a eso que somos parte del G20.
La moraleja que apuntamos con esta mención no es que las buenas relaciones con EE.UU. no deban ser un objetivo de nuestra política exterior, por Dios! Es mas simple, recordarnos que por sí misma no garantizan nada. El desarrollo es una tarea que nadie hará por nosotros.