Estaba previsto que en la reunión del Grupo del Mercado Común que se desarrolla esta semana, el gobierno de Jair Bolsonaro iba a volver a presionar por una rebaja significativa del Arancel Externo Común (AEC) a cobrar por la importación de bienes fabricados extrazona. En esto contaba con el apoyo de los gobiernos de Paraguay y Uruguay.
Pero debido a la intervención de la brasileña Confederación Nacional de la Industria (CNI) y de la Unión Industrial Argentina (UIA), la discusión para determinar si se baja ese arancel se extenderá durante el segundo semestre.
Así informaron al periodista Francisco Martirena fuentes gubernamentales: «no habrá baja del arancel externo común en los próximos tiempos, seguro. El ejercicio está en revisión y eso llevará por lo menos el próximo semestre».
La Cumbre del Mercosur se desarrollará en forma virtual en principio el próximo 2 de julio, donde Paraguay pasará la presidencia pro témpore a Uruguay. Frente a la figura debilitada del presidente Bolsonaro -con cortocircuitos políticos con gobernadores y empresarios-, la poderosa CNI presionó junto con la UIA para evitar que baje el AEC en el corto plazo, como quieren el resto de los socios del bloque excepto la Argentina.
Con la ayuda decisiva de las centrales industriales, el presidente Fernández y su canciller Solá salieron airosos de otro frente de «tormentas» en medio de la pandemia. La intención del resto de los gobiernos sería incluir a casi todos los rubros de la actividad manufacturera, con cierto apuro en la informática, telecomunicaciones, bienes de capital y automotrices.
Precisamente, el otro tema sensitivo sobre la mesa de los cancilleres es la instrumentación del libre comercio automotriz para el 2030. Sobre este eje, tampoco habrá novedades en el corto plazo. «Hubo reuniones Mercosur de autos; muy buena para trabajar en marcos a futuro para, respetando los acuerdos bilaterales vigentes entre Argentina con Brasil y Paraguay; y los de Brasil y Paraguay, ir hacia un acuerdo Mercosur en el futuro. Eso servirá para atraer inversiones y potenciar la producción local y regional», dicen en el Gobierno.
El problema principal es que «Paraguay no quiere prohibir la importación de autos usados, que Argentina y Brasil ya le reclamamos por considerarlo algo perjudicial».
«El 40% de los vehículos vendidos en Paraguay son usados y la red de intereses es grande. Eso hace difícil las negociaciones. Nuestros autos no son competitivos ante un coreano o japonés usado, hoy al menos», detallan quienes al tanto de las rondas regionales en los últimos años.
Cabe recordar que tanto los autos como la industria del azúcar tienen regímenes propios e independientes de la normativa del bloque.