El Ingreso Universal, o Renta Básica Universal es una institución sobre la que se ha estado debatiendo por más de una década. En principio, la idea es que garantiza a todos los ciudadanos de un país lun ingreso mínimo que permita la supervivencia básica mes a mes, garantizado por el estado.
Los que cuestionan esta medida sostienen que destruye la «cultura del trabajo». Se les responde que esa «cultura del trabajo» puesta en peligro por una modestísima suma mensual se refiere exclusivamente a trabajos precarios y mal pagos. En un nivel superior del debate, se ha señalado que el trabajo no da sólo un sueldo, sino identidad y sentido de pertenencia. Que el ideal de una sociedad debe ser que todos sus miembros tengan trabajo, no sólo una asignación.
Sucede que la pandemia del nuevo coronavirus está haciendo obsoleta esa discusión, al menos por un tiempo. Países tan poco «populistas» como el Brasil actual (por lo menos en San Pablo) y Colombia han implementado una forma de renta básica universal.
Y los Estados Unidos y varios países europeos avanzan en esa dirección. Como lo vemos en AgendAR, una vez que esas instituciones se establecen en una sociedad, es muy difícil que se vuelva atrás.
Entre nosotros, ayer el presidente Alberto Fernández, en un reportaje radial, expresó su aprobación de la idea. Pero la medida que se está elaborando en el Ministerio de Desarrollo Social no es un «ingreso universal», aunque se llame así.
Está pensado para unos 3 millones de argentinos, los más vulnerables entre quienes cobran el Ingreso Familiar de Emergencia, y que, se supone, tendrán dificultades para conseguir empleo aún cuando finalice esta fase del «aislamiento social» y las restricciones en el transporte urbano.
El encargado de dar precisiones fue el ministro, Daniel Arroyo, que confirmó la creación del subsidio, que, a diferencia del IFE, no está previsto para un par de meses, sino que podría extenderse por varios años.
Arroyo explicó que el Ingreso Universal se complementaría con el plan Potenciar Trabajo, que buscará reconvertir los planes sociales y subsidios en mano de obra productiva al servicio del Estado.
Y destacó que el Ingreso Universal estará apuntado a unos 3 de los 9 millones de beneficiarios del actual IFE, a quienes definió como el grupo “más vulnerable” de la economía social argentina.
También aclaró que “la AUH es totalmente complementaria al resto de los programas y forma parte del sistema de seguridad social porque funciona como un complemento del salario familiar para quienes no tienen un trabajo formal”.“Sabemos que cuando la pandemia termine una parte de quienes hoy tienen IFE reingresarán al mercado laboral”.
Desde el Gobierno Nacional, se lo ve como parte de su estrategia para reactivar la economía en los próximos meses. Como lo fue el plan Jefes y Jefas de Hogar en el año 2002.