Gran Bretaña le está pidiendo a la Unión Europea que los futuros acuerdos comerciales que surjan de las negociaciones que quedan pendientes en la era del post Brexit incluyan a las Malvinas, para que la pesca de las islas siga sin pagar aranceles. Es decir, que no pierdan los derechos que tenían hasta que Gran Bretaña decidió separarse del bloque europeo.
Gran parte del Brexit comenzó a regir desde el 1 de febrero, aunque falta acordar algunas cuestiones. Y según el influyente Financial Times los británicos quieren renegociar otros acuerdos por los llamados Territorios de Ultramar.
No casualmente, el canciller Felipe Solá le había enviado una carta al Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell. Allí le confirmó el acuerdo de nuestro gobierno con una posición inicial de Bruselas: que los Territorios de Ultramar no entraban en las negociaciones del Reino Unido, como lo reclama Argentina. Pero también pidió que no se renegocie otro acuerdo. Algo similar debieron hacer los embajadores argentinos en la esfera europea ante los gobiernos de sus destinos.
Argentina, que reclama desde 1833 la soberanía de Malvinas, comenzó así una nueva batalla por la pesca en el archipiélago. De hecho, además del pedido que le viene haciendo el Gobierno a los europeos para que no se incluyan en eventuales acuerdos comerciales del Post Brexit, Solá y el secretario del Area Malvinas, Daniel Filmus anunciaron el envío al Congreso de un proyecto de ley que endurecerá las multas para los barcos que pesquen ilegalmente en aguas argentinas. Entre ellos se incluirá a los que pesquen en aguas en disputa.
Los ingresos por la concesión de licencias pesqueras constituyen entre el 50% y el 60% de los ingresos fiscales de las islas, que ya han informado en Londres y en Bruselas que la separación británica de la Unión Europea será un duro golpe para su economía. En particular, porque hasta ahora no pagaban aranceles y gozaban del mercado comunitario como las ex colonias británicas, pero cuando el Brexit se concrete pasarían a pagar entre 6 y el 18%.
“Asegurar el acceso al mercado para el calamar de las Islas Falkland se ha convertido en un importante objetivo de negociación británico con Bruselas, en un signo de los intereses en competencia en las conversaciones entre el Reino Unido y la UE sobre la pesca”, señaló a mediados de semana el Financial Times.
El 90% de las exportaciones pesqueras de las islas va a la Unión Europea, y entra por el puerto de Vigo, en Galicia. El principal recurso que se exporta es el calamar. Así, los barcos pesqueros de España –paradójicamente un aliado de Argentina que tiene su conflicto de soberanía con Gran Bretaña por Gibraltar- es quien sostiene la economía de las islas. Con casi veinte barcos, la pesca gallega es una de las que más faena en las aguas que los británicos e isleños administran unilateralmente en el Atlántico Sur.
Los diplomáticos de la UE dijeron que el Reino Unido había presentado propuestas por escrito que las exportaciones deberían estar cubiertas por cualquier futuro acuerdo comercial. Y afirmaron que habría un «impacto negativo directo en los niveles de empleo en las islas y en la economía en general» si se impusieran los aranceles, y que «algunos mercados se perderían por completo».
«Como fue establecido en la posición del gobierno británico respecto de las negociaciones con la Unión Europea, el Reino Unido va actuar en nombre de todos los territorios de cuyas relaciones internacionales es responsable, y buscará que el resultado respalde los intereses económicos y de seguridad de esos territorios», dicen en la embajada británica en Buenos Aires.
Bruselas mantiene una posición neutral sobre el conflicto de soberanía. Cuando estaba el Reino Unido dentro de la UE la consideraban también como parte a sus Territorios de Ultramar, y estos gozaron de los beneficios de pertenecer.
Ahora, la carta que tiene Londres para jugar en la pesca de Malvinas es la siguiente, según los medios británicos: ofrecen intercambiar libre comercio para los recursos de las islas Malvinas a cambio de libre comercio de sus recursos pesqueros en el Mar del Norte. Una carta bajo la manga.