El Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, desde el Centro de Información Ambiental (CIAM), elaboró un informe en el que analiza la situación de los bosques nativos en Argentina a lo largo de 20 años (1998-2018) y el impacto de la implementación de la Ley 26331, conocida como “ley de bosques” y sancionada en 2007.
Los datos sugieren que, hasta 2015, los instrumentos de gestión de la norma tuvieron un impacto progresivo en la baja paulatina de la tasa de deforestación, pero luego la misma volvió a crecer, por lo que es necesaria una reformulación de dichos instrumentos que fortalezca la protección de estos ecosistemas.
Según el informe se estima que entre 1998 y 2018 se perdieron en total 6,5 millones de hectáreas de bosques nativos, de los cuales, 2,8 millones ocurrieron entre 2008 y 2018. El 87% de la pérdida de dichos bosques corresponde a la región del parque chaqueño, principalmente Santiago del Estero (28 %), Salta (21 %), Chaco (14 %) y Formosa (13 %). Esta área constituye el segundo foco de deforestación de Sudamérica después del Amazonas.
Cabe recordar que la “ley de bosques” estableció tres áreas con criterios distintos de conservación. Se trata de las categorías: I (rojo), bosques nativos de alto valor de conservación, que no deben transformarse; II (amarillo), de mediano valor de conservación, con posibilidad de llevar a cabo aprovechamiento sostenible, turismo, recolección e investigación científica; y III (verde), de bajo valor de conservación, lo que permite su transformación parcial o total.
Entre 2008 y 2018, 47,2 % de la deforestación (845.832 ha) correspondió a desmontes autorizados dentro de la categoría III (verde). El 52,8 % (946.769 ha) se produjo en las categorías I (rojo) y II (amarillo), es decir en áreas que la ley prohíbe. Además, se perdieron 983.467 ha en bosques no incorporados en los ordenamientos provinciales.
El informe presenta un apartado donde se hace referencia a las causas de la deforestación. En ese sentido, las principales son la expansión y la diversificación agropecuaria, en especial la agricultura y la ganadería intensivas. En menor medida, la agricultura de subsistencia, los incendios, el sobrepastoreo, el desarrollo de infraestructura y la sobreexplotación de los recursos forestales.
Los bosques son fundamentales para la regulación hídrica; la conservación de la biodiversidad, del suelo y de la calidad del agua; la fijación de carbono; la diversificación y belleza del paisaje, además de la defensa de la identidad cultural.
El monitoreo, la prevención, el freno a los procesos de desmontes ilegales y el manejo de los bosques nativos son acciones prioritarias, como también la revisión de las políticas existentes para ser más efectivos en el cumplimiento de estas tareas.