Se estrelló uno de los últimos aviones de combate de la Fuerza Aérea Argentina. Murió el piloto

Un avión cazabombardero de la Fuerza Aérea Argentina se estrelló ayer 5 de agosto a la mañana en el sur de la provincia de Córdoba, tras haber despegado de la localidad de Villa Reynolds, en San Luis.

El piloto, Gonzalo Fabián Britos Venturini, reportó fallas durante un ejercicio de tiro a bordo de uno de los últimos A-4AR Fightinghawk operativos que posee la FAA. Antes de que la máquina impactara en la tierra, logró eyectarse, pero no sobrevivió a la caída.

“El piloto fue hallado sin vida cerca del lugar de la eyección, por personal de Búsqueda y Rescate de la 5ta. brigada aérea que, rápidamente fue desplazada al lugar, luego de darse la alerta correspondiente”, informó la Fuerza Aérea en un comunicado.

También en su cuenta de Twitter escribió el ministro de Defensa, Agustín Rossi «En este difícil y doloroso momento hago llegar mis condolencias a la familia, amistades y camaradas del Capitán Gonzalo Britos Venturini de Fuerza Aérea Argentina».

La aeronave, un McDonnell Douglas A-4AR, matrícula C-295, perteneciente a la V Brigada Aérea de Villa Reynolds, se estrelló en un campo de esa zona rural cordobesa, en el límite con la localidad puntana de Justo Daract. El capitán Britos Venturini volaba en un sector conocido como “Campo la Primavera” de Villa Valeria, a 50 kilómetros del punto de despegue.

Las autoridades de la Fuerza Aérea iniciaron una investigación para determinar los motivos del accidente. La máquina era uno de los últimos 5 aviones de combate operativos que tenía la Argentina. Forman parte de una flota de 12 (ahora 11) A-4AR Fightinghawk, la mayoría sin poder volar por diferentes inconvenientes técnicos. Los nuevos Pampa, que también integran la flota, aún no fueron homologados para llevar armamento.

En épocas de paz, el escaso equipamiento militar no forma parte de las discusiones públicas. Pero ante un eventual escenario de conflicto, la Argentina se encuentra en una situación muy frágil para defenderse de un ataque aéreo. Lo afirmó el presidente Alberto Fernández, en la cena de camaradería de las Fuerzas Armadas este año.

La V Brigada Aérea es una unidad militar ubicada dentro del Aeropuerto de Villa Reynolds, conocida como la “Cuna de Halcones”. Fue creada el 8 de octubre de 1938 con el nombre de Base Aérea Militar Villa Mercedes. En 1939 cambió su nombre por Base Aérea Militar Coronel Pringles y posteriormente en 1949 se convirtió en la V Brigada. Durante la Guerra de las Malvinas,envió al Grupo 5 de Caza para desarrollar operaciones bajo el mando de la Fuerza Aérea Sur.

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AgendAR ha planteado desde que existe, en numerosas notas, la necesidad del reequipamiento de nuestras Fuerzas Armadas. Y hemos criticado con dureza la costumbre -que viene de décadas- de comprar con ese pretexto chatarra usada de la NATO. Hace sólo dos semanas publicamos una nota donde decíamos, justamente «… importando chatarra, como los 36 Skyhawk A4R traidos por Menem en 1997. De los cuales hoy queda 1 en condiciones de volar«.

Pero no es serio pronunciarnos sobre este accidente hasta que no se sepa algo sobre sus causas. Nos limitaremos ahora a compartir algunas observaciones que hicieron ayer miembros de nuestro Comité Editorial conocedores del tema:

«Las fotos son de baja definición pero bastante elocuentes. Una de ellas muestra lo que parece un paracaídas abierto a unos 100 metros de altura, bajando en cercanías de una nube de humo en tierra que probablemente venga del sitio donde se estrelló el A4 del capitán Gonzalo Britos Venturini. El impacto del avión debe haber sido bastante brutal, a juzgar por el agujero que dejó en el terreno.
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Esa foto indicaría que el piloto sí pudo eyectarse, pero no con la altura suficiente como para que el paracaídas lograra frenar significativamente su caída. Normalmente, un asiento eyector suministra 200 metros de trepada vertical desde el sitio de disparo para aumentar las chances del piloto cuando se accidenta en pista, ya sea despegando o aterrizando.
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La actitud del avión en el momento de una eyección a altura cero o muy baja, por ende, determina diferencias enormes de resultado. No es imposible que Britos Venturini se haya eyectado en alguna trayectoria oblicua que no dejó que su asiento ganara suficiente altura.
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Otra observación: una de las fotos de Mendoza On Line muestra el cuerpo tal como lo encontraron los lugareños.
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Creo observar que Venturini todavía sigue pegado al asiento eyector. En una eyección normal, una vez abierto el paracaídas el asiento se despega automáticamente del cuerpo del piloto y cae solo, sin freno alguno. Ignoro por qué esto no sucedió.
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El desprendimiento del asiento aligera enormemente al paracaídas, que en lugar de cargar centenares de kilogramos ahora a lo sumo debe lidiar con los entre 65 y 90 kg. promedio de un piloto joven y en buen estado físico, más 5 o 10 kg. de vestimenta, incluido el casco.
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Además, al caer libre, el piloto -si está consciente- puede tratar de rodar para atemperar impacto, que no es menor: equivale al de una caída libre desde 6 metros de altura, es decir saltar desde la terraza de una casa con dos plantas.
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Pero caer «con el asiento puesto» supone otra velocidad en el impacto, una mucho mayor, e incluso en posición de sentado, la desaceleración implica decenas de fuerzas «g» y suele ser tremenda para la columna vertebral, especialmente para las vértebras cervicales.
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La junta de investigación de accidentes determinará qué pasó.»