El presidente del Banco Central, Miguel Pesce, planteó hace pocos días, en disertaciones en el Consejo de las Américas y en el congreso anual del Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas que una de las prioridades de la autoridad monetaria es sostener la competitividad tipo de cambio real y que actualmente se encuentra en niveles adecuados para promocionar tanto las exportaciones como la producción local. Descartó la necesidad de acelerar correcciones del dólar comercial: “No se necesitan devaluaciones”, aseguró.
Al respecto, nos parecen oportunas estas reflexiones de Horacio Riggi, subdirector periodístico de El Cronista:
«En la década de los 90, la convertibilidad que ató el peso al dólar estadounidense durante una década, generó un atraso en el tipo de cambio que destruyó gran parte del entramado industrial. La Argentina de los 90 financió la convertibilidad con la venta de empresas del Estado y con endeudamiento.
El país, a pesar de las abundantes inversiones en servicios, no logró la competencia que necesitaba para producir más de lo que gastaba. El resultado fue catastrófico: antes de colapsar, la convertibilidad quebró también al sistema financiero y el dólar se disparó.
Ese dólar «alto» del año 2002, en una Argentina empobrecida, fue muy competitivo para las empresas que producían y exportaban. Para las que estaban endeudadas, para las que giraban remesas al exterior, la situación fue diferente.
La Argentina actual tiene otros problemas, pero el tipo de cambio, claramente no lo es. En todo caso, el problema es que faltan dólares y que la brecha entre el oficial y el dólar «blue» sigue siendo un punto de tensión.
Sin embargo, hay actores de la economía que quieren un tipo de cambio más alto. A esos actores pareció responderles el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, cuando aseguró durante el evento del Congreso Anual del Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF) que se realizó de forma virtual que «las estadísticas del tipo de cambio real multilateral demuestran que estamos con un dólar que no está atrasado, que es competitivo» y destacó la importancia de «evitar que este tipo de cambio se retrase».
También destacó que está en contacto con diversas áreas del sector productivo y que no recibió ninguna queja de atraso del tipo de cambio.
El mensaje de Pesce es también una señal de lo que el Gobierno intenta plasmar: un país donde la producción local tenga una mayor participación. De hecho, Pesce da a entender que las reservas del BCRA, que hoy llegan a los 43.000 millones de dólares, están para defender el valor del peso.
Pero claro, si se toma el tipo de cambio actual, defender el valor del peso es tener como meta poner un foco en la industria para que vuelva a sustituir importaciones. En el Gobierno creen que esto es posible y que el actual tipo de cambio no necesita de una devaluación porque no genera más competitividad.
Lo cierto es que si bien Pesce dice que los sectores con los que habla no le piden una devaluación, sí hay sectores que no verían con malos ojos que esto ocurriera. «Esos sectores son los que quieren licuar pasivos en pesos», dicen en otro sector del Gobierno.
En el caso de que la sospecha del Gobierno sea cierta, no menos cierto es que la preocupación de un sector del empresariado está vinculada a que la inflación, si bien está en baja, sigue siendo alta. Por lo tanto, si no existe un acompañamiento del BCRA y el dólar se estanca, la competitividad de hoy se perderá.»