New York Times – Carl Zimmer y Katie Thomas «La carrera febril por una vacuna contra el coronavirus recibió una infusión de energía el miércoles cuando Johnson & Johnson anunció que ha comenzado la etapa final de sus ensayos clínicos, la cuarta compañía en hacerlo en los Estados Unidos, ahora que el país alcanza un sombrío hito de 200,000. muertes por la pandemia.
Johnson & Johnson está un par de meses por detrás de los líderes, pero su ensayo de vacuna avanzada será, con mucho, el más grande, con 60.000 participantes. La compañía dijo que podría saber a fines de este año si su vacuna funciona.
Y su vacuna tiene ventajas potenciales sobre algunos competidores. Utiliza una tecnología que tiene un largo historial de seguridad en vacunas para otras enfermedades. Su vacuna podría requerir solo una inyección en lugar de dos, lo que es importante teniendo en cuenta que toda la población del mundo necesita vacunación. Y no es necesario mantenerlo congelado ya que se entrega a hospitales y otros lugares donde se administrará a los pacientes, simplificando la logística de cientos de millones de dosis.
«Grandes noticias«, tuiteó el presidente Trump sobre el anuncio el miércoles por la mañana. «¡@FDA debe actuar rápido!» agregó, refiriéndose a la Administración de Drogas y Alimentos, que supervisa la aprobación de la vacuna.»
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En lo central, la vacuna de J&J tiene estas ventajas decisivas sobre la competencia:
1) Es conceptualmente avanzada, pero no avanzadísima. Usa un adenovirus recombinante como vector de genes del SARS-CoC-2. Pero ese virus, como «plataforma de entrega» de genes antigénicos, tiene mucho kilometraje: ya se suministró a más de 100.000 personas sin efectos adversos, en trials de vacunas de zika, dengue y ebola, y en esa última enfermedad, la vacuna ya tiene autorización regulatoria de la Unión Europea. Importante diferencia con el adenovirus de chimpancé (un vector totalmente nuevo). Es el que usa la vacuna ChAdOx de AstraZeneca, cuyo despliegue se canceló en EEUU por un segundo caso de neuropatía espinal.
2) La vacuna de J&J no necesita frío extremo, como las avanzadísimas vacunas a ARN de Moderna (-70 C) y la de Pfizer (-20 C). Se mantiene bien a entre 2 y 7 grados Celsius sobre cero, lo que implica una cadena de frío «de última milla» tan simple como la de una heladería. Logística aparte, esto facilita mucho el acto vacunatorio en el mundo pobre: alcanza con un enfermero, una caja térmica de telgopor, hielo seco y una moto o bici.
3) Va a hacer su fase 3 con 60.000 casos, no con únicamente 30.000 como casi todos los competidores, y entre los países donde se testea va a estar Argentina (vayan preparando el brazo). El «corte» del doble ciego, el momento en que se devela el secreto de quién recibió la vacuna y quién un placebo, se hace cuando haya 164 pacientes enfermos. Si al menos el 60% de esos casos están en la rama placebo es que la vacuna funciona, aunque modestamente. Y como los países sudamericanos incluidos son -desgraciadamente- de alta circulación viral comunitaria, se sabrá muy rápido si esta vacuna es pato o gallareta.
4) La vacuna de J&J levanta grandes niveles de anticuerpos con una sola dosis (lo que no significa necesariamente que frene al virus, eso se intenta demostrar con el trial). La fase 3 va a incluir, dentro del grupo activo que recibe vacuna y no placebo, una sub rama con doble dosis para comparar el rendimiento contra otra de dosis única. Si esta vacuna funciona bien con monodosis, la ventaja de despliegue y distribución sobre las otras competidoras del pelotón de punta se vuelve muy significativa. Especialmente en el mundo pobre.
Es decir, en la mayor parte del mundo.
Daniel E. Arias