Carlos Aráoz: «¿Quién y cómo decide nuestro futuro combustible nuclear?» – II

Pastillas de dióxido de uranio, en este caso de bajo enriquecimiento. Soportan más de 2000º C de temperatura y daños por radiación durante decenas de miles de horas. Cada una tiene el potencial térmico de 1 tonelada de carbón, 600 m3 de gas natural o 546 litros de petróleo

(La primera parte de este artículo está aquí)

Nuestro país no puede aún producir uranio enriquecido como para alimentar siquiera una sola central nuclear, incluso de poca potencia. Obviamente, tampoco para la Hualong-1, de 1140 MW eléctricos.

Desde el punto de vista político, si asumimos que no debemos perder la independencia nucleoenergética  durante las próximas cinco décadas, la selección de una central importada como la Hualong-1 tiene que ir acompañada del análisis de seguridad de suministro del uranio enriquecido.

¿Se está llevando a cabo? ¿Se ha propuesto a Brasil, que actualmente provee el uranio enriquecido para el prototipo de la central CAREM 25?

En el caso de otra central CANDU como Embalse, que por no necesitar de uranio enriquecido sino natural tiene múltiples ventajas, deberíamos conservar en operación la PIAP (Planta Industrial de Agua Pesada) de Arroyito, Neuquén, aún sin venta asegurada de su producto por algunos años, salvo alguna posible exportación que disminuiría el aporte del presupuesto. Tener la PIAP operativa nos habilita a construir nuevas centrales CANDU con industria propia y financiación externa, o con financiación propia cuando la tengamos.

Las alternativas CANDU y Hualong-1 deberían considerarse desde el punto de vista de política nuclear como soluciones transitorias que se toman dadas las circunstancias que vive nuestro país, ya que actualmente invertimos en el CAREM como solución nacional para la futura generación nucleoeléctrica de largo plazo.

Cabe una pregunta: si no se hubiera atrasado tanto el proyecto CAREM, si ahora estuviéramos terminando su modelo comercial, de 125 MW eléctricos por módulo y 500 MW totales listos para conectar a la red, con la obra ya para inauguración en Río Negro (para lo cual esta central está aprobada por la constitución local)… ¿compraríamos en el futuro una gran central extranjera, a igual costo por MW eléctrico? Es la condición para que el CAREM comercial sea exportable. ¿Importaríamos otra central, si ofreciera un menor plazo de instalación y también menor la inversión para igual potencia?

El CAREM, si lo consideramos  un proyecto de inversión, no es posible sin exportación. Si nos movemos con rapidez y eficiencia tenemos buenas chances de tomar un porcentaje del mercado creciente de países en desarrollo que buscan, como nosotros, una componente no contaminante para su parque de generación, máxima participación  de  ingeniería e industria local y “seguridad inherente”. Podemos armar ofertas muy competitivas.

El análisis del mercado y de las condiciones que debería cumplir nuestra oferta debería comenzarse a la brevedad, porque determinarán los requisitos para la reingeniería del prototipo actual en construcción. Alternativas para encarar el proyecto CAREM se comentarán en un próximo artículo.

Obra del CAREM 25, con el edificio de turbinas en primer plano, en el predio de las Atuchas, a orillas del Paraná de las Palmas.

Otro tema que merece decisiones de política nuclear y sus inversiones son los reactores de investigación. En este renglón, la CNEA construyó su propio reactor RA-1 en 1958, fabricando además las placas de combustible, con uranio enriquecido al 90% provisto por EEUU. El resto del aparato era íntegramenta nacional. Un año antes, Brasil había comprado un equipo similar, pero “llave en mano”.

La CNEA continuó con reactores crecientemente mayores en potencia y capacidades, como el RA3, el primero en fabricar radioisótopos médicos e industriales en la región, y en 1978 exportó el RP-0 a Perú.

La posta de la exportación de este tipo de plantas la tomó luego INVAP, que ganó varias licitaciones internacionales (el reactor RP-10 peruano, el Nur argelino, el ETRR-22 egipcio, el OPAL australiano, el PALLAS holandés (en fase de diseño), y un reactor sin nombre oficial ya inaugurado en Arabia Saudita. Actualmente el dúo CNEA e INVAP construyen el RA-10, la planta de mayor potencia y capacidades de esta historia, productora de radioisótopos para uso local y exportación pero también excelente para investigación en ciencia de materiales y formación de ingenieros y físicos nucleares. Está en construcción avanzada en el Centro Atómico Ezeiza, donde suplantará al RA-3.

Se ha acordado con Brasil la construcción de un reactor muy similar, el RBM o Reactor Brasileño Multipropósito, en Aramar, Iperó, estado de San Pablo. La planta hará que Brasil, hoy importador, se vuelva un exportador importante en radiofármacos de diagnóstico y terapia para cardiología, oncología, hematología y neurología.

A través de los años la CNEA, con sus reactores nucleares, generó una cantidad considerable de contratos para la industria nacional en obras civiles, ingeniería, metalmecánica, eléctrica y electrónica. Terminado el RA-10, encara crecer aún más en el negocio de exportación de radiofármacos y radioisótopos industriales, así como en servicios de irradiación.

El actual mercado para elementos combustibles de reactores de investigación es importante y estamos capacitados para fabricar muchos modelos diferentes. Es así porque desde 1958 tenemos capacidad de diseño, desarrollo de la tecnología y fabricación local. También estamos en condiciones de ofrecer mejoras técnicas en reactores de otros, como rediseño para utilizar combustible del máximo enriquecimiento permitido hoy por el Organismo Internacional de Energía Atómica (20%), aumentos de potencia y de capacidades de irradiación, y añadido de capacidades científicas y de producción. Es algo que hemos hecho repetidas veces con nuestro RA-3, y también con otros reactores en la región y en Medio Oriente.

Si la CNEA con el CAREM llega a ser competitiva en centrales de potencia, es porque desde 1958 hasta hoy logró transformar al país en un exportador prestigioso de reactores de investigación y producción.

Carlos Aráoz

Ex gerente de Combustibles y Ex gerente de Tecnología de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA)