El ministro de Defensa argentino, Agustín Rossi, visitó el lunes pasado la planta de Iveco en Sete Lagoas (Minas Gerais). Allí se fabrican los vehículos blindados 6×6 Guaraní en asociación con el Ejército brasileño. Desde el Ministerio se enfatizó la relación estratégica en política de defensa entre Argentina y Brasil.
Según informa Defensa, los Iveco Guaraní son una de las opciones que está evaluando adquirir Argentina para uso del Ejército Argentino. «También se están analizando las opciones de vehículos de combate Stryker (EEUU) y Norinco (China)», indicaron desde el Ministerio.
La opción brasileña tiene un interés especial para la industria cordobesa. El ministro Rossi destacó que “una parte de los vehículos blindados (su motor y el chasis) se fabrica en Argentina, más precisamente en la planta Iveco de Córdoba”. El motor en cuestión es un diesel de 383 HP.
Para dar un marco de referencia, IVECO no es una firma argentina y tampoco brasileña: se trata de una multinacional dirigida por FIAT desde Italia, y surgida en 1975 una fusión de varias marcas europeas de vehículos de carga, de maquinaria vial, agrícola, de obra y transportes militares. Tiene 155 puntos de reventa en todos los continentes, excepto la Antártida, y sus plantas intercambian componentes, forman cadenas internacionales de valor y fabrican de todo. El Guaraní, entonces, no es «un carrier Mercosur». Es de IVECO, con sede en Turín. Pero se fabrica en la región. Eso, en estos tiempos globalistas, no es poco.
Dicho esto, si Defensa elige el Guaraní, estará haciendo algo más de «compre nacional» que si opta por el Stryker (opción favorita en tiempos del ministro Jorge Aguad) o un vehículo de Norinco. En AgendAR entendemos la industria de defensa argentina como una defensa de la industria argentina: nuestra elección estaría cantada. Veamos si se justifica técnicamente.
El Guaraní es un vehículo 6×6 (6 ruedas de tracción), pero hay también una versión 8×8. Es una plataforma sumamente flexible, capaz de distintas misiones con distinto armamento e incluso diferente tracción. Constituye un punto avanzado de la evolución de una vieja idea que Brasil desarrolla desde los ’60: con una superficie nacional enorme y estados donde casi no hay red vial, un tanque con orugas termina siendo inútil porque, por velocidad, no llega a tiempo al combate, y por logística, quizás no llegue nunca.
Un blindado con orugas suele ser una bestia sedienta. No es imposible que se quede sin combustible a medio camino, como le pasó a los tremendos Tiger II alemanes en la Ofensiva de las Ardenas, en diciembre de 1944. Por blindaje y armamento estos monstruos eran imparables y literalmente barrieron con los Sherman aliados a su paso, pero con su pésimo rango operativo de 170 km., muchos quedaron abandonados intactos y cubiertos por la nieve en las rutas belgas: no pudieron capturar combustible a su paso, y no tenían un abastecimiento seguro desde retaguardia.
Por esta causa, el Ejército Brasileño tiene más vehículos multirruedas de tracción integral que tanques, y con décadas de experiencia en su desarrollo, los ha vendido exitosamente a países con características similares. La Argentina de los ’50 y ’60 descubrió bastante tarde que, con su afición algo europeísta por los tanques con orugas, tiene un problema severo de despliegue.
Pero al menos no es un problema de autonomía: antes de comprar la licencia de fabricación del Marder alemán, en los ’70, los expertos del Ejército Argentino le impusieron 1452 adaptaciones al clima, suelos y grandes zonas vacías de la Argentina, y obtuvieron la rareza de un tanque mediano de 30 toneladas como el TAM con 550 km. de autonomía. Para entender la hazaña, el AMX-13, su tanque liviano francés comprado «as is», aunque sólo pesaba 13 toneladas se quedaba sin combustible a los 400 km.
En un avance, los tanques no van solos: sin soldados detrás y alrededor, son fácilmente liquidados por la infantería enemiga con bazucas, lanzagranadas portátiles de carga hueca, o cañones «de hombro» sin retroceso. Por eso, para su infantería motorizada, el Ejército Argentino intentó hacer sus propios «carriers» multirrueda en los ’70, los VAE y VAPE, construidos respectivamente en los astilleros TENSA y ASTARSA. Pero tras la Guerra de Malvinas se quedó sin plata para desarrollarlos más y construirlos en escala. El Guaraní brasileño, sin embargo, ahora lo conoce bien: compró sus primeros 14 en 2012, y «salieron buenos».
Este «carrier» de 6,9 metros de largo puede llevar 11 personas (9 soldados y 2 operadores). Pesa debajo de las 18 toneladas, según el tipo de armamento que lleve, y se están construyendo más de dos mil unidades para el Ejército Brasileño. Como en este vehículo se prioriza la velocidad de despliegue (hasta 90 km/h en ruta) y la autonomía (600 km), el blindaje no es muy grueso: soporta impactos de bala 7,62 mm. como la del fusil FAL o la ametralladora MAG, o de esquirlas de munición de artillería de hasta 155 mm. que revienten cerca. Ésta protección se puede aumentar, pero vuelve más lento y gastador el vehículo, y más caro: un Guaraní es entregado con aproximadamente 2000 horas de trabajo, y en general por las muchas y difíciles soldaduras. Un comparación, un automóvil se hace en 100 horas.
El chasis del Guaraní -también hecho en Córdoba- es muy alto: tiene un despeje de 78 cm. respecto del suelo y la forma de la quilla de un barco, para deflectar hacia los costados y adelante la onda expansiva de minas. Los portamazas, frenos, suspensiones y transmisión de este blindado están hechas para soportar estallidos de cargas de hasta 6 kg., según IVECO Sete Lagoas (aunque no aclara a qué tipo de explosivos se refiere).
El «look» del Guaraní es resueltamente feo, con su blindaje frontal que se proyecta agresivamente en extraplomo, y que desvía gases supersónicos de explosión hacia arriba y tiros hacia abajo. Pero además, con el piso en «V» y la morfología vagamente naval de los cajones de sus pasarruedas, tiene flotación: el Guaraní puede pasar ríos anchurosos con corrientes de hasta 4 nudos, el tipo de cursos de agua que uno encuentra en las llanuras y estepas argentinas.
El armamento es muy polivalente. El Guaraní puede llevar hasta 14 configuraciones distintas de armas, desde una torreta con cañón de 105 o 90 mm., en configuración cazatanques, hasta morteros de 120 u 81 mm., o las variantes de despliegue más frecuente, que son antipersonales o antiblindado liviano: una torreta telecomandada con un cañón de tiro rápido de 30 mm. y ametralladoras de 12,7 y 7,62 mm.
Los brasileños salpimentaron algunos de sus Guaraní con sistemas israelíes de armas provistos por Elbit y Rafael, entre los que se destacan una adaptación de cañón antiaéreo multitubo de 30 mm. con munición inteligente, llamada TORC, y el uso de lanzamisiles antitanque Spike, capaces de perforar blindajes de hasta 70 cm. Las versiones que compre el Ejército Argentino, si se decide por la única opción regional, quizás sean más básicas.
Rossi se reunió con su par de Brasil, Fernando Azevedo e Silva, para repasar otros asuntos de mutuo interés. “Es de carácter estratégico la relación con Brasil en materia de política de Defensa, como así también los lazos de unidad entre nuestras Fuerzas Armadas”, destacó Rossi, en el encuentro con el funcionario brasileño, al que calificó “de muy productivo”.
Durante la jornada, estuvo acompañado también por el jefe del Estado Mayor Conjunto de las FFAA, general de Brigada Juan Martín Paleo; el secretario de Asuntos Internacionales para la Defensa, Francisco Cafiero, la subsecretaria de Planeamiento Operativo y Servicio Logístico de la Defensa, Lucia Kersul; y el subsecretario de Investigación Científica y Política Industrial para la Defensa, Mariano De Miguel.
Los «carriers» del Ejército Argentino todavía son pocos y harán falta más, si se piensa que deben llegar rápido a casi cualquier punto de un país de 2,78 millones de km2, el 9no de la Tierra en superficie, pero muy malo de caminos, y con un Ejército y una Fuerza Aérea que ya casi no tienen aerotransporte pesado. En 2015, la información era que se habían comprado 200 unidades del Norinco VN1, muy popular en Venezuela, cosa que no sucedió: no figuran en el orden de batalla del Ejército. Tal vez para bien: su blindaje no ha gozado de elogios en la prensa argentina especializada.
Norinco y Stryker (y éste por calidad puntúa alto, aunque no por precio) tienen dos problemas insalvables: en una guerra regional que dure más de unos pocos días, sin componentes de fabricación local, estos carriers se quedan rápidamente sin repuestos.
Estuve en #IVECO Brasil, una parte de los vehículos blindados que allí se fabrican (su motor y el chasis) se producen en nuestro país, en la planta de Córdoba.
Es de carácter estratégico la relación con #Brasil en materia de política de Defensa. #UnamosNuestrasFuerzas t.co/OK2USVD5ar
— Agustín Rossi (@RossiAgustinOk) November 1, 2020