“¿O sea que vamos a tener que volver desde la Costa para darnos la vacuna?” La inquietud vino de un hombre de 75 años, casado hace 50, hipertenso y que está entre los que planean salir de vacaciones por más de una semana.
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El Ministerio de Salud había anticipado que el esquema de vacunación contra el coronavirus sería “parecido al electoral”, es decir, a cada individuo, una sede de vacunación según su domicilio. Pero la respuesta -de una alta fuente nacional- sorprendió: “No, no debería haber problema. Se está evaluando, porque es lo lógico: que te puedas vacunar donde pasás las vacaciones, siempre y cuando te quedes lo suficiente como para recibir las dos dosis en el mismo lugar”.
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Si el “permiso” para vacunarse “donde sea” en el país se confirma, las provincias deberán, ante todo, poner buena onda, es decir, dejar de lado cualquier celo pueril y aceptar que su infraestructura e insumos estarán al servicio, también, de algunos no residentes “de riesgo”.
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En particular, aquellas provincias que condensan los principales destinos turísticos del país. En cifras, el Ministerio de Turismo y Deportes estima que el verano será tranquilo, con entre 9 y 10 millones de turistas yendo y viniendo por el territorio nacional (60% o 65% de lo normal).
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Por otro lado, no debería ser un operativo de vacunación inabordable, al menos en una primera instancia. Nadie espera para enero y febrero una estrategia que abarque las 12 millones de personas consideradas “de riesgo”, sino que se hará una vacunación escalonada, por subgrupos.
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«Si bien todo esto se está definiendo, lo que es seguro es que si la persona se quiere vacunar en otra jurisdicción donde está de vacaciones, se va a tener que quedar las semanas que hagan falta (21 o 28 días, según el fármaco) hasta darse la segunda dosis. Se le va a dar un carnet (probablemente digital) que va a acreditar dónde recibió la primera inyección, para que también se aplique, ahí, la segunda”.
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Al cierre de esta nota, los ministerios de Salud de la Ciudad y de la Provincia de Buenos Aires no estaban al tanto de que se barajara una modalidad con tal grado de «plasticidad».
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De todos modos, hay que insistir en que las personas de riesgo, en lo posible, no se movilicen
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“Por sentido común, si alguien de riesgo se quiere ir de vacaciones, el Estado no le puede prohibir hacerlo. De todos modos, hay que insistir en que las personas de riesgo, en lo posible, no se movilicen. Y que si se movilizan, se queden para hacer la vacunación completa”, subrayó la fuente, tal vez pensando en la casi visible segunda ola de contagios.
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Modelo a la vasca
Rafael Bengoa, médico español, de Bilbao (País Vasco), ex asesor de la OMS, días hizo declaraciones después de una reunión que había mantenido con el ministro de Salud Ginés González García. Y no llama la atención que se esté mirando el modelo de ocho subgrupos en los que el País Vasco segmentó a su población, de cara a la estrategia de vacunación contra el Covid-19.
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“Es un tema que nos urge definir porque son 12 millones de personas con prioridad, pero, ¿a quiénes se va a vacunar primero si llega una primera tanda de, por ejemplo, un millón de dosis?”, expresó con preocupación.
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Por lo pronto, los «escalones» (de mayor a menor riesgo) que definieron las autoridades de Salud vascas, y que ahora mira la Argentina, son estos:
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1. Personal sanitario en contacto con pacientes, incluidos los que trabajan en hogares de ancianos y personal de primeros auxilios.
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2. Personas de 80 años o más, y ancianos en instituciones geriátricas.
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3. Personas adultas de 65 a 79 años.
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4. Personas con comorbilidades: diabetes tipo 2, cardiopatías coronarias, EPOC, enfermedad renal crónica, obesidad y personas con cáncer (que reciben quimioterapia) u otros pacientes inmunosuprimidos.
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5. Personas institucionalizadas y en riesgo de exclusión social.
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6. Personal esencial de las áreas Transporte, Educación y Alimentación.
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7. Mayores de 55 años.
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8. Resto de la población.
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