¿El Area Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) transita un simple y circunstancial efecto rebote o es el comienzo, todavía tímido, de un posible rebrote de coronavirus? La diferencia entre los nombres es de sólo una letra, pero significa muchísimo.
Cuando el mundo se pone en alerta por la circulación de una nueva cepa de Covid-19, en la Argentina la vieja cepa vuelve al acecho. Al ministro de Salud de la Ciudad, Fernán Quirós, se le hace cada vez más difícil amortiguar con palabras, en sus conferencias de prensa, lo que las cifras de contagios muestran con claridad: un incremento de casos tanto en la Ciudad como en todo el AMBA.
Hace seis días, Quirós habló de “meseta”. Hace tres días, dijo que había un “pequeño aumento”. La realidad muestra que la curva no sólo detuvo su descenso, sino que a partir del 9 de diciembre crece y el promedio de la suba es alto. El dato enciende las alarmas en vísperas de las Fiestas de fin de año.
Según las cifras oficiales de registros de infecciones de las últimas cuatro semanas, en la semana comprendida entre el domingo 13 de diciembre y el sábado 19 hubo en la Ciudad un total de 3.132 casos de coronavirus, esto es un 48% más que la semana anterior. En la Provincia, en el mismo periodo hubo un incremento intersemanal del 79%. En todo el país, el alza fue del 21%.
Esta última semana, que concluyó el sábado, marcó un quiebre con respecto a la aludida “meseta de casos”, a la que se había llegado luego que el país lograra superar su primer pico de contagios y la curva comenzara a descender. Ahora la tendencia cambió. Y en estos últimos 12 días del último mes del año se consolidó: ¿cuál fue el motivo? No hay certezas, pero hay indicios.
Luego del 9 de diciembre ocurrieron varios hechos que, sumados, pueden haber determinado este resultado. Por un lado, el regreso de los turistas de la Costa y de otros destinos luego del fin de semana largo. Si bien hubo un operativo de testeos en el ingreso a la Ciudad, la efectividad de los mismos no está del todo clara: por un lado, porque dependen de la buena voluntad del turista, de acercarse y hacer efectivamente el test; por otro, porque alguien que se ha contagiado no necesariamente debe dar positivo si aún no ha desarrollado síntomas.
Al fin de semana largo se sumaron los festejos de los hinchas de River por el aniversario del triunfo en la Copa Libertadores frente a Boca, en 2018. Y también, el 11 de diciembre, las concentraciones masivas frente al Congreso cuando la Cámara de Diputados le dio media sanción a la legalización del aborto. El velorio de Maradona, en cambio, y a pesar del recordado descontrol, no parece haber impactado sensiblemente en las cifras. Aquello fue el 27 de noviembre y en los días posteriores no se registró una suba importante. Aunque es cierto que los síntomas pueden ocurrir hasta unos diez días después de que las personas toman contacto con el virus.
En la provincia de Buenos Aires, durante la última semana se registraron 16.834 casos, cuando la semana inmediatamente anterior había habido 9.401. Se consultó a las autoridades cuál es el valor actual del R bonaerense en este momento (el índice que informa la velocidad exponencial a la que el Covid se replica) y se encontró con una respuesta sorpresiva: “No seguimos el R”. Es decir, hasta hace poco se seguía, pero al parecer ya no. En la Ciudad aún no informaron cuál es el R actual.
Tanto en la Capital como en el Conurbano el R había caído en los últimos dos meses por debajo de 1. Esto significa, que un infectado contagia a menos de una persona (en términos estadísticos). Si el R el 0,9, quiere decir que diez infectados contagian a 9. Por eso, cuanto más bajo es el R, menor velocidad de contagio tiene el virus. Seguir ese dato es clave para anticiparse a un posible rebrote.
Los datos del AMBA son diferentes a los nacionales: de hecho, a nivel país durante la última semana hubo un 12% menos de casos que hace un mes: 42.222 contagios, contra 47.553 en la semana desde el 22 al 28 de noviembre. En la semana comprendida entre el 6 y el 12 de diciembre se había registrado un piso de 34.690 casos.
Estos datos se conocen mientras se espera que la vacuna rusa contra el coronavirus llegue a la Argentina. En el caso que efectivamente desembarque en los tiempos anunciados y la Anmat dé su recomendación para aprobarla y aplicarla, las escasas 300 mil dosis que serían las primeras en llegar tampoco serían la solución ante un eventual rebrote.
El presidente de la Sociedad Argentina de Infectología y asesor presidencial, Omar Sued, ya había manifestado pocos días atrás su preocupación por las recurrentes concentraciones de personas en la vía pública. Pero hizo hincapié, sobre todo, en el mayor peligro que representan las reuniones sociales sin los cuidados debidos.
El martes pasado, la cumbre de ministros de Salud convocada por el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, fue otra señal de preocupación. Aunque el objetivo de esa mesa, visto el saldo, se centró más en la intención de reinstalar el tema de los contagios en la agenda que el de tomar medidas concretas para contrarrestarlos.
Un dato no menor es que por el momento la cantidad de camas de terapia intensiva ocupadas aparece controlada, en el orden de las 3.500 plazas. Aunque también se sabe que esa demanda ocurre con el delay propio que impone la lógica de la enfermedad: las complicaciones en los cuadros de coronavirus suelen ocurrir un tiempo después de declararse.
Ahora, la preocupación pasa por las fiestas de Nochebuena y Año Nuevo, cuando la mayoría de los argentinos se reúna con familiares y amigos. De ahí la insistencia oficial en la importancia de que la gente respete el aislamiento durante los días previos a esos encuentros y en mantener las medidas de prevención durante las horas que dure la comida y el brindis.