La llegada de la pandemia de coronavirus en marzo de este año se dio en un contexto en el que la economía global ya estaba sumida en una profunda crisis, lo que determinó también que los mercados de commodities fueron golpeados ante la incertidumbre y la caída de la actividad.
En este marco, desde marzo hasta agosto, el precio de la soja se ubicó dentro de un rango de entre u$s 300 y u$s 320 la tonelada. A fines del octavo mes del año, el precio de la soja inició una tendencia alcista que, pese a algunos altibajos, se mantuvo hasta la fecha.
Los precios internacionales de los principales granos que produce la Argentina registraron importantes subas a lo largo de 2020, con la soja como gran motor del incremento.
Analistas y especialistas en mercados granarios coincidieron en que la suba de la oleaginosa se asentó en tres factores fundamentales: la recuperación de la economía china y su alto nivel de compras; la caída en los stocks mundiales -en especial en Estados Unidos-; y en los problemas productivos en Sudamérica a causa del clima seco.
Pese a la caída de la actividad económica que tuvo China por la pandemia de coronavirus, el mayor comprador de soja del mundo pudo recuperarse con rapidez tras controlar la crisis sanitaria y con el objetivo, entre otros, de recomponer su stocks de cerdos fuertemente afectado por la gripe porcina, comenzó a realizar grandes compras a mediados de año a Brasil y Estados Unidos, poniendo presión sobre los precios.
Al casi agotarse la soja brasileña, China apuntó principalmente a Estados Unidos, centrando sus importaciones allí y generando compras diarias que llegaron a superar las 600.000 toneladas diarias. Esto llevó a que el país del Norte realice un recorte en las existencias de soja, que -según el último informe de su Departamento de Agricultura (USDA)- es en la actualidad un 66% menor a la de igual período del año pasado.
También el mercado fijó su atención en el clima sudamericano, con un pronóstico del fenómeno climático de La Niña que ocasionaría menos lluvias a las normales en la región, las cuales podría afectar el normal desarrollo de la campaña agrícola que se encuentra en plena etapa de siembra.
El sector sufrió una fuerte sequía sobre todo en el centro y norte del país. Sin dudas, el clima fue uno de los principales escollos para el agro argentino, con una fuerte sequía sobre todo en el centro y norte del agrícola nacional desde principios de año.
Esto provocó que la estimación de producción de trigo en el país cayeran de las 21 millones de toneladas proyectadas al principio de la campaña a 16,7 millones de toneladas, según la Bolsa de Comercio de Rosario.
En cuanto a la cosecha gruesa, se esperan 50 millones de toneladas de soja (-700.000 toneladas respecto a la campaña anterior) y 48 millones de toneladas de maíz (-3,5 millones de toneladas).
Si bien se exportará menor volumen, de mantenerse este nuevo esquema de precios en el mediano plazo, permitiría a Argentina a exportar más de u$s 29.000 millones en maíz, trigo y soja (junto a sus derivados) durante la campaña 2020/21, un 13% más que en el ciclo 2019/20.
Según un informe de la entidad bursátil rosarina, se espera que el complejo sojero despache entre poroto, harina y aceite un total de 40,3 millones de toneladas por u$s1 9.449 millones, por encima de los u$s 17.037 millones registrados.
En el caso del maíz se embarcarían 34,5 millones de toneladas por u$s7.114 millones (casi u$s1.000 millones por encima del ciclo anterior), mientras que en el caso del trigo se estima enviar al exterior10 millones de toneladas por u$s2.534 millones.
En resumen: los propietarios y contratistas de la pampa húmeda, y el Estado argentino a través de las retenciones, volverán a tener recursos para gastar e invertir. Como decían nuestras abuelas, que sea con salud.