El «Superbarbijo» de la UBA y de UNSAM, disponible para el público y próximamente, necesario

El desarrollo de una tela que destruye por contacto virus y bacterias, y que se podía utilizar para fabricar barbijos, guantes, todo tipo de géneros protectores, fue anunciado en julio del año pasado en AgendAR. El periodista Pablo Taranto hizo una descripción detallada en agosto, que procedemos a ampliar.

Ahora, desde el 16/1, la cepa «británica» (detectada en Londres) B.1.1.7 está oficialmente en Argentina. Si las cosas suceden aquí como en otros 60 países, esa nueva variante supercontagiosa puede propulsar una explosión exponencial de contagios. Un barbijo más eficaz y durable pero más barato y menos obstructivo al flujo de gases que un N95 profesional hoy vuelve a ser noticia. Máxime si es un ejemplo de investigación aplicada local transferido y aplicada por la industria textil nacional.

Editamos la nota de Taranto, e indicamos los lugares de venta.

«Un equipo de investigadoras e investigadores argentinos, encabezado por la física Silvia Goyanes, desarrolló un barbijo de uso social bautizado Atom-Protect. Su tela incorpora activos antivirales que inhiben al coronavirus en cinco minutos, además de bactericidas y fungicidas que lo vuelven autosanitizante y extienden su vida útil.

Se trata de barbijos de uso social que incorporan sustancias activamente antivirales. Inhiben el coronavirus en cinco minutos”, resume Silvia Goyanes, doctora en física e investigadora del Instituto de Física de Buenos Aires (IFIBA, Exactas UBA-CONICET), y una de las directoras del proyecto que culminó con un barbijo fabricado con telas tratadas con activos antivirales, bactericidas y fungicidas. Se trata de una herramienta que será útil hasta que esté inmunizado un porcentaje alto de la población. Cosa que no ocurrirá pronto.

El producto y su tecnología, desarrollada por Goyanes junto a un equipo del IFIBA y del Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental (IIIA) de la UNSAM, ya se comercializa con el nombre de Atom-Protect.

Se avanzó a través de la firma de un convenio de licencia exclusivo entre el CONICET, la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, la UNSAM y la empresa Kovi SRL, una pyme textil de Lomas del Mirador, en el municipio de La Matanza, donde se produce la tela de algodón poliéster a la que los investigadores incorporaron los componentes antivirales.

La acción antiviral fue testeada por el Instituto de Virología del INTA Castelar. Y sus propiedades antimicrobianas fueron verificadas por un estudio del INTI. La cantidad de entidades científicas y tecnológicas del estado involucradas en este desarrollo aparentemente tan simple apabulla un poco. Es que de simple, nada.

El barbijo, elaborado con tres capas textiles, no sólo disminuye sensiblemente la posibilidad de infectarse con coronavirus o de contagiar a otros. Es, además, autosanitizante. La tela está llena de moléculas bactericidas y fungicidas, lo que evita que el usuario respire sus propios gérmenes, condición higiénica que permite llevarlo puesto por más tiempo, hasta 8 horas diarias.

“Todos los activos, iones de plata, iones de cobre y otros componentes antivirales, antibacterianos y fungicidas, están fijados a la tela por un polímero, por lo cual el barbijo resiste como defensa química al menos 15 lavados -explica Goyanes-. Y la protección es de entrada y de salida. Lo que el usuario exhala es eliminado, en las dos capas interiores del barbijo, por el bactericida, y en la capa semipermeable externa, por el antiviral, que además tiene un polímero adicional. Éste lentifica la absorción de las microgotas que transportan las partículas virales, para dar tiempo a que actúe el antiviral”.

Es un barbijo de uso social, reitera Goyanes. No es un producto médico ya que, por normativa de la ANMAT, requeriría tela no tejida, asunto que merece aclaración. Un textil tejido tiene una estructura regular de fibras y poros. Estos permiten la circulación de gases sin mayor capacidad filtrante de microorganismos. Pero un textil filtrante contra contaminantes biológicos es más bien una lámina continua, con miles de perforaciones de estructura laberíntica, llena de esquinas. Los gases inhalados o exhalados circulan, pero las partículas transportadas no logran «hacer slalom»: viajan en línea recta y se estrellan por inercia contra las obstrucciones, que las retienen, y que poseen la química necesaria para destruir sus estructuras, en caso de tratarse de microorganismos.

“Ésta es una tela estándar, fabricada con insumos disponibles en el país -dice Goyanes-. Lo verdaderamente innovador es haber sumado a un dispositivo de uso social la capacidad de inhibir en menos de cinco minutos el agente patógeno que causa el COVID-19”.

El Atom-Protect es mucho más permeable a la circulación de aire que un barbijo rígido con forma carenada de esos que llamábamos «quirúrgicos» antes de la pandemia. Entre otras cosas, porque su estructura con pliegues aumenta la superficie de intercambio gaseoso. En buen criollo, no produce la vaga sensación de asfixia que causa un N95 en alguien no acostumbrado al tapabocas. La mayor superficie hace la diferencia entre respirar por un sorbete, y hacerlo a través de un caño de mayor diámetro. El Atom-Protect tampoco es citotóxico, es decir, combate todo tipo de microorganismos y virus, pero sus sustancias activas no ingresan a las vías aéreas del usuario, y por ende no las dañan.

Los barbijos profesionales repelen los coronavirus, que suelen tener cargas eléctricas superficiales negativas con campos electrostáticos de igual signo. El problema es que las sustancias orgánicas que generan esa repulsión magnética tienen fecha de vencimiento. Los iones de cobre y de plata, en cambio, no se inactivan. Mientras resistan los lavados embebidos en la tela, mantienen sus propiedades antivirales, teóricamente durante años. Esto cambia totalmente la ecuación precio/duración de este barbijo.

Vía plataforma online desde su casa, Goyanes puso de relieve la tarea de los jóvenes becarios que participaron de la investigación. Iban y volvían diariamente, en plena cuarentena, el camino desde sus casas hasta la fábrica en La Matanza. Allí probaban a escala industrial lo ideado en el laboratorio, para una transferencia eficaz de tecnología a los procesos de producción en masa de una firma textil.

“Por videoconferencia les íbamos diciendo (a los becarios): ‘agregale un poco de hidróxido, el color de la reacción no es ése’, y así. Son cinco becarios, cuatro de ellos de otros países latinoamericanos, que demostraron su compromiso con lo que está pasando en la Argentina. Sin ellos, nada de esto hubiera sido posible”.

El proyecto fue encabezado por Goyanes, que dirige el Laboratorio de Polímeros y Materiales Compuestos de Exactas UBA; Ana María Llois, directora del Instituto de Nanociencia y Nanotecnología del CONICET; Roberto Candal y Griselda Polla, del IIIA (UNSAM). También participaron los investigadores Lucía Fama (IFIBA), Lucas Guz, Belén Parodi y Patricio Carnelli (IIIA). Y el reconocimiento de todos ellos es para las becarias y los becarios David Picón Borregales, Lucía Quintero Borregales, Federico Trupp, Darío Díaz Díaz y Alicia Vergara Rubio.»

Condiciones de venta al pùblico:

El precio minorista es de $ 390 la unidad, y disminuye cuando se compra al por mayor. Los barbijos vienen en bolsas cerradas, esterilizados, y se pueden usar sin lavar. Permiten un uso de no menos 8 horas continuas antes necesitar un lavado. Y éste es muy simple, sólo con agua fría y jabón, casi un enjuague. No se puede retorcer el barbijo para secarlo, ni puede lavarse en el lavarropas. Tampoco resiste el alcohol.

Se pueden adquirir en muchas farmacias, en el local de Kovi – Larrea 579, C.A.B.A.-, o más sencillamente, en la tienda online de Atom Protect.

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