IMPSA, la empresa mendocina que antes fue conocida como Industrias Metalúrgicas Pescarmona S. A., logró este viernes la aprobación del 68,18% de sus acreedores para reestructurar el 98,16% de su deuda por u$s 560 millones, con un Acuerdo Preventivo Extrajudicial. Así consiguió un «reperfilamiento» (postergación de los vencimientos) de su deuda, sin quita de capital.
Se trata de una de las más grandes empresas latinoamericanas para el desarrollo de proyectos de generación de energía. Puede decir que es la única compañía en Latinoamérica con tecnología propia para equipos de generación hidráulica y eólica, y con certificación ASME III para el diseño y fabricación de componentes nucleares. IMPSA ha vivido décadas exportando tecnología argentina para grandes proyectos: casi podría definirse como una INVAP que nació como una empresa familiar.
Fue fundada como Talleres Metalúrgicos Pescarmona en 1907, y hasta hace pocos años la condujo la familia Pescarmona. Como grupo industrial argentino con tecnología propia afrontó los problemas bien conocidos, y terminó endeudada con los bancos, sin posibilidad de repago.
Desde 2018, la empresa afrontó una reestructuración, por la que sus acreedores principales (los bancos BID, BICE, Nación, Provincia, Hipotecario, el brasileño Bradesco y el fondo de inversión Moneda Asset Management) formaron un fideicomiso que se quedó con el 65% de las acciones. La familia Pescarmona conservó el 35% restante.
Entre los bancos acreedores que hoy dirigen el fideicomiso principal, el que ha nombrado el CEO -Juan Carlos Fernández- es el Banco Nación, lo que hace de esta empresa, mientras dure esta situación, un holding estatal. Con una gestión exitosa, por cierto.
El canje de la deuda será por Obligaciones Negociables, un bono internacional y nuevos préstamos, con el visto bueno, además del Nación, de entidades públicas y privadas, nacionales e internacionales: el BICE, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), el Export Development Canada y bonistas internacionales.
El nuevo bono en dólares tendrá un período de gracia hasta 2025, cuando se empezarán a pagar intereses a una tasa de 1,5% anual. A partir de 2028, IMPSA comenzará a abonar el capital, con vencimientos anuales sucesivos durante nueve años, hasta 2036.
En los próximos cinco años queda abierta la posibilidad de generar excedentes de caja que permitan pagar anticipadamente la deuda. Dentro de 18 a 24 meses, los acreedores que tienen el 65% podrán poner a oferta pública sus tenencias.
Así, IMPSA, la ex Pescarmona, intentará «volver al sitial que ocupó durante décadas a la vanguardia del desarrollo tecnológico mundial en materia de energía hidroeléctrica, nuclear y de otras energías renovables, para seguir produciendo tecnología argentina exportable al mundo».
Actualmente, y todavía dirigida por el consorcio de bancos, IMPSA estaba reemplazando 6 turbinas y rehabilitando 6 generadores de la central hidroeléctrica Yacyretá, y construía el reactor nuclear CAREM 25. En AgendAR estamos en antecedentes que, en cuanto esté clara la ingeniería del CAREM comercial, IMPSA propone la creación de una sociedad mixta con la CNEA e INVAP para producir masivamente y exportar el CAREM.