Según el ministerio de Turismo y Deportes, se trató de “un verano exitoso, donde el 82% de las turistas viajaron en auto, y la estadía promedio fue de 5 días.
El fin de febrero marca un momento de balance provisional de la temporada turística. Según el ministerio de Turismo y Deportes, que encabeza Matías Lammens, se trató de “un verano exitoso, donde el 82% de los y las turistas viajaron en auto, y la estadía promedio fue de 5 días”.
Según los datos oficiales, más de 12 millones de personas se movilizaron por destinos de todo el país. Los destinos más elegidos: El Partido de la Costa, Mar del Plata, Villa Gesell, Villa Carlos Paz, Pinamar, Bariloche, Monte Hermoso, Miramar, San Martín de los Andes, Córdoba, Salta, Necochea, Merlo y Gualeguaychú fueron, según la información oficial, los lugares que disfrutaron de un mayor caudal turístico.
El 75% del movimiento total se repartió entre las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, Río Negro y Neuquén.
La cartera de Lammens subrayó dos datos clave: un 82% de las personas que hicieron turismo se desplazó en auto y la estadía promedio fue de 5 días, tendencias que se verificaron prácticamente desde el inicio de la temporada de verano. Los turistas evitaron del uso del transporte público, salvo el avión para desplazarse a destinos muy alejados (la Patagonia en general, las Cataratas), se recurrió mucho a la renta de vehículos, lo que significó una buena temporada para las empresas dedicadas a esa actividad.
Las estadías se hicieron algo más prolongadas, especialmente en lugares como Ushuaia o El Calafate, que históricamente registraban estadías promedio reducidas.
Según un informe del sector privado, el turismo cayó 28,9% respecto de la temporada anterior, con viajes más cortos. El movimiento total, considerando diciembre, sumó gastos directos por $ 201.158 millones. Hay expectativas por el próximo fin de semana largo, en Semana Santa.
Según muchos empresarios del turismo, la temporada fue mala, pero temían que fuera peor. Además, fue de menor a mayor y mejoró sensiblemente a partir de la segunda mitad de enero, cuando empezó a notarse una baja en la cantidad de casos de covid-19.
Un factor a favor de los desplazamientos internos fue la imposibilidad de viajar a Uruguay. Uno negativo: no hubo fiestas populares (festivales, concursos de doma, etc) y se suspendieron los certámenes deportivos. Los parques termales, playas y parques nacionales trabajaron con cupos de ingresos.
En el momento de mayor flujo de personas, en el fin de semana largo de Carnaval, se movilizaron más de 3 millones de turistas y se registró ocupación plena “en decenas de localidades”, dijo la cartera turística. El segundo momento de mayor movilidad fue el cuarto fin de semana del año, el 23 y 24 de enero, cuando se movilizaron más de 2,4 millones de personas. Todo había comenzado en el fin de semana largo de Año Nuevo, con más de 2 millones de personas viajando por diferentes regiones del país.
Una característica de la temporada, fácil de registrar, fue que el alquiler de casas y cabañas y de campings turísticos relegó a los hoteles tradicionales, en la medida que los turistas rehuyeron de lugares de mayor densidad y menos abiertos.
Los operadores turìsticos notaron también, en relación a otras temporadas, una mayor incidencia relativa de turistas jóvenes y en plan de “aventura”, con mayor recurso al aire libre.
Dice la cartera de Turismo respecto de los cuidados y protocolos sanitarios con que se encaró la temporada: “Con la decisión política de tener temporada de verano, se definió la puesta en marcha de 19 Centros Modulares Sanitarios en ciudades turísticas, el despliegue del plan DetectAr, la presencia de promotores turísticos en los principales centro del país, la puesta en marcha del programa Municipios Responsables en las localidades turísticas para que implementen campañas y puedan adaptarse a los protocolos vigentes, entre otras medidas”.
Un elemento fundamental, para entender la importancia de esto, es comprender que el turismo representa, por los gastos directos e indirectos que provoca, el factor decisivo para las economías de muchas regiones y localidades de nuestro país. Como lo es de muchos países europeos. El «pasaporte de vacunación» será una realidad muy pronto en la Unión Europea. Y el ministerio de Lammens debe pensar en algo similar, si ya no lo está haciendo.