INVAP: reactores, satélites y, otra vez, radares

Un radar construido por INVAP

En la visita del presidente Alberto Fernández a la sede de INVAP en Bariloche se habló mucho de radares. Al respecto, la firma nuclear y aeroespacial barilochense tiene varios asuntos “en cocina”.

INVAP está trabajando para reforzar el Escudo Norte con unidades móviles nuevas tipo RPA 200. 5 de éstas crean una segunda línea de defensa en profundidad respecto de los radares militares 3D de INVAP ya instalados en las fronteras con Bolivia, Paraguay y Brasil para controlar vuelos narcos, u otros tránsitos aéreos ilegales. Dos de los nuevos equipos reemplazan viejos radares españoles INDRA, y los sitios a los que van los 6 de este contrato son Rïo Grande, en Tierra del Fuego, Posadas en Misiones, y Resistencia, Charata y Taco Pozo, en Chaco.

Ésta es uno de las primeras adquisiciones de equipamiento financiadas por el FONDEF, el nuevo Fondo para la Defensa hecho ley este año. De la misma fuente sale la financiación para el Modelo de Evaluación Tecnológica de un radar SAR (de apertura sintética) para el avión Pucará en su nueva versión Fénix, remotorizada y con aviónica nueva. Este equipo, llamado RAXA (Radar Aéreo Argentino en banda X) estará montado en un “pod” subalar. Éste es un proyecto formulado por primera vez en 2001, que por fin empieza a cobrar cuerpo.

El RAXA, que tiene la característica de iluminar no hacia el frente sino hacia un lateral del avión, le dará al Pucará Fénix capacidad de operar como patrulla terrestre y marítima, y al estar integrado a un sistema óptico infrarrojo, o FLIR, lo volverá también un patrullero nocturno. El paso siguiente a la transformación de los viejos “Pucas” en patrullas armadas es un radar frontal de tipo AESA para la nariz del avión Pampa con capacidad “aire-aire”, pero ése es un proyecto mucho más complejo.

El RAXA y el futuro AESA no se descartan tampoco a bordo del exitoso helidrón de INVAP-Cicaré-Marinelli, robot volador hoy por hoy destinado a la agricultura de precisión, pero que le podría dar capacidad de observación por sobre la línea del horizonte a los efectivos de las 3 armas y las fuerzas de seguridad (especialmente, a la Armada y la Prefectura, en estos tiempos de saqueo por sobrepesca pirata).

Pero además, estos radares integrados con observación FLIR serían el equipamiento principal de los drones convencionales SARA clases II y III, vigías aéreos automatizados cuyo desarrollo quedó trunco en 2016, pero que ahora puede reanudarse. Ambos comparten el mismo diseño de planeador monomotor, con hélice en posición «pusher» (de empuje, atrás del fuselaje), un diseño muy aerodinámico y desmesuradas alas de planeador. La autonomía planificada es de 12 y 24 horas respectivamente. En todos estos aparatos la parte esencial no es la aeronáutica sino la aviónica: los sensores (con el radar a la cabeza), los sistemas de telecomunicaciones, y los de navegación y vuelo autónomos. Conceptualmente, por su modo de operación, los drones verdaderos se parecen más a satélites que a helicópteros o aviones. Y de satélites INVAP sabe: desde 1996, codiseló y construyó los SAC-B, SAC-C, SAC-D y SAOCOM 1A y 1B para la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), y luego los mentados ARSAT.

Con sus gigantescas antenas, del tamaño de canchas de squash, los dos SAOCOM hicieron de la Argentina el 2do país con capacidad de observación de la Tierra con radar en banda L. Están en servicio, le dan al campo argentino mapas actualizados de la humedad almacenada bajo el suelo (o de su falta). Indiferentes a que en la superficie terrestre haya o no iluminación solar, o reinen cielos despejados o tapados de nubes, ambos SAOCOM son capaces de detectar barcos incluso de noche por sus estelas en el mar, y en sociedad entre la CONAE e Italia, además de proveer a sus estados respectivos, exportan servicios de observación agrícola y de predicción y monitoreo de catástrofes como derrames de petróleo, inundaciones, deslaves o erupciones volcánicas.

Entre tanto, INVAP avanza en el diseño y certificación de diseño del futuro satélite geoestacionario de telecomunicaciones de la empresa ARSAT. Ése fue otro proyecto trunco en 2016, pese al éxito de los satélites ARSAT I y II, lanzados en 2014 y 2015 respectivamente, que facturan unos U$ 40 millones/año a empresas privadas y al propio estado, con clientela dentro y fuera del país, y en operación activa hasta presumiblemente 2029 y 2030. Estos ARSAT transformaron a la Argentina en el 8vo país del mundo con capacidad geoestacionaria propia.

El nuevo ARSAT III SG, o Segunda Generación, es fruto de una sociedad mixta con Turkish Aircraft Industries, TAI, uno de los mayores fabricantes aeronáuticos del mundo. Con sus nuevos sistemas de propulsión full-iónica, motores eléctricos en lugar de químicos para el ascenso, el mantenimiento de posición y el apuntamiento de antenas, están eximidos de cargar la mitad de su masa en propelentes como el tetróxido de nitrógeno y la monometil hidrazina.

Por ende, los ARSAT SG pesarán la mitad que los ARSAT I y II pero al poder usar mejor su masa al momento de despegue para alojar mayor potencia eléctrica en placas fotovoltaicas y en antena, tendrán un ancho de banda mucho mayor. TAI, muy experta en drones, se vino a Bariloche hace ya 2 años, atraída por el éxito de nuestros 2 primeros aparatos geoestacionarios.

Finalmente, en la reunión del presidente con Horacio Campenni, hoy la máxima autoridad de INVAP, se coló el tema de una posible exportación de radares de aeropuerto, aparatos que fueron el segundo desarrollo en la materia por INVAP, porque el primero fueron los gigantescos radares de los SAOCOM, que deben funcionar a 600 km. de altura y sin mantenimiento alguno. En este campo, INVAP fue el equivalente de un aprendiz de andinista que, para familiarizarse con ese deporte, empieza por el Everest.

La que se viene sería la primera exportación de radares de la Argentina.

Pero luego de que Campenni mentara el tema, INVAP se abroqueló en un mutismo perfecto. Es su sana costumbre fundacional desde… 1974.

Daniel E. Arias