El importante diario de negocios Financial Times publicó hace pocas horas que Brasil buscaba mil millones de dólares «al contado» («up front«) para la preservación de la Amazonia. Y que su ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, afirmaba que el gobierno de Bolsonaro ha hecho bastante para merecer los fondos.
No todos están de acuerdo. En la Unión Europea las críticas al presidente brasileño son abiertas, el presidente francés Macron lo ha denostado en público. Y el ministro noruego de Clima y Medio Ambiente, Sveinung Rotevatn, dijo ayer que Brasil debe demostrar que puede reducir la deforestación en el Amazonas antes de que Noruega reanude los pagos en apoyo de la preservación de la selva tropical.
El país escandinavo trabajó estrechamente con Brasil para proteger el ecosistema entre 2008 y 2018, enviando 1.200 millones de dólares al Fondo Amazónico, que paga a Brasil para prevenir, vigilar y combatir la deforestación. Noruega ha sido el mayor donante a la causa.
Pero la destrucción de la selva tropical ha aumentado desde que el presidente Jair Bolsonaro asumió el cargo en enero de 2019, debilitando la aplicación de la ley y pidiendo el desarrollo de la región, además de cambiar la gobernanza del fondo.
Aun así, Brasil había solicitado a principios de este mes 1.000 millones de dólares de ayuda en un periodo de 12 meses a países como Estados Unidos y Noruega para ayudar a reducir la deforestación entre un 30% y un 40%.
Oslo, que en 2019 congeló fondos por más de 5.000 millones de coronas noruegas (585 millones de dólares), dijo que las conversaciones con Brasil están en curso. «Las condiciones para una puesta a disposición de estos fondos es que la deforestación disminuya sustancialmente y que se llegue a un acuerdo sobre la estructura de gobernanza del Fondo Amazónico», advirtió el ministro noruego.
Este tema está en los medios por el estilo desafiante y pintoresco del presidente Bolsonaro. Pero en Argentina debemos mirarlo más allá de las anécdotas. La Unión Europea y Estados Unidos, con la administración Biden, están resueltos a convertir la lucha con la deforestación y, en general, contra las emisiones de carbono, en uno de los temas claves de política internacional.
Y nuestro país es el octavo en extensión del planeta. No nos dejarán ser indiferentes al problema. Ni limitarnos a declaraciones «políticamente correctas».