El midazolam, un medicamento para sedación de pacientes, costaba $ 38,70 antes de la pandemia. Tras el último acuerdo oficial con laboratorios, se le puso un precio de referencia de $ 514. Es decir que en este momento de récord de contagios y atención de pacientes con Covid-19 en terapia intensiva, ese medicamento aumentó 1.229%.
No es el único caso con un incremento de precios que supera las tres cifras. Según informó la Unión Argentina de Salud, que nuclea al 70% de las empresas dueñas de prepagas, con 30 millones de afiliados, «este grupo de medicamentos esenciales para la vida de los pacientes graves ha tenido incrementos desmedidos en el último año y de algún modo la firma de del acuerdo entre la Secretaría de Comercio Interior, el Ministerio de Salud de la Nación y representantes de la industria farmacéutica los convalida».
Algunos otros ejemplos de fuertes alzas en los precios que brindó la UAS son el del relajante muscular atracurium besilato que tenía un costo de $ 138,58 y llegó a los $ 732 (un aumento anual de 428%) y el bromuro de pancuronio, que costaba $ 53,65 y tras un aumento de 362%, se paga $205.
Las ampollas de propofol 200 mg x20 ml, dependiendo de la marca tenían un precio aproximado de $ 137 y aumentaron 524%, con un precio de $ 710 ($859 con IVA).
La entidad que reúne a las prepagas dijo además a través de un comunicado que «la industria farmacéutica ha fijado precios en forma unilateral, sin ningún control regulatorio hasta ahora, basándose en especulaciones, escudados en la devaluación del peso argentino, las dificultades para la importación y la escasez de materia prima a nivel mundial».
Y agregó que si bien el Ministerio de Salud de la Nación definió por los próximos seis meses fijar precios máximos y únicos en todo el país, «este acuerdo llega tarde, y sólo después de que la industria ha asegurado aumentos discrecionales en insumos escasos y críticos. Pero aun así, incluso con estos aumentos ilógicos, los prestadores y financiadores continuamos teniendo problemas de aprovisionamiento. De continuar estos faltantes de productos, deberá recurrirse a medicaciones alternativas, situación que no es la ideal para la salud de nuestros pacientes».
El escenario que plantean las empresas de salud privada no es nuevo. Todo el sistema global se encuentra atravesando un momento crítico por la pandemia, que generó un inusual aumento en la demanda de productos analgésicos, sedantes y relajantes musculares indispensables para el tratamiento de pacientes en terapia intensiva a nivel mundial.
Los dos grandes proveedores principales son China e India, y las dificultades de movilidad por los aislamientos «generaron dificultades de provisión y escasez en muchos países, así como distorsiones en los precios y el surgimiento de un mercado negro», advierte la UAS.
Pero también señala que en la Argentina esta situación se viene tornando crítica en el marco del aumento de casos por la segunda ola pandémica. Así, el jueves 22 de abril se firmó un acuerdo entre el Ministerio de Salud de la Nación, laboratorios y distribuidores de fármacos indispensables para pacientes internados en terapia intensiva para establecer un precio máximo de referencia por un lapso de 6 meses. Son los precios que las empresas prestadoras consideran desmedidos.
Los laboratorios representados en la Cámara Argentina de Productores de Medicamentos Genéricos y de uso Hospitalario (CAPGEN) y la Asociación de Distribuidores de Especialidades Medicinales (ADEM) se comprometieron a la provisión de los medicamentos a precios uniformes a todos los integrantes del sistema de salud. La medida complementa al Decreto 243/2021, a través de la cual se incluyen a estos medicamentos al listado de insumos críticos que requieren permiso de exportación para la comercialización fuera de la Argentina.
Ante esta situación, es necesario observar también que una familia necesita destinar un salario mínimo a pagar por mes una cobertura promedio de medicina privada. Con los nuevos aumentos aprobados para abril y mayo, el plan medio de una prepaga tiene un costo mensual que ronda los $ 22.000, lo mismo que el salario mínimo vital y móvil.