«La gente está harta de que las grandes empresas no paguen la parte que les corresponde de impuestos», afirmó el ministro francés de Economía, Bruno Le Maire.
Alemania y Francia manifestaron su apoyo a la petición de Estados Unidos de crear un impuesto de sociedades global de al menos un 21%, declararon los ministros de las primeras economías de la zona euro en una entrevista publicada este martes 27.
«La gente está harta de que las grandes empresas no paguen la parte que les corresponde de impuestos», dijo el ministro francés de Economía, Bruno Le Maire, al semanario alemán Die Zeit. Francia propuso un tipo del 12,5%, pero si el sugerido por Washington «es el resultado de las negociaciones, entonces también lo aceptaríamos», agregó el ministro galo.
Su par alemán de Finanzas, Olaf Scholz, apuntó en la entrevista conjunta que no tenía «personalmente nada en contra de la propuesta estadounidense» de un tipo del 21%, planteado por la secretaria estadounidense del Tesoro, Janet Yellen, a inicios de abril. Yellen dijo entonces estar en conversaciones con sus socios del G20. Esta iniciativa tiene como objetivo acabar con la competencia por impuestos a la baja entre países y el uso de paraísos fiscales por parte de las multinacionales.
La idea fue ya propuesta por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), también con un tipo del 12,5%, pero la sugerencia de Estados Unidos le dio un nuevo impulso. Gracias a este empuje, Olaf Scholz subrayó que «ahora existe el impulso adecuado para llegar a un acuerdo en el verano (del hemisferio norte).
«Impuesto mínimo global a las ganancias de las sociedades»
Éste sería el nombre tentativo de la propuesta que se planteó en el seno de la administración del presidente Biden.
Al menos desde la década de 1980, muchos gobiernos han bajado al mínimo los impuestos a las empresas multinacionales para atraerlas a su territorio. El ejemplo extremo son los «paraísos fiscales», pero un número importante de países medianos -aún desarrollados- han recurrido a esa política. Uno de los ejemplos, relativamente exitoso, es el de Irlanda, pero no el único en la misma Unión Europea.
Por supuesto, la competencia entre los países para atraerlas le ha dado una gran ventaja a las compañías. Las deja en una excelente posición negociadora, ya que siempre se pueden trasladar sus actividades a otro país, más «comprensivo».
Pero si todos los países, o -más realista- los bloques comerciales más poderosos se ponen de acuerto en establecer un impuesto mínimo… las reglas de juego cambian
Ese es el planteo que la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, anunció esta semana. EE.UU. apoya la creación de un tributo mínimo global a las sociedades para poner fin a «30 años de carrera a la baja en las tasas de impuestos corporativos».
Hace años que las agencias de recaudación de impuestos de los distintos países -incluso nuestra AFIP- firman convenios para compartir información sobre las cuentas que sus ciudadanos tienen en el exterior. Éste sería la siguiente etapa de la globalización, con mayor control estatal.
Las transnacionales, y los megamillonarios, tendrán que pensar en emigrar a Marte, para encontrar un tratamiento impositivo más benigno. Se puede pensar que Elon Musk y Jeff Bezos están en eso.