El laboratorio Sinergium, el principal fabricante de vacunas de América latina, negocia con Sinopharm la posibilidad de importar el antígeno desde China y terminar la producción en Argentina. Ya trabajaron juntos en otros emprendimientos.Todo depende de que el gobierno chino dé su aprobación.
“La negociación está bien encaminada. Sinergium Biotech tiene una larga relación con el gigante chino, Sinopharm, y está en condiciones de terminar 20 millones de dosis en forma bastante rápida”. Ese fue el diagnóstico que hace uno de los conocedores del diálogo sobre la posibilidad de que llegue a la Argentina el antígeno, el elemento activo, de la vacuna china y se den los pasos finales de su producción en la planta que Sinergium (de las familias Bagó, Sielecki, Gold y Sigman) tiene en la provincia de Buenos Aires.
En la negociación hay cautela porque se viene de la frustración del proceso con Oxford/AstraZeneca, en el que se fabricaron más de 30 millones de la parte activa de la vacuna en la Argentina y no vino hasta el momento ni una dosis terminada. La pelota en el diálogo Sinopharm-Sinergium está en la cancha oriental dado que es Sinopharm, una empresa del estado chino, quien debe disponer del antígeno congelado y conseguir la autorización para enviarlo a la Argentina.
Sinergium es el mayor productor de vacunas del país. Fabrica la vacuna contra la gripe que actualmente compra la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para distribuir en distintos países de la región. Es la primera vez que la OPS compra a un proveedor latinoamericano. También produce para Pfizer la vacuna contra la neumonía y para Merck la vacuna contra el cáncer de cuello de útero. La planta de Garín está en condiciones de hacer lo que llaman fill-finish, es decir las tareas finales: descongelar, filtrar, formular, envasar, hacer los controles de calidad y distribuir. No pudo hacer lo mismo respecto de la vacuna de Oxford/AstraZeneca por dos razones:
- El laboratorio con sede en Cambridge, Inglaterra, exige que se haga el proceso con filtros norteamericanos que no están en la Argentina y con otros materiales que tampoco se consiguen en el país.
2. La patente es de Oxford/AstraZeneca de manera que ese laboratorio decide a quién contrata y a quién no. Por lo tanto le dieron a mAbxience la producción del elemento activo y a Liomont de México el terminado final. Este último proceso es el que está demorado y sobre el cual AstraZeneca no termina de informar con claridad.
Los antecedentes
Un dato relevante para la nueva negociación es que Sinopharm realizó parte de la fase III de su vacuna en la Argentina. Concretamente en la Fundación Huésped, que lidera el doctor Pedro Cahn. Participaron en el proceso 4.000 voluntarios; a 2.000 se les aplicó la vacuna y a 2.000 el placebo. En ese trabajo también se sumó Sinergium, que presentó todas las conclusiones en la ANMAT, gestionando, no una autorización de emergencia, sino la autorización definitiva de la vacuna en la Argentina.
Hace siete años, Sinergium Biotech le transfirió a Sinopharm la tecnología para fabricar un producto contra determinados tipos de linfomas. El proceso fue exitoso, de manera que la propuesta vino ahora como resultado de una relación que ambas partes mantienen desde entonces y que tuvo otro punto de encuentro en la fase III de la vacuna. Sinopharm, además, tiene en cuenta que la planta de Garín está aprobada por la FDA norteamericana y la EMA europea, es decir que ya tiene un respaldo para exportar a otros países.
El estado de la negociación
El próximo paso lo tiene que dar Sinopharm, la mayor empresa farmacéutica de China. Es un gigante estatal con 128.000 empleados, que tiene hospitales, farmacias y produce una enorme cantidad de medicamentos. Cotiza en bolsa y se dice que su valor es de 20.000 millones de dólares. El cuello de botella es que el gobierno chino está prohibiendo la exportación de vacunas para privilegiar la aplicación a los ciudadanos de ese país: el Partido Comunista Chino celebra sus 100 años el 1 de julio y pretende tener inmunizados para esa fecha a 520 millones de chinos. Sin embargo, podría haber una ventana en la exportación sólo del elemento activo, ya que no requiere de un insumo escaso que es el vidrio y el embotellado.
Del lado de Sinergium, cuyos accionistas son Sebastián y Juan Carlos Bagó; Daniel y Carlos Sielecki, Luis Alberto Gold y Hugo Sigman, están listos para el acuerdo y dicen que están en condiciones de procesar el elemento activo congelado ni bien llegue. En pocos meses podría terminar unos 20 millones de vacunas, pero para eso se requiere el visto bueno de la parte china.
Hay optimismo por un lado y cierta cautela por el otro, dado que se viene de la frustración en el caso de AstraZeneca y porque el mercado mundial de las vacunas se complicó enormemente. Por un lado, incumplimiento de AstraZeneca, por el otro las dificultades enormes con todos los demás productores y, además, las limitaciones de China e India.
Mientras observan atentamente el diálogo Sinopharm-Sinergium, en el Ministerio de Salud esperan que se destrabe el envío de partidas de AstraZeneca desde Estados Unidos, hay alguna chance de que venga un cargamento del programa Covax y calculan que antes del próximo fin de semana vendrá otro avión de Moscú, con un nuevo envío de Sputnik V. La Argentina tiene la chance de tener vacunados, al menos con una dosis, a buena parte de la población de riesgo antes del 31 de mayo. Sería de máxima importancia y un logro que reduciría la mortalidad en el país.
Observación de AgendAR:
Resulta notorio a esta altura que el gobierno argentino, en su negociación con los laboratorios que desarrollaron las vacunas contra el nuevo coronavirus, privilegió la posibilidad que, eventualmente, al menos una parte del proceso de producción de las vacunas se diera en nuestro país.
Esa entonces sería la razón del impulso que se dio a la negociación con AstraZeneca. Y también el porqué no se puso igual énfasis en la que se sostuvo, más o menos desde las mismas fechas, con Pfizer. Debe tenerse en cuenta también que a fines del año pasado existía un optimismo exagerado sobre la producción global de vacunas.
Eso es historia. La revista Nature festejaba ayer que se alcanzó la cifra de Mil millones de vacunas administradas. Pero la población mundial es de 7.700 millones.
Hoy el gobierno argentino -como todos los demás, con la posible excepción de EE.UU., Gran Bretaña e Israel- está tratando desesperadamente de conseguir todas las vacunas que puede. Pero -si pensamos un poco más allá de los próximos meses- es importante que la industria farmacéutica argentina, que ha gozado de la protección de todos nuestros gobiernos, aún de los más «aperturistas» produzca todas las vacunas posibles. Mejor todavía, si son las desarrolladas en Argentina.
Existen propuestas de vacunas en cuatro universidades argentinas, la UNSAM (la Nacional de San Martín), la de la UNL (Nacional del Litoral), la de la UNLP (Nacional de La Plata), e incluso una de la UCA (la Católica) de Córdoba. Las dos últimas podrían ser de administración oral. La primera, la de la UNSAM, ya cruzó todas las etapas preclínicas y necesita que el MinSal «la descubra» y le facilite los estudios de fase I, II, III y la autorización regulatoria del ANMAT.
Nada de eso está sucediendo. Dejar la gestión vacunal puramente en manos privadas hasta ahora ha sido un fracaso medible en decenas de miles de muertes evitables.
Necesitamos vacunas argentinas. Para tener autonomía sanitaria, en un mundo donde siempre las naciones van a privilegiar a sus ciudadanos. Y porque nuestra industria farmacéutica está en condiciones de aumentar exportaciones ya importantes, hasta convertirse en parte de la «marca argentina».