El «déficit verde» del AMBA: muchos hogares están a más de una hora de caminata de la plaza más cercana

Entre oleadas de encierros y cuarentenas mientras los científicos alertan sobre cambios irreversibles en el planeta, un dato a menudo olvidado de nuestras ciudades vuelve a tomar importancia: la falta de espacios verdes.

Debido al crecimiento espontáneo y desordenado de su trama urbana, el Área Metropolitana de Buenos Aires -donde vive un 37% de los argentinos- fue perdiendo a lo largo de las décadas muchos de los espacios verdes públicos que podrían usarse como espacio de recreación y de ocio en tiempos de Zoom y fatiga visual. Pero, ¿cómo se mide este déficit?

Los dirigentes de diferentes espacios políticos hacen referencia por estos días a la cantidad de espacio verde por habitante. La Ciudad de Buenos Aires posee 5,13 m2 de espacio verde per cápita, bastante menos que los 13,6 m2 por habitante de Nueva York o los 30 m2 por habitante de Bruselas.

Pero para la politóloga Brenda Walter, coordinadora de Proyectos de la Fundación Bunge y Born, no se trata de encontrar una cantidad determinada de metros cuadrados sino de poner el ojo en la accesibilidad. ¿Cómo se define, pues, accesibilidad? “Una distancia de 10 minutos a pie o menos es el umbral a partir del cual los vecinos incorporan el uso de parques y plazas a su rutina diaria”, ilustra.

En base a esta premisa, Walter supervisó la creación de un Atlas de Espacios Verdes que muestra el nivel de acceso a espacios verdes públicos en diferentes ciudades argentinas. El caso de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es, cuanto menos, preocupante: más de 350 mil porteños viven lejos de una plaza.

El mapa muestra amplios corredores urbanos donde la población no tiene acceso a plazas, desde zonas de Villa Crespo y Agronomía hasta importantes áreas de Boedo, Barracas, Pompeya y Villa Soldati. También ofrece un dato inquietante vinculado a la desigualdad social: el 25% de la población de menores recursos carece de acceso a espacios verdes, una situación que apenas afecta al 4% de las personas de mayores ingresos de la ciudad.

Consultados sobre este déficit, fuentes del Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana indicaron a elDiarioAR que “la Ciudad realiza, constantemente, grandes proyectos de plazas, áreas verdes y áreas de prioridad peatonal”.

Según las propias cifras del Ministerio de Ambiente y Espacio Público, la superficie de espacios verdes por habitante se mantuvo igual entre 2006 y 2018 e incluso disminuyó en cinco comunas. Hoy las comunas 3 (Balvanera y San Cristóbal) y 5 (Boedo y Almagro) son las que presentan un mayor déficit de espacios verdes.

“Estas comunas están ubicadas en la franja central de la ciudad, asociadas directamente con el corredor Avenida Rivadavia y al Ferrocarril Sarmiento, que atraviesan la ciudad en sentido este-oeste. Uno de los grandes desafíos que nos hemos propuesto es, justamente, el reverdecimiento de los entornos de estos corredores”, respondieron desde el ministerio que encabeza Clara Muzzio.

Alcanza con revisar el registro oficial del gobierno de la Ciudad para confirmar que el gobierno porteño contabiliza como “espacios verdes” a verdedones, canteros y hasta derivadores de tránsito.

Esta referencia al “reverdecimiento” de corredores recuerda la discutida clasificación de espacios verdes públicos por parte de las autoridades locales. Alcanza con revisar el registro oficial del gobierno de la Ciudad para confirmar que el gobierno porteño contabiliza como “espacios verdes” a verdedones, canteros y hasta derivadores de tránsito.

Yendo a lo estructural, en la administración de Horacio Rodríguez Larreta aseguran haber “intervenido” 360 hectáreas. “Se renovaron 200, de las cuales 150 se convirtieron en espacio verde, y se crearon 160 hectáreas de espacio público nuevo, de las cuales 110 son verdes”, argumentan.

Desde la oposición, la legisladora del Frente de Todos Claudia Neira discute esa cifra. Según el último informe de la Comisión de Protección y Uso del Espacio Público, los nuevos “espacios públicos verdes” listados por el gobierno porteño -como la Manzana 66, el Parque de la Estación y la Plaza de las Ciencias en Palermo- suman apenas 31 hectáreas, no los 110 anunciados.

“Es posible pensar que los cálculos desarrollados para llegar a la cifra de 110 hectáreas contemplen las superficies destinadas a uso y utilidad pública emergentes de las diversas leyes de rezonificación para la urbanización de grandes predios”, dice el informe de la comisión, en referencia a las construcciones autorizadas en Playa Colegiales, el Pabellón Centenario y los terrenos de Catalinas Sur II en La Boca, que como contraprestación exigen ceder un porcentaje de las tierras para uso público. “Esta concepción, también visible en convenios urbanísticos, parece desdeñar el rol del espacio público, el cual es utilizado como soporte y moneda de cambio para la obtención de beneficios normativos”, concluye el reporte.

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El Gran Buenos Aires no es ajeno a este fenómeno. En amplias áreas del conurbano el acceso a un espacio verde público es casi una utopía.

“Hay zonas cerca de Luján y otras del último cordón cercanas a barrios privados que tienen espacios verdes propios pero sin acceso público. Cuando uno ve las imágenes satelitales se imagina que ahí hay grandes espacios verdes públicos. El tema es que no son públicos”, dice Walter. La especialista acerca ejemplos del barrio privado Nordelta y de áreas de San Fernando, si bien distan de ser los casos más preocupantes. “En el Gran La Plata hay zonas periurbanas donde sus habitantes tienen que caminar más de una hora para acceder a plazas o espacios públicos similares”, agrega.

El Atlas, diseñado por Antonio Vazquez Brust y Leandro Rodríguez, da por tierra con algunas impresiones erróneas, como por ejemplo asociar la zona que rodea al Hipódromo y al Jockey Club de San Isidro con espacios verdes públicos, cuando en la práctica lo que más se le acerca queda a veinte minutos de caminata de muchos hogares. Claro, en el medio hay rotondas y boulevares, pero ninguno alcanza una superficie mínima de media hectárea, la misma que utiliza la Unión Europea para medir la disponibilidad de espacios abiertos públicos.

Desde el sur del Gran Buenos Aires, Romina Galeota, coordinadora general de Ambiente de Almirante Brown, plantea un panorama a dos velocidades. “La realidad de la persona que vive en Adrogué, la cabecera del partido, no es la misma que la de quien vive en Longchamps o en Ministro Rivadavia. En estos casos lo que existe es más bien un acceso a espacios verdes silvestres, no tanto un parque o una plaza.“

Brenda Walter cree que podrían encararse medidas más ambiciosas. “Hay ciudades que tienen una gran presencia de baldíos o espacios ociosos y que podrían utilizarse para armar espacios públicos. Incluso a veces existen terrenos que están en sucesión y ni siquiera las autoridades lo saben.”

VIAEl Diario.AR