La primera gira internacional del flamante ministro de Relaciones Exteriores, Santiago Cafiero, ha servido para anunciar un giro brusco en las relaciones argentino-brasileñas, que es evidente no se decidió, ni aquí ni en nuestro vecino, en los pocos días de la nueva gestión. El comunicado conjunto que firma con el canciller del Brasil merece ser leído con atención. Al final, agregamos una observación de AgendAR.
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El canciller argentino Santiago Cafiero y su par brasileño, Carlos Alberto Franco França, anunciaron haber alcanzado los «consensos necesarios» para la revisión del Arancel Externo Común que rige el Mercosur, luego de una reunión que mantuvieron en el Palacio de Itamaraty, en la que se repasó también la agenda bilateral.
La reducción de las tarifas de importación de productos fuera del Mercosur «contempla las distintas necesidades de los países miembros», manifestó el comunicado conjunto, en el que también se indicó que la propuesta deberá ser presentada a los otros socios, Paraguay y Uruguay.
Cafiero mencionó un «robustecimiento» del Mercosur y destacó que la adecuación arancelaria en el bloque acordada con Brasil preserva al sector productivo más sensible, como el automotriz, el textil y el calzado. «Se han podido contemplar los intereses productivos de cada uno de los países», dijo el canciller en el marco de la visita que realiza en ese país junto al ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, y el embajador argentino en Brasilia, Daniel Scioli.
Por su parte, el canciller de Brasil, Carlos França, afirmó que es un «gran entusiasta» de lograr un acuerdo con Argentina para comprar gas del yacimiento de Vaca Muerta, destinado a los consumidores brasileños. «Para Brasil, Argentina es una prioridad absoluta», dijo França en una declaración a la prensa luego de reunirse en Brasilia con el canciller argentino.
El comunicado conjunto difundido sostiene que «los Ministros lograron los consensos necesarios para definir juntamente con los demás socios del Mercosur los alcances y características de la revisión del Arancel Externo Común».
El comuncado conjunto destaca que se trata de «un paso importante hacia el aumento de la competitividad de los Estados Partes y hacia el fortalecimiento de los procesos productivos regionales», que «impulsen una inserción beneficiosa de la producción del Mercosur en las cadenas globales de valor».
Ambos cancilleres convinieron trabajar con Paraguay y Uruguay para la «pronta aprobación de una Decisión del Consejo del Mercado Común» que permita «reducir en un 10% las alícuotas de la mayor parte del universo arancelario, resguardando las excepciones que ya existen dentro del bloque«.
Los cancilleres subrayaron que el entendimiento alcanzado «contempla las distintas necesidades» de los países miembros, demostrando la capacidad del Mercosur para «avanzar con vocación constructiva hacia la actualización y adaptación de su estructura arancelaria a las condiciones actuales del comercio regional y mundial en forma equilibrada respecto de las capacidades productivas del bloque».
Sobre la crisis hídrica que afecta a la Cuenca del Paraná, los ministros «valoraron la cooperación entre ambos países para mitigar sus efectos en la navegación, en el uso del agua para consumo humano, la generación hidroeléctrica y el medio ambiente». El comunicado expresó que ambos manifestaron «su satisfacción por la cooperación en el área energética, que incluye las exportaciones de electricidad de origen termoeléctrico por parte de la Argentina» y «el consiguiente ahorro de agua en los embalses de las centrales hidroeléctricas brasileñas, en beneficio mutuo de ambas poblaciones».
«Coincidieron también en profundizar las discusiones sobre la venta de gas por parte de Argentina en el mercado brasileño». Y acordaron convocar «a la mayor brevedad posible», la próxima reunión de la Comisión Técnica Mixta a cargo del proyecto hidroeléctrico binacional de Garabí, en el tramo compartido del río Uruguay.
Por otra parte, saludaron «el excelente nivel de la cooperación nuclear bilateral» y en particular «celebraron el papel ejemplar de la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (ABACC), que cumplió 30 años el 18 de julio de 2021 y que representa un hito en la construcción de un camino común de transparencia y de cooperación en ese campo».
En el área de infraestructura, acordaron retomar el diálogo acerca de los nuevos puentes sobre el río Uruguay, incluido el proyecto de cruce vial entre Porto Xavier y San Javier. En ese contexto, resolvieron instruir a sus cancillerías a coordinar los trabajos para acordar un régimen de gestión del Puente Internacional Santo Tomé-Sao Borja y su Centro Unificado de Frontera, luego del fin de su actual concesión. Coincidieron, asimismo, en la importancia de dar un impulso firme a la finalización de un corredor vial bioceánico que conectará los océanos Atlántico y Pacífico, atravesando Brasil, Argentina, Paraguay y Chile.
En esta «cumbre» argentino-brasileña acompañaba a Cafiero el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas; la secretaria de Relaciones Exteriores, Cecilia Todesca; el secretario de Industria, Ariel Schale; y el embajador argentino en Brasil, Daniel Scioli.
Por el lado brasileño, França estaba flanqueado por Roberto Fendt, secretario especial de Comercio Exterior del ministerio de Economía de Brasil; el secretario de Asuntos Estratégicos, Flavio Viana Rocha; y Pedro Miguel da Costa e Silva, secretario de negociaciones bilaterales y regionales en América de Itamaraty.
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Observación de AgendAR:
Cualquier cambio importante en las relaciones argentino-brasileñas es un cambio en en el equilibro político y las corrientes comerciales de la América del Sur y en sus relaciones con el resto del mundo.
¿Es este un cambio importante? En la superficie, al menos, sí. Hasta ahora se asumía, en la región y afuera de ella, que las relaciones entre los gobiernos de Jair Bolsonaro y de Alberto Fernández serían de frías a hostiles. Un dato que confirmaba la irrelevancia de la región, para los EE.UU., cuyos intereses concretos parecían limitarse a México y el Caribe, de donde proceden las olas migratorias y las sustancias adictivas. Y para la Unión Europea, que no mostró ningún interés en avanzar con el Tratado que ilusionó a Macri y a Bolsonaro. Un acuerdo entre Brasil y Argentina no nos transforma en una potencia, por cierto, pero nos hace menos irrelevantes.
Creemos que en un nivel más profundo, este acuerdo informal es una señal también importante. Hay dos hechos obvios: este giro en las posiciones previas lo dan la Argentina y el Brasil: la rebaja del 10% en el AEC es mucho menos que la flexibilización proclamada por Paulo Guedes (actualmente citado por el Congreso brasileño por su aparición en los Pandora Papers).
También es mucho menos que los los tratados de libre comercio que anuncia el presidente de Uruguay, Lacalle Pou. Que se enfrenta a un hecho injusto pero geopolíticamente indiscutible: para China, como para cualquier otro socio comercial posible, el Mercosur es un «partner» mucho más interesante.
El otro dato que me interesa resaltar es muy obvio: los puntos de este acuerdo -bah, de este comunicado conjunto- se vienen conversando desde tiempo antes del reemplazo de Solá por Cafiero; los temas mencionados ahí no se improvisan en un mes, y menos en Itamaraty.
Quizás el reemplazo de Trump por Biden ha «pinchado» dos ilusiones opuestas: una, que la presidencia de Trump era el comienzo de una nueva era «antiglobalista»; otra, que las políticas de Biden iban a ser muy distintas de las del Donald.
Como sea, lo cierto es que el giro más decisivo es el de la posición argentina, al menos en el discurso y en su proyecto industrialista original, que nace en la década del ´40 (como el brasileño). Se ve en el texto que firman Cafiero y França «una inserción beneficiosa de la producción del Mercosur en las cadenas globales de valor». El giro no es tan grande en la realidad, porque hace décadas que, en ambos países, la industria automotriz, por ejemplo, es la manifestación local de una industria globalizada.
A. B. F.