El equipo InChaVoLa, de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, quedó 1° entre los equipos latinoamericanos y en el puesto 22 entre 117 equipos de todo el mundo.
Como para confirmar que la Argentina sigue siendo un semillero inagotable de buenos programadores, un grupo de estudiantes de la FCEN (Facultad de Ciencias Exactas y Naturales) la Universidad de Buenos Aires (UBA) salió campeón de Latinoamérica en la Competencia Internacional Universitaria de Programación(en inglés, International Collegiate Programming Contest, o ICPC), que se llevó a cabo en Moscú, Rusia, entre el 1 y el 6 de octubre.
El equipo estuvo formado por los jóvenes Lautaro Lasorsa (21 años), Carlos Soto (20) e Ivo Pajor (21), más el entrenador Agustín Gutiérrez, de 31 años, y se bautizó como InChaVoLa, juego de palabras formado por los nombres de sus integrantes. El equipo finalizó en la posición 22 en el total global, entre 117 representantes de universidades de todo el mundo y quedó primero entre los equipos que representaron a Latinoamérica, incluyendo otros equipos argentinos: GG Dem de la Facultad de Matemática, Astronomía, Física y Computación de la Universidad Nacional de Córdoba, que salió segundo en la región, y Mastropiero Unlimited de la Universidad Nacional del Sur, Bahía Blanca.
Universidad de Buenos Aires – FCEN
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La competencia distingue a los mejores del mundo y, también, a los de cada región; InChaVoLa es el campeón regional, un título que se otorga desde 2000 y que la Argentina ganó 13 veces. De esas 13 ocasiones, 10 quedaron en manos de la UBA. Los mejores resultados generales de la UBA fueron en 2002 (10mo puesto mundial) y 2003 (12do puesto mundial).
“Los chicos se conocen y vienen haciendo cosas juntos desde la secundaria, y en 2019 ganaron la clasificación al Mundial, que se iba a realizar en 2020. Por la pandemia recién se pudo hacer este año, algo que nos dio tiempo a prepararnos un poco mejor para esta competencia”, explica Agustín Gutiérrez, licenciado en Ciencias de la Computación de la FCEN, que además de tener la experiencia de haber competido en 2009 y 2011, se encarga de entrenar a los jóvenes con problemas similares a los de la competencia y de brindarles material para que sigan aprendiendo.
“Nos tuvimos que adaptar a algunos cambios, porque cuando ganamos la competencia en Sudamérica teníamos que resolver los problemas planteados en una sola computadora para los 3 integrantes del equipo, mientras que en Moscú se decidió que hubiese una para cada uno. Luego, el equipo debía resolver 15 problemas, mucho más de lo habitual en estas competencias, en solo 5 horas y sin saber la dificultad de cada uno, pero en donde todos valen un punto. O sea que tenían que leerlos y buscar los más fáciles para resolver”, aclara el coach. De esa manera, el equipo logró solucionar en forma efectiva 8 problemas, superando por 2 a sus pares de Córdoba.
La logística, en medio de la pandemia, también cambió, porque el viaje había que financiarlo desde los bolsillos propios: “Por suerte logramos obtener el apoyo de Accenture, que nos cubrió la totalidad de los pasajes de ida y vuelta y el seguro de viaje, mientras que la organización se hizo cargo de la estadía, gracias a sus respectivos sponsors.
Conocer Moscú fue una gran experiencia para los chicos, pero lo fue mucho más la posibilidad de compartir experiencias con estudiantes y programadores de todo el mundo, porque el cara a cara es mucho mejor que cualquier otra forma de comunicación vía web. Gracias a eso pudimos también conocer las problemáticas y compartir experiencias que tenemos en común con otras universidades, por ejemplo con las latinoamericanas”, explica Gutiérrez.
El ICPC es una de las pocas competencias internacionales de programación que se hacen por equipos. En general son organizadas por empresas privadas, que buscan talentos de distintas regiones, pero la mayoría son individuales. En este caso, el desafío consiste en solucionar determinados problemas planteados en el menor tiempo posible, y para eso los equipos participantes deben escribir un programa que cumpla con la o las consignas planteadas. Gana el equipo que resuelva más problemas en ese tiempo, y en caso de haber desempate, es por la velocidad. “Un sistema automatizado se encarga de revisar cada solución y responde inmediatamente lo que se hizo bien y lo que no. Compiten universidades de todo el mundo, hay equipos realmente muy buenos”, comenta Gutiérrez.
En un momento donde es una de las profesiones más solicitadas por el mercado laboral, la competencia, que promueve valores como la creatividad y el trabajo en equipo, permite poner en perspectiva el nivel de los jóvenes programadores argentinos a nivel mundial.
“Rusia salió campeón las últimas 9 ediciones de este mundial -advierte Gutiérrez-, básicamente porque le dan mucha importancia a las competencias y porque hay mucho apoyo del sistema educativo a la programación. Al haber tanta demanda del mercado global, en nuestro país es necesario mejorar constantemente y capacitar a más gente. Este campo da para mucho más”.