Facebook Inc.: qué está pasando en el mayor continente del planeta digital

«Hace podos días un apagón que dejó a 2900 millones de personas desconectadas de los servicios de la corporación de Zuckerberg que comprende a Facebook, WhatsApp e Instagram. El flujo de datos y de intercambio comercial y financiero quedó frenado por 7 horas. Pero lo más importante no es el «apagón», si no saber cómo se llegó a esa encrucijada. Y todavía más decisivo, saber qué es lo que sigue ocurriendo.

En las primeras horas se habló de un ciberataque, pero a lo largo de la noche el equipo de ingeniería de Facebook explicó en una nota de prensa que el problema radicaba en un «cambio en la configuración de los routers que coordinan el tráfico de red entre nuestros centros de datos». Todo apunta al sistema BGP (Border Gateway Protocol), un protocolo de comunicación entre redes por el cual se intercambia tráfico entre sistemas autónomos en la red Internet. Es decir, que un sistema autónomo es un grupo de redes IP que poseen una política de rutas propia e independiente.

Un sistema autónomo realiza su propia gestión del tráfico que fluye entre él y los restantes sistemas autónomos que forman Internet. Esto es, dentro del propio Facebook hay una red autónoma con su propia infraestructura y el sistema BGP es el encargado de establecer comunicaciones entre las redes exteriores y las interiores.

La explicación técnica sostiene que las configuraciones de los BGP de Facebook habían sido eliminadas. Con ello, los archivos de configuración de los BGP que encaminan los datos de las redes propias de Facebook, WhatsApp e Instagram con el exterior desaparecieron. El mayor continente del planeta digital desapareció por más de 5 horas.

Frances Haugen renunció a la corporación en mayo 2021. Insinuó, reiteradamente, que los problemas de Facebook generan una onda expansiva mundial, y que está dispuesta a declarar sobre el ciberespionaje que hace la empresa. Entre los casos de violencia que involucran el uso de las plataformas de Facebook -aseveró- están las matanzas de Myanmar y la guerra en curso hoy en la zona de Tigray, en Etiopía (1).

La ex ejecutiva tuvo trabajos previos en Google y en Pinterest. Haugen decidió denunciar a la corporación Facebook ante el Senado norteamericano, aduciendo que todo el sistema algorítmico de la empresa está concebido para producir un daño a la sociedad, y lo hizo el 5 de octubre, un día después del apagón mundial, ante los senadores norteamericanos (2).

Haugen sostiene que la corporación favorece a las élites, que sus algoritmos alimentan la discordia, y que los traficantes de drogas y de trata de personas usan los servicios de Facebook sin ningún filtro o limitación. Además, subrayó entre otros aspectos el impacto negativo de Instagram en las jóvenes que usan la aplicación (que equivale a una promoción de la anorexia).

Lo cierto es que cuando una plataforma de software se encuentra activa, es decir dando servicios en línea a través de redes públicas o privadas, los archivos que contienen parámetros (datos) que configuran la conducta del software y los datos de los perfiles de los usuarios se encuentran activos. Si se quisieran borrar estos archivos o modificar datos por fuera de la plataforma, no sería posible porque el software los tiene abiertos, es decir tomados e inaccesibles. Para poder hacer este borrado es necesario que el software esta inactivo. Esta sencilla acción permite limpiar toda huella de trazabilidad en los contextos de software y datos que denunció Frances Haugen.

Las consecuencias financieras de esta caída generaron pérdidas de ingresos estimada en 160 millones de dólares. Mark Zuckerberg en particular ha perdido más de 6,6 miles de millones de dólares en las acciones que posee en su firma, y cayó al lugar sexto en la lista top de billonarios. La caída en bolsa de Facebook fue de un 4,9% y desató un repunte de migración y valorización de redes alternativas como Telegram, Signal o Twitter.

Para Adrienne LaFrance, periodista estadounidense y editora ejecutiva de la revista The Atlantic, “la caída de WhatsApp fue como si repentinamente hubieran desaparecido del mapa un gran conjunto de países. La web no es solo frágil, sino completamente efímera. Tenemos la falsa sensación de permanencia que dan esos gigantes tecnológicos, con sus plataformas de muros arborescentes. Pero lo concreto es que nada perdura online, y se trata de una gran alucinación colectiva. Solo un apagón semejante al del 4 de octubre puede hacer reflexionar sobre sus hábitos y cómo encaran sus relaciones cientos de millones de personas. Creo que hay que poner en un primerísimo lugar el análisis de qué rol ocupa Facebook. Porque es un peligro concreto contra la democracia y contra la Humanidad. Y si está off-line es menos peligrosa que on-line”.

El continente Facebook es una autocracia, como todas las plataformas concentradas que conforman el planeta digital. No sólo es una autocracia sino también el territorio virtual más poblado: tiene 2900 millones de habitantes. Es la isla de Facebook. Por eso ya no somos «ciudadanos» y ni siquiera «usuarios», sino «gente», una categoría enteramente carente de derechos, aunque para Zuckerberg incluso «gente» sea un mero eufemismo. Y eso porque la información que esquilma de su ‘gente’ le permite entregar datos a las más diversas empresas, y eso le generó en el primer semestre de 2021 nada menos que 54.000 millones de dólares.

El universo Facebook no es sólo un sitio web, o una plataforma, o una publicación, o una red social, o una corporación o un servicio. Es todo eso, y además una corporación independiente con más poder que los estados/nación, empezando por los mismísimos EEUU.

Es un poder interesado solo en su expansión, inmune a cualquier obligación cívica, con una superlativa capacidad de minar elecciones traficando datos de los perfiles de sus «gentes», como los casos de Cambrige Analytica, para usarlos en las elecciones presidenciales de Trump, Bolsonaro, Macri y otras. Además es un poder con una manifiesta antipatía por el periodismo independiente, y cuyos gobernantes son arrogantes e indiferentes a los cánones democráticos.

Sheera Frenkel y Cecilia Kang publicaron An Ugly Truth: Inside Facebook’s Battle for Domination, un libro donde hablan de una batalla entre “empresa versus el país”, y sostienen que la corporación tiene todos los condimentos de una nación: un territorio, una moneda, una filosofía de gobernanza y una población. Solo que esta isla no está en ninguna parte, se configura en el mundo digital, y las únicas leyes que valen, así como la percepción de las ganancias, son exclusivas de la mesa que comanda Zuckerberg.

La economía social y solidaria en la encrucijada de Zuckerberg

Esto da lugar a historias sumamente raras. Por ejemplo, la que sigue:

Se abrió un nuevo Nodo para las entregas de productos del Paseo de la Economía Social (3). El Paseo de la Economía Social y Solidaria de la Universidad Nacional de La Plata suma un nuevo Nodo para la entrega de sus productos y también implementa el sistema online de reservas de los productos. El comunicado dice: «Quienes aún no reciben las ofertas y novedades en su dispositivo móvil y deseen hacerlo, deberán agendar el número 11 7361-9930 y luego enviar un mensaje de WhatsApp solicitando la incorporación a la lista de contactos».

Ahora el INAES también se comunica por WhatsApp (4). El INAES (Instituto Nacional de la Economía Social) suma un nuevo canal de comunicación para conectarse con todas las noticias y novedades del Instituto directamente en el teléfono celular. Es decir que el Paseo de la Economía Social y el INAES usan la misma red social que las mafias de trata de mujeres, las de los narcotraficantes y las del gobierno militar y el clero budista de Myanmar para promover la masacre de ciudadanos Rohingyas musulmanes.

Las redes sociales se presentan como canales en los que muchas personas se relacionan de múltiples maneras. Estos medios se impusieron como preferencia número uno de los internautas para lograr sus objetivos, lo que genera importantes fenómenos sociales y comerciales, desde la cooperativización del trabajo de los desocupados argentinos hasta el genocidio en África Oriental y el Sudeste Asiático.

Ya no se trata de un proceso debatible, es la realidad con la que nos encontramos.
Este cambio también llegó a las organizaciones, quienes tuvieron que replantear sus objetivos en relación con el contacto con el público y darle más relevancia a esta relación. Si todos los caminos pasaban por Roma, hoy todo pasa por WhatsApp. Es tan extendido su uso que es un tema esencial como todo el acceso a los servicios de telecomunicaciones.

Un tema de estado con el que  no se mete ningún estado.

El crimen perfecto

Si bien, estas aplicaciones pertenecen a corporaciones privadas cada vez más concentradas, su uso se ha vuelto esencial para las relaciones humanas. ¿Existe una representación que defienda los intereses de los usuarios («la gente») en Facebook, WhatsApp, Instagram, Twitter o Google?

Si se quiere democratizar estos dominios feudales, deberíamos tener representantes de usuarios/ciudadanos organizados en asociaciones de consumidores de aplicaciones digitales. Esta situación nos interpela sobre cuál es nuestra acción en el cuidado de los datos y defensa del uso de aplicaciones digitales esenciales.

Las redes sociales también forman parte del dispositivo para disciplinar la comunidad. Han cambiado el concepto de democracia sin explicitarlo. En estos ecosistemas no hacen falta constituciones ni repúblicas, solo el “aceptar” las condiciones privadas de uso. Facebook o Google no son instituciones públicas, pero funcionan como estado paralelo.

El motor de la plataforma digital está en los datos

El mayor acceso a internet es una necesidad de la digitalización de la vida cotidiana. A más uso de aplicaciones, más valor para la plataforma digitales. Los datos de los habitantes de estas comunidades digitales tienen valor comercial y permiten estructurar el negocio a través del Big Data para vender y continuar vendiendo al usuario cada más segmentado y personalizado.

El neo liberalismo acuñó el término “resiliencia” para describir una sumisión despolitizada mediante la cual el usuario se adapta al medio, y es positivo y «buena onda» en las situaciones adversas, hasta perder toda ciudadanía.

Como señala Jorge Alemán, psicoanalista y escritor argentino: “Es un término hecho a la mediad exacta del nuevo capitalismo, que reclama que por abstracta y opaca que sea la fuerza que siempre te pide más, la virtud reside en quien se somete a ella. El riesgo es el carácter ilimitado del capitalismo, manifestado a través de los dispositivos de poder del neoliberalismo; si no nos emancipamos el modelo neoliberal lograra él crimen perfecto”.

Alfredo Moreno

Alfredo Moreno es Ingeniero TIC en ARSAT. Profesor TIC en la Universidad Nacional de Moreno

Notas:

  1.  www.purochamuyo.com/que-pasa-y-pasara-con-whatsapp/
  2.  www.c-span.org/video/?515042-1/whistleblower-frances-haugen-calls-congress-regulate-facebook
  3.  unlp.edu.ar/consejo_social/nuevo-numero-telefonico-para-solicitar-los-productos-de-la-economia-social-19011
  4.  www.economiasolidaria.com.ar/ahora-el-inaes-tambien-se-comunica-por-whatsapp/
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